Arcángel: La Maldición de los Caídos I

Capítulo 8

-¡Christopher! – grité y me abalancé hacia él para abrazarlo.

-¿Cómo has estado niña? – sonrió y nos separamos

-Extrañándote – sonreí

-Así que Christopher – dijo Jackson

-Jackson – dijo Christopher

-¿Se conocen? – los miré

-Claro que nos conocemos – dice Jackson

-No lo hagas – dijo mirándolo y apretando su puño

-Que más da – dijo Clarke saliendo de la cocina con un trozo de pay – Esto está delicioso

-Tu querido Jackson es – me miró – Un arcángel.

-Eso debe ser una broma – reí y miré a Christopher – Dile que es broma… ¿Christopher?... dime que bromea

-No lo es – me mira – No es broma

-Lindo arcángel – dice Clarke tomando su camisa con una mano y rompiéndola – Muestra tus alas

-Christopher… – murmuré

Él solo me miró y de sus costados se asomaron unas enormes alas negras, las plumas se movían gracias al viento que se filtraba por la ventana.

Sin pensarlo caí al suelo y las lágrimas comenzaron a salir sin parar.

Conocía a Christopher toda la vida, asistimos juntos al kínder y la primaria.

No podía ser verdad esto.

Christopher era mi primo, era mi familia, además de Meg, era el único que sabía todo de mí, confiaba en él más que en mi misma.

-Arella… – dijo Christopher

-Ven acá – dijo Jackson levantándome.

Me acerqué a Christopher y le proporcioné una bofetada en su mejilla derecha, haciendo que su rostro gire hacia el otro lado.

Me sentía decepcionada.

Subí las escaleras corriendo y entré a mi habitación.

Christopher no era más que un primo lejano, pero era parte de la familia, o al menos eso creía.

Si es arcángel, quiere decir que lo adoptaron porque sus padres eran 100% humanos, era imposible que sucediera esto.

Toda mi vida viví engañada.

Mis pensamientos fueron interrumpidos por unos leves golpes en la puerta.

-Ella… – dijo un chico

-Aléjate Christopher

-Por favor… necesitamos hablar

-No tenemos nada de que hablar – me acosté dándole la espalda a la puerta.

-Debes saber todo – dijo

Escuché la puerta abrirse y me di la vuelta, viendo a Christopher parado junto a mi cama.

-Jamás te mentí

-Eres un arcángel…

-No lo supe hasta que tenía 12 –se sentó en mi cama

-Justo cuando te fuiste – sequé mis lagrimas mientras me sentaba.

-Exacto Ella – acarició mi mejilla –Debía saber lo que era… soy – tomó mi mano – Esto es lo que soy.

-¿Entonces no eres mi familia?

-Siempre lo seré – me sonrió-. Quizá no de sangre, pero sí de corazón

-Te quiero – dije abrazándolo

-Yo más Ella – me abrazó

-Entonces… –me separé – Si eres arcángel… ¿Quiere decir que tienes tu propio reino?

-Si… – tomó mi mano

-Uno de los siete – dije y me miró

-¿Cómo sabes?

-Es una larga historia – reí nerviosa

No podía contar sobre mi visita hacia el reino de Azael.

Como él dijo, existían siete reinos, y atacaron el de Azael, pero justo llegó Christopher, después de cuatro años separados, no podía decirle lo que ha pasado.

-Alguien ha llegado – dijo y salió rápido de la habitación.

Yo corrí hacia el primer piso y Clarke me hizo una seña, la espada estaba debajo del sillón, al ver a Christopher, debí haberla tirado.

La metí más sin que viera Christopher y Jackson abrió la puerta.

Era Alexander.

Mi primo se abalanzó hacia él de inmediato.

-¡No! – grité y traté de separarlos, pero Christopher me empujó y Jackson vino al rescate.

Los logró separar con tanta facilidad.

-Arella – dijo Alexander abrazándome – estaba tan preocupado por ti.

-¡Aléjate de ella! – dijo Christopher – Es tu culpa que esté en peligro

-Cierra la boca Chris – dije y él me miró – Las cosas ya están hechas – miré a Alexander – Debo hablar contigo.

Miré a los demás y parecieron entender la indirecta.

-Tienes suerte de que las tiendas no hayan cerrado – dijo Clarke – Necesito ropa

Tomó el brazo de Jackson y miró a Christopher

-Tienes suerte de ser lindo – tocó su cabello castaño – Ven con nosotros




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