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C A P I T U L O 7

C A P I T U L O  7

"Ilusiones"

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Residencia Emerald - 10:00 p.m.

Heather Brooks 

Me siento en las nubes en este momento, mi mente distorsiona la realidad de una manera impresionante. Siento calor, estoy sudando y tengo ganas de saciarme sexualmente con cualquiera en este instante sin importar el costo. 

Levanto la cabeza para ver a mis hermanas quienes están igual de perdidas que yo, procesando los efectos de esta forma poderosa hecha por los mismos Williams. 

Una exquisitez en todo su esplendor. 

Hannah se levanta enérgica, comenzando a reír de un momento a otro, algo que a mí me causa gracia, ya que su risa es contagiosa. 

Los recuerdos se vuelven opacos con la atención que le estoy prestando a mi hermana. Michelle no sabe ni siquiera porque nos reímos, pero ella nos acompaña en nuestro ataque de risa. 

—Deberíamos ir a ver a Spencer —suelta Hannah como si eso no fuera una locura. 

—¿Visitar a mi ex bajo efectos de droga? No gracias, paso —responde Michelle.

—Vamos, él debe saber algo de información sobre lo que necesitamos para continuar con el plan —trata de convencernos.

Michelle y yo suspiramos. Claramente, no es un placer querer ir a verlo y menos aún sabiendo que tuvo no solo una relación con mi hermana, sino que tuvo varias noches locas conmigo. 

—Está bien, iré —respondo. 

—Oh, no hablaba de ti, mi pequeña muñequita —Hannah se coloca en cuatro patas y se acerca a mí con cara de que tiene algo entre manos —. Me refería a que Michelle y yo iremos a visitar a nuestro exnovio.

Michelle abre los ojos y desde mi perspectiva pareciera que se le van a salir.

—Vaya, esos tres meses fueron locos en serio —menciona ella. 

—¿Qué es lo que estás pensando Hannah? 

—Necesitas un respiro de todo esto, no te has salido a divertir desde que todo esto comenzó —confiesa —. Míranos; Michelle hizo su vida para evitar seguir viviendo en el pueblo y yo ahora soy una cantante reconocida en los Estados Unidos y pronto estaré en Europa. ¿Y tú? ¿Qué has hecho desde que él se fue?

Buena pregunta para una respuesta que no tengo ahora mismo, ya que entiendo su punto a la perfección. 

—Necesitas divertirte, hermana —me abraza —. Solo quiero que despejes la mente por un momento, debes aprender a soltarte. Así que vamos a encontrarte ropa sexy para que vayas a una de las cavernas y vas a divertirte mucho, vas a follarte al primer hombre guapísimo que te encuentres y llegarás al día siguiente con o sin pantis ¿Queda claro? 

Asiento agitadamente haciéndole entender que si le presté atención a pesar de lo malditamente drogada que me encuentro en este momento. 

Me arrastra hacia su habitación, empieza a sacar todos los vestidos de noche que tiene en su closet dejando una parte de este casi vacío. Los vestidos yacen en la cama, la mayoría son de color negros o púrpuras, pero el negro es el que predomina en todo. 

Dos horas fueron suficientes para tratar elegir el traje perfecto para mí. Mientras elegíamos, inhalábamos un poco más de aquella droga que nos empezó a alocar poco a poco. Me miré al espejo un par de veces, con eso pude observar que mis ojos empezaban a brillar con intensidad, al rededor de mis iris los tenía rojos. 

Al final, observe mi anatomía vestida por un top de encaje negro, una falda, botines y una chaqueta. Todo un conjunto de color negro. El maquillaje perfecto, el peinado perfecto y la ropa perfecta para ir a una noche alocada donde me dejaré llevar por mis instintos sexuales que aclaman algo de diversión. 

—Estás más que lista —me sonríe mi hermana.

Ella busca algo en uno de los cajones de su tocador, me enseña la bolsa que contiene el polvo con motitas verdes, lo mete en mi bolsillo y sonreímos con complicidad. 

—Ya llego el taxi —informa Michelle. 

Mis dos hermanas me sacan a la fuerza de la casa sin siquiera dejarme agarrar mi teléfono. En cuestión de segundos ya me encuentro afuera, me subo en el taxi. Este arranca para llevarme a la caverna, en el trayecto me siento un poco incómoda por el largo tiempo que tenía sin usar ropa casual.

El taxista me mira con morbo, incluso puedo ver como se relame los labios al ver mi escote el cual cubro con la chaqueta negra. Llegamos a mi destino, me bajo, pago y me adentro a la caverna. Lo primero que veo son luces púrpuras y todo el lugar está a oscuras. Camino hacia la barra lo más rápido que puedo para evitar ser sofocada por las personas que están bailando allí sudorosas y llenas de euforia en sus cuerpos. 

Le pido al bartender un trago de tequila, este me mira con ojos deseosos. Le muestro una sonrisa perversa y este palidece en segundos trayéndome mi trago en un santiamen. 

Bebo hasta el fondo, el líquido pasa por mi garganta empeorando mi estado por la droga que inhale hace más de cinco minutos, aunque ¿quién lleva la cuenta ahora mismo?




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