Arcángel: La Maldición de los Caídos I

Capítulo 10

Alexander y yo entramos a mi habitación agarrados de la mano.

-Creí que tu serías mi ángel guardián – dije mordiendo mi labio

-Pareces decepcionada Arella

-Es porque lo estoy – me senté en la cama y él me imitó

-No puedo serlo en este momento

-¿Es por Christopher?

-No – negó con su cabeza – No tengo alas – me miró – No tengo nada de ángel, solo mi espada

-¿Qué sentiste? – abracé mis rodillas

-Dolor – me miró – Mucho dolor

-¿Puedo ver? – toqué su camisa

-Arella…

-Solo quiero ver…

Él asintió y se quitó la camisa dejando su torso descubierto.

Su cuerpo era perfecto, estaba tan bien trabajado y tan suave, ninguna imperfección se encontraba en ese lugar.

-Dame tu mano

Él tomó mi mano y la pasó por todo su torso, el nerviosismo en mi era evidente.

Era la primera vez que tocaba a un chico de esta forma.

Alexander parecía disfrutar mi tacto, tan solo cerraba los ojos y continuaba pasando mi mano en él.

Decidí tocarlo con ambas manos y de pronto me encontraba encima de sus piernas, con las mías a sus costados; mis manos seguían recorriéndolo entero, hasta parar en el centro de su espalda, pude sentir unas marcas en ella.

-¿Qué es esto? – él abrió los ojos y me miró

Algo en su mirada cambió

-Las cicatrices de mis alas… – murmuró

-¿Puedo…? – él asintió

Mis dedos tocaron sus cicatrices y sentí como se tensó, y con sus manos me apretó a él.

-Déjame mostrarte – susurró en mi oído

De pronto la habitación desapareció al igual que Alexander.

Tan solo me encontraba yo, ahí sola, en medio de la nada, hasta que miles de ángeles y arcángeles aparecieron.

Pude reconocer a Kyle y Azael, junto con sus guardias.

-¿Kyle? – dije

Pero este parecía no escucharme

-¿Hola?

Nadie me veía, podía pasar frente a ellos, hasta que me detuve al ver a Alexander, y pareciera que todos lo notaron junto a mí.

-Alexander…

Corrí hacia él y al intentar abrazarlo, tan solo lo traspasé, como si de un fantasma se tratara… o quizá yo lo era.

Unos guardias lo traían agarrado de los brazos y este parecía estar tan golpeado, que sangre salía de su boca.  

-Alexander – dijo Azael sonriendo

De pronto sucedió algo terrible, Azael golpeó con todas sus fuerzas a Alexander, haciendo crujir sus huesos.

Yo me encontraba alterada.

-Alex… – dijo Kyle – Yo no… – Azael lo interrumpió

-Sáquenlo de aquí – los guardias lo obedecieron – Tu hora ha llegado – tomó el rostro de Alexander en su mano – Irás al infierno

De pronto no pude ver más y volví a la habitación

-Continúa observando – me dijo Alexander

-No puedo – dije y tomó mi mano

-Hazlo Arella

Alexander volvió a posicionar mis manos en sus cicatrices y volví a estar en ese gran salón.

Ellos abrieron una especie de portal, en el cual salía tanto calor y las llamas del fuego sobresalía de esa entrada.

Era el infierno

-Adiós hijo – dijo Azael acercándose a Alexander.

Pero este le proporcionó un golpe con su cabeza y logró escapar de ellos.

Comencé a seguirlo, pero él parecía no reconocer el lugar, el cual se comenzaba a distorsionar.

De pronto sentí un dolor tan fuerte en mi espalda, fijé mi vista en Alexander y noté como comenzaban a despojarlo de sus preciosas alas negras como la noche.

La sangre salía de sus heridas y él comenzaba a gritar hasta caer inconsciente en el suelo.

-Alex… – dije tratando de acercarme, pero era imposible

Una barrera me impedía dar un paso, por más que me esforzara, era completamente imposible.

De pronto Azael llegó y les pidió a sus hombres que se llevaran el cuerpo de Alexander, los cuales hicieron lo que les pidieron, dejándome sola junto a Azael.

-El destino te despojó de tus alas… – se agachó y tocó las plumas tan brillantes –Pero ese mismo hará que las recuperes si sigues todos los pasos correspondientes, hijo mío.

La visión terminó y me separé de Alexander.

-Eso es lo que realmente sucedió – tomó mi mano – Me arrebataron algo que yo… amaba con locura, algo que me hacía ser libre – tocó mi mejilla con su mano – Pero valió la pena




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