Ambos nos separamos de golpe y miramos hacia la puerta.
-Él está aquí - dijo Alexander
-¿Quien?
Alexander se puso de pie y caminó hacia la puerta, yo no podía quedarme atrás, así que lo seguí y bajamos juntos hacia el salón.
Había un hombre de cabello negro hasta los hombros, rodeado de algunos arcángeles con el mismo físico, a diferencia de que ellos no portaban camisa alguna.
Todos nos daban la espalda, pero eso no impedía que reconociera a aquel hombre que recientemente había tenido el placer de conocer.
Era Azael.
-Azael -dijo Alexander
Todos voltearon al unísono.
-Alexander – sonrió aquel hombre – Por fin te veo
-¿Qué haces aquí? – Alexander terminó de bajar las escaleras
-Vine a ver a la ladrona – su sonrisa se borró y me miró
-Yo…
-Ella no es ninguna ladrona –Alexander me puso detrás de él
-Alexander, hijo – sonrió Azael – Tú sabes bien su destino.
-No soy tu hijo –dijo Alexander apretando sus puños
-¿Sigues teniendo ese rencor? – lo miró – Solo fue una plumita
-Me despojaste de mis alas – lo miré – Y me lanzaste a la Tierra, sin importar que muriera
Parpadeé tantas veces.
No sabía que Alexander había pasado por esas atrocidades.
Su propio padre lo llevó a su muerte y encima, robó sus alas, se las quitó, las tomó a la fuerza.
Tomé la mano de Alexander y Azael comenzó a reír.
-Así que decidiste condenarla a su muerte – sonrió y tomó nuestras manos con fuerza –Recuerda quién eres y recuerda lo mortal que es ella.
-Es mi vida – dije por fin en toda esta conversación – Si yo muero, es mi decisión.
-¿Entonces debo llamarte…? – miró a los arcángeles – ¿nuera?, si… así se dice, ¿cierto? – me mira
-Tu ya no eres mi padre – dijo Alexander – Así que puedes irte a tu reino
-Se arrepentirán de esto – dijo Azael – Se los g…
Una voz interrumpió la conversación.
-Azael…
Todos volteamos y se trataba de Christopher, el cual portaba su espada en su mano izquierda y sus alas se encontraban fuera.
-¿Qué hace aquí? – dijo Azael asustado
-Creí que el ataque había sido una advertencia – se acercó Christopher – Pero al parecer necesitan otra lección
-Señor… – dijo un arcángel guardia
-Yo, Christopher, Rey del séptimo reino del cielo – apuntó su espada al suelo y la presionó con ambas manos – Me considero guardián de Arella Barnes hasta que la muerte me lleve al infierno – me miró y de pronto una neblina entró por la puerta, rodeándonos a todos los que nos encontrábamos presentes.
-¡No! – gritó Azael
Christopher comenzó a murmurar en otro idioma que yo desconocía, tan solo sentía la mano de Alexander tomar la mía con fuerza.
De pronto el corto cabello de Christopher comenzó a crecer hasta sus hombros, una capa de color rojizo comenzó a aparecer detrás de él.
Tan solo sentí como un viento despiadado entraba a la casa.
La capa comenzó a moverse con locura y la espada comenzó a brillar dejándonos ciegos por tanta intensidad que tenía.
Tan solo bastaron unos cuantos minutos hasta que todo se detuvo haciendo que Christopher cayera al suelo.
Azael y sus guardias salieron volando, y yo corrí hacia el cuerpo que se encontraba en el suelo.
-Chris… – dije tomándolo en mis brazos y golpeando su rostro – Despierta Christopher
Después de unos intentos, él logró despertar.
-Arella… – dijo levantándose
-¿Qué fue lo que sucedió? – lo miré y miré a Alexander
-Él es tu guardián – dijo Alexander
-Por el momento – dijo Christopher
-¿De qué hablas?
-Pronto sabrás – dijo ayudándome a ponerme de pie
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Editado: 03.04.2021