C A P I T U L O 18
"Máscaras caídas"
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Caverna Egonsville - 10:00 p.m.
Heather Brooks
—Daf era una mujer maravillosa —arrastra las palabras mientras sigue bebiendo su copa de whisky —. Erra una mujeeer muuy encantadorra.
Asiento mientras lo veo con curiosidad por la descripción de su noviecita. Fue un gran dolor de cabeza, aguantarme cada uno de sus llantos estúpidos cuando la teníamos en la bodega, sus alucinaciones me divertían mientras la vigilaba unas cuantas veces, pero luego tomaba lucidez y ya no era tan divertido. Era un obstáculo que necesitaba quitar de mi camino si quería que todo saliera a la perfección como él lo pedía.
—Creo que lo mejor será llevarte a tu casa —lo tomo de sus brazos, rodeo uno de estos en mi cuello para llevármelo del lugar. Intento no dejar que se caiga, pero su peso no ayuda mucho.
—No guiero irrr a casaaaa
—Tomaste mucho tequila, debes ir a dormir —llegamos a mi auto y conduzco hacia su casa.
Llegamos a una residencia, antes de bajarnos le pregunto el número de apartamento en donde vive.
—Cuarenta y cinco... —sigue un poco inconsciente por el alcohol.
Subo las escaleras lo más que puedo, ya estamos enfrente de la puerta, la abro con la llave que Fletcher me dio antes de subir, entramos. La casa es... un desastre, hay papeles de los expedientes regados por todas partes, algo que me dice que ha tenido días un poco estresantes. Lo llevo a su habitación, dejo que se tire en la cama, le quite los zapatos y...
Tomo mi teléfono.
—Estoy dentro —informo a la otra línea.
—Encuentra lo que puedas y deshazte de eso —ordena mi padre.
Cuelgo la llamada, busco entre los papeles que están en el suelo. Fotos de Espíritu Libre, de Michelle y de Hannah. Este hijo de puta estuvo investigando un poco, al parecer. De repente, encuentro fotos mías estando en el psiquiátrico; con Spencer en la calle de Egonsville cuando sucedió el incendio en el almacén. Me sorprende el hecho de que estuvo investigándonos un poco durante un tiempo. Supongo que deberé tener más cuidado con lo que hago.
Tomo foto de toda la evidencia que tiene, recojo lo que puedo y me lo llevo. Me alejo de la casa de Fletcher, camino hasta llegar al cementerio que no está muy lejos de aquella residencia, dejo todo en la tumba de su novia.
Dafne Espinoza
12 de Abril de 1994 - 16 de Marzo de 2021
"La mujer más única del mundo"
Esta asquerosidad solo pudo haberla escrito Fletcher, a veces creo que es un poco obsesivo con las personas y la respuesta está frente a mis ojos al tener tal pensamiento. Saco un encendedor, me agacho para prenderle fuego a toda la evidencia que estuvo recopilando de nosotras, sobre todo de mí.
—Querida Dafne... Tu novio está loco y tú eres una loca, son tal para cual —dejo que las llamas se deshagan de aquellas pruebas que tenía este imbécil sobre mis hermanas y yo. No volverá a tener absolutamente nada de nosotras a menos que sepa lo que le conviene —. Pronto te acompañará al infierno, no te preocupes.
Esas son mis últimas palabras antes de irme del lugar, llamo a mi padre para avisarle que ya todo está listo. Decido ir a la central para seguir trabajando en el siguiente operativo falso que se le hará a unos traficantes de órganos que están negociando en la zona. Llego a la central, entro y me dirijo a mi oficina.
A esta hora no hay nadie, por lo tanto, tengo que aprovechar esta oportunidad de que puedo ir y venir cuando se me dé la gana. Entro a la oficina, noto que todo está desordenado, no entiendo que habrá sucedido, pero se nota que alguien estuvo aquí, saco mi arma, la cual siempre llevo conmigo. Cada paso que doy es un peso sobre mis hombros porque la sensación de pánico está creciendo cada vez más.
¿Quien será?
—Que agradable sorpresa, pensé que no volverías a recibirme con un arma otra vez —la voz de Jordán me causa escalofríos —. ¿Que? ¿Acaso soy un extraño para ti?
Aprieto la mandíbula, cierro los ojos.
Esto no es real, esto no está pasando.
Él está muerto, lo matamos...
Lo matamos...
Lo mate...
—Si, me mataste, pero sigo aquí —abro los ojos sin poder creerlo —. Que lastima que su plan funciono, estaba deseando terminar con mi plan, pero bueno, no todo el tiempo se gana.
—¿Que eres? ¿Que haces aquí? —pregunto, seguramente estoy volviéndome loca.
—Tu castigo...
—¿Mi castigo? —pregunto.
—El tuyo y el de tus hermanas, querida Heather —se acerca tan a mí que no sé que hacer.
Estoy paralizada, no puedo reaccionar, ni siquiera puedo tomar mi arma y matarlo de una vez por todas.