E P I L O G O
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20 de Diciembre de 2021
Hospital Psiquiátrico de Egon - 11:00 p.m.
Narrador Omnisciente
Sentir el gran alivio de que una parte de tu plan de esta ejecutando a la perfección es la satisfacción mas grande que puede pedir el causante de tantas muertes, el virus en el pueblo, el verdadero autor de aquellas atrocidades, desde muertes hasta venta de órganos en el mercado negro solo porque tenía sed de poder.
Se regocija al ver los cuerpos de sus queridas sobrinas siendo profanadas por un montón de hombres que practican aquellos actos sexuales para complacer su sed de carne. La sangre de sus cuerpos fue drenado y guardado en dos frascos de cristal, como si de un trofeo se tratara, la sangre Williams no es tan fácil de conseguir.
Esperaba más de sus sobrinas, después de todo, él las crio siendo lo que son, unas malditas bujas de mierda que tenían tendencias homicidas con tal de complacerlo a él, de ganarse su confianza, de ganarse un lugar en la familia, pero eso no fue en vano, ahora todo quedaba en manos de su último heredero y del cual tiene más esperanzas depositadas porque se parece más a él de lo que creía.
Hablando del heredero de la fortuna; Ryan Spencer, un hombre correcto y lleno de justicia en su alma, cuerpo y mente, se encontraba deambulando entre los pasillos de aquel edificio construido por obreros que esperaban haber hecho un bien mayor para ese pueblo, aunque la mayoría murió durante la construcción indicando que el proyecto iba a ser un gran error, sin embargo, el jefe jamás dudó en querer hacer tal proyecto benéfico para su pueblo.
La luz de la luna blanca destellaba colándose entre las ventanas de todo el edificio, no había luces encendidas, ya que era la hora de dormir, pero Spencer busco la manera de escaparse de su habitación. Buscó y buscó donde podía escapar sin hacer mucho ruido, por desgracia, Joe lo encontró con las manos en la masa.
—¿Qué estás haciendo aquí? —pregunta el viejo decrépito.
—¿No deberías estar haciendo la siesta? —se burla Spencer del viejo.
—No empieces con tus juegos de contestar una pregunta con otra.
Se queda callado, no sabe que más responder.
—¿Quieres caminar un rato? —pregunta Joe.
Spencer asiente, con algo de duda, siguió los pasos de Joe hasta llegar a la sala de juegos, dónde estos dos se conocieron y él era la última esperanza de Joe Pearlford.
—Si querías hablar solo debíamos ir a mi celda y...
—Es mejor aquí, no hay cámaras —interrumpe Joe.
—¿Cómo lo sabes?
—Niño, yo construí este sitio —dice socarrón. Su expresión cambia a una seria —. Deberías ser más educado con tu abuelo.
—No eres mi abuelo, no te hagas ilusiones —responde Spencer aclarando la situación.
—Tu padre es mi hijo.
—Solo en papel —objeta Ryan.
—Pero eres hijo de sangre de Craig.
—Mi padre es Justin Spencer, lo dice mi acta de nacimiento —alega el joven.
Joe ríe por lo bajo.
—Cambias todo a tu conveniencia —sigue riendo —. Te pareces tanto a tu padre.
Spencer rueda los ojos, está hastiado de que siempre le diga lo mismo cada vez que hablan a solas.
—Mejor me voy, estoy perdiendo el tiempo aquí...
—Hannah y Michelle están muertas —suelta Joe Pearlford.
—¿Cómo pasó? —pregunta Ryan con algo de curiosidad.
—Hannah se había tomado un año sabático, según su representante, se fue a alguna parte de México y desapareció, hasta que encontraron su cuerpo en Campeche —la información que le da sobre la muerte de esa cantante le quita un gran alivio a Ryan —. Pero Michelle...
—¿Cómo murió Michelle? —pregunta el ex detective interesado por la muerte de su exnovia.
—Se suicidó antes de que los hombres de Craig fueran a buscarla para llevarla con él.
Ryan asiente tratando de asimilar el hecho de que su exnovia fue capaz de colgarse solo para salvar la información que tenía. Ya no siente nada, ni siquiera tristeza, solo siente alivio por saber que ahora puede estar más tranquilo, sabiendo que ella tal vez, solo tal vez, este en un mejor lugar.
—Michelle se suicidó porque necesitaba ocultar la información que tenía, quería evitar que Craig se deshiciera de todo —explica Joe.
—¿Qué clase de información?
Joe no responde de inmediato, ya que un ruido los alerta a ambos, se acercan a la puerta, preparados para cualquier cosa y...
—¡¿Qué diablos...?! —Ryan cubre la boca de Ángela.
—No grites —ella asiente entendiendo su petición —. ¿Qué haces aquí?
—Estaba buscándote, algo pasa allá afuera.
Los guía a las ventanas, hay fuego, caos y algo más que no se entiende con exactitud. Una guerra, una declaración de guerra hacia todos los Williams, los autores... El pueblo, pero sobre todo... El capitán Fletcher.