Miles de millones morirían.
Darya lo sabia con certeza en el momento en que se bajo del lomo del líder de las criaturas del bosque. En frente de ella se hallaba el sitio en donde habia iniciado la guerra hace años atrás, en donde los Faes expulsaron a los Drow a las cuevas del subsuelo, sellando la única entrada y salida con una enorme roca irrompible. Aquellos seres que habían querido conquistar todo el continente de Arevalous, toda la existencia más allá de la razón; ahora nuevamente podían amenazar su mundo.
El lugar estaba exactamente igual, las cuerdas viejas del puente que cruzaba el acantilado donde pasaba el rio abajo, del otro lado del rio se hallaba una pequeño circulo de terreno donde se podían apreciar la imagen de los principales dioses; Epona, diosa de la tierra, Belenus, dios del fuego, Deva, la diosa del agua y finalmente Aine, la diosa del aire, que alguna vez pisaron aquellas tierras tambien, sus cuatro estatuas yacían alrededor de las orillas, protegiendo con magia el lugar. Pero algo no estaba bien, una hembra se encontraba cerca de un agujero con miles de pedazos de rocas a su alrededor, la roca que cubría la entrada del subsuelo, aquella roca que estaba compuesta en su totalidad de grafeno, la hacía indestructible.
Hasta ese día…
Las hojas secas de otoño caían suavemente y un escalofrío recorrió la espina dorsal de la Reina al ver como la hembra que estaba en frente se daba la vuelta para mirarla; su rostro sin ninguna expresión, su piel oscura como la piedra, su cabello extrañamente negro y ondulado, la esclerótica de su ojo del mismo color y el iris de un color magenta intenso, utilizaba un traje de adamantina y en su mano sostenía una espada, sin duda era una Drow, pero estaba sola, no habia ninguno mas de su raza.
—Vete por donde saliste —Gritó la Reina
Fue una mala idea abrir la boca.
La Drow movió ágilmente la espada y su rostro que anteriormente no identificaba ninguna emoción, ahora tenia una rabia intensa implantada en él. Blandió su espada en cada una de las estatuas, quebrantando así la magia que contenía el lugar. Darya al darse cuenta de su grave error, miró a Evon, el líder de las criaturas del bosque su hermoso pelaje naranjo con rayas negras cubierto con su traje pesado de cuero para combatir, y en sus garras sostenía dos espadas, listo para luchar. Detrás de ambos, se encontraban las criaturas que los habían seguido sin descanso por el bosque, aquellas que son fieles a la Reina y tambien a su querido líder.
Evon actuó de inmediato al ver las acciones del enemigo. Blandió sus espadas con velocidad cortando ambas cuerdas que sujetaban el puente, dejándole ninguna oportunidad de llegar a donde se encontraban ellos.
Pero estaba equivocado, la Drow tenia un haz bajo la manga.
La palma de su mano brillo de un color grisáceo intenso, las raíces de los árboles que se encontraban cerca del acantilado comenzaron a moverse, creando de a poco un nuevo puente en donde podría cruzar sin problema alguno.
Darya se preparó, sabía que una Drow que habia roto en pedazos la roca con el material mas fuerte de su mundo no sería tan fácil de derrotar. Le habían advertido que no utilizara su magia de cambia formas, que su energía vital no resistiría por mucho tiempo aquella forma que tomaba, su pequeño corazón no lo permitiría; sin embargo, tenia que intentarlo.
Los guerreros del bosque se preparaban mientras veían como la Drow cruzaba el acantilado como si no le temiera a nada ni nadie. Un humo negro envolvió a la Reina, convirtiendo la mitad de su cuerpo con garras y escamas de color blanco, de su espalda sobresalía un ala que se extendía hacia arriba.
Darya, el dragón de la luz; así es como la habían nombrado tiempo atrás. La Drow sonreía de lado observando la mitad del cuerpo de la reina lleno de escamas, algunas veces habia podido escuchar de la boca de sus maestros lo poderosa que era la guerrera al cambiar completamente su forma; pero ahora no lo estaba con totalidad.
—¡Ataquen! —El fuerte grito de Evon resonó como un eco por el bosque.
Tan presto como la Drow tocó el suelo de nuevo, los guerreros se lanzaron hacia ella como una marea intermitente de ferocidad. Pero ella era fuerte, mucho mas fuerte que cualquier Drow que alguna vez existió. Apretó la espada de su mano y se desenvolvió con cada ataque que se le presentaba en frente, mientras que su diestra se envolvía en aquel brillo convocando su magia. Las hojas de los arboles caían como dagas recién afiladas encima de los cuerpos de los guerreros, tiñendo el césped de un color carmesí.
Darya no podía soportarlo más, a pesar de no poder completar totalmente su transformación se lanzó hacia la Drow. Su cuerpo contra el de ella volaron lejos por los aires; rasguños, golpes e incluso gritos de dolor se oían por parte de ambas. El cuerpo de la Drow chocó con un tronco, ambas invertidas en contra de la gravedad, la Reina la tomó del cuello, oprimiendo a cada segundo sus garras contra la piel grisácea, la sangre oscura manchaba la piel escamosa de Darya.
—Déjanos en paz, inmunda criatura —Darya escupió esas palabras en el rostro de la Drow
Pero no se habia percatado que las palmas de su enemigo estaban brillando, las raíces del árbol salieron de las profundidades enrollando las extremidades de la Reina ahora inmóvil.
—Si vis pacem para bellum (Si quieres paz, prepárate para la guerra) —Contestó la Drow en una lengua antigua, casi extinta. Pero Darya la entendía a la perfección.