CAPÍTULO 2: truenos, relámpagos y problemas
No tenía deseos de discutir con Valentina y mucho menos de arman un alboroto frente al rey (aun que deseaba con mucha fuerza ponerlo en su lugar). Pero Hana se encargó de eso, debido a las influencias de su padre logramos llegar a un acuerdo, yo trabajaría en el área de fundición mientras Tsubasa enfriaría con su habilidad las barras calientes de metal para que Hana las trasportara hasta los límites del reino para que puedan ser colocadas.
Valentina y sus hermanos se quedaron cerca de nosotros, no sabía si era para asegurarse de que hiciéramos nuestra parte del trato o por seguridad, pero me hacían sentir como una esclava o alguna clase de intrusa a punto de traicionarlos. Trabaje sin parar hasta que Miguel anuncio la hora de regresar, debido a que estaba en un lugar cerrado y las luz del sol no era muy presente apenas pude notar cuando se hizo de noche.
Valentina nos guio a los tres a nuestras habitaciones. Para nuestra buena suerte eran continuas así que no había problemas en llegar a una habitación si algo sucedía. Durante la noche el clima empeoro y apenas podía dormir, truenos, relámpagos y algunos rayos me mantuvieron despierta. Eran tan fuertes que aunque me coloque pedazos de algodón en los oídos, me amarre una tela sobre mi cabeza y me sumergí en el colchón con una almohada enzima podía escucharlos. Por desgracia todos los cuartos contaban con una ventana que hacía llegar la luz impidiendo mi relajación.
Harta de todo eso salí a dar vueltas por el pasillo echa una furia, tenía la almohada y cada vez que caía un rayo golpeaba la pared con ella. Después de un rato las plumas de la almohada estaban dispersas por el pasillo, Hana salió de su habitación y me miro sentada en el suelo, le lance una mirada rencorosa (aunque ella no tenía la culpa). Se acercó lentamente a mí y se sentó a un lado, después de eso se escuchó caer un rayo y yo golpee mi cabeza contra la pared en desesperación.
- Son tan molestos –
- Yo creo que son interesantes – pensé que Hana estaría asustada, pero no era el caso.
- ¿Interesantes? -
- Nunca los había visto o escuchado, son una nueva experiencia para mí, estaba mirándolos por la ventana cuando empecé a notar que cada vez que uno sonaba, un quejido extraño provenía del pasillo. – al parecer me había excedido con mis muestras de desagrado.
- Estoy muy cansada, solo quiero dormir, trabaje todo el día y mañana tengo hacer lo mismo.- me recargue en Hana en forma de rendición.- por lo menos en el pasillo no entra la luz.-
Hana comenzó a acariciarme la cabeza y comenzó a tararear, sonaba más como un murmullo pero era un agradable sonido, parecía tener una buena voz, me concentre en ese único sonido y al final quede dormida.
Una sacudida me hizo abrir los ojos, era Tsubasa en pijamas, parecía una especie de traje color crema con tenues líneas naranjas. Recuerdo preguntar “¿que traes puesto?” aun soñolienta y escuchar de regreso una palabra parecida jumbei o yimbei. Por otro lado sentía un peso sobre mí, era Hana quien también se había quedado dormida, tenía su cabello desarreglado en la cara y algunos mechones se enredaron con mis rizos.
Después de alistarnos fuimos invitados por el rey a desayunar, una gran mesa de piedra con diez asientos de los cuales solo nueve tenían platos, cinco de ellos estaban ocupados. A un extremo estaba el rey Gregorio y a sus lados estaban Miguel y Teresa, seguidos de Valentina y un chico del cual no sabía su nombre, era claramente menor que nosotros, era delgado y tenía algunas marcas en su cuerpo, su expresión era seria como la de su padre, su cabello lo tenía atado en una coleta y un flequillo que ocultaba su rostro.
- Tomen asiento rápido – dijo el rey.
No tenía la intención de sentarme junto a Valentina así que planeaba tomar el asiento del otro extremo, pero cuando estaba a punto de hacerlo, casi al unísono la familia Ray golpeo la mesa y me miraron con mucha furia, el rey fue quien tomó la palabra y de manera fría y cruel me ordeno tomar otro asiento. Me moví lentamente un tanto avergonzada y me senté junto a Valentina quien me arremetió con una fuerte mirada. De algún modo me sentía pequeña y débil. Era un ambiente tenso. “Pueden comenzar” dijo el rey, estaba por tomar mi comida cunado Hana hizo una pregunta “¿no vamos a esperar a alguien más?”, todas las miradas arremetieron contra ella, se hizo hacia atrás tímidamente como tratando de ocultarse.
- Le pido que las disculpe rey Gregorio, no pude decirles con antelación las reglas de la mesa, ellas no lo sabían – el rey bajo la mirada y siguió comiendo.
Una vez terminado el desayuno y de que los platos fueran retirados fuimos escoltados de regreso y prepararnos para la jornada, el guardia que nos acompañó nos dejó en el pasillo frente a nuestras habitaciones y una vez que se fue, todos soltamos un gran suspiro de alivio.
- Tenía tanto miedo – dijo Hana mientras se abrazaba a sí misma.
- Ese asiento es colocado durante todas las comidas y nadie se sienta en el.- dijo Tsubasa.
- ¿Pero por qué?- pregunto Hana
- Ese era el asiento de la reina Helena.
Ahora las cosas tenían sentido, lo poco que sabía de la reina Helena es que era un mujer de cuerpo débil, falleció al dar a luz a su noveno hijo, después de eso el rey Gregorio había cambiado y comenzaron los problemas con Valentina y en general con el reino del rayo.