Ares, mundo salvaje

CAPITULO UNO, PACTO DE LOS DIOSES

12

Los grifos tenían pequeñas alas pero no podían volar más que cortos tramos, el peso de su cuerpo no era proporcional con el tamaño de sus alas. Sin embargo eran grandes cazadores, su fuerte pico carroñero, junto con sus garras delanteras, les ayudaba bastante en la tarea. Eran territoriales por lo cual había que tener cuidado de cruzarse con uno. Normalmente para un licántropo convertido en lobo, no era rival de temer, pero siempre era mejor evitar ese fuerte y puntiagudo pico, si era posible.

Vania viajó sobre el lomo de Uxmael. Abrazada al cuello del poderoso lobizón iba bastante cómoda de no ser por los grandes saltos que daba de vez en cuando, para esquivar algún tronco caído o un bache del terreno. El viento le rozaba la cara y le tiraba su largo cabello rojo, como el cielo de un atardecer en Ares, hacia atrás, le parecía estar volando bajo. La sensación le gustaba y el roce con el pelaje del lobo la hacía sentir salvaje y libre a la vez.

Llegaron al escarpado y subieron a las sierras. Uxmael tuvo la precaución de quedarse en su forma de lobo por si se cruzaban con algún grifo hambriento. Al lado de él, Vania se veía como una niñita de cinco o seis años.

La planta estaría en las zonas altas y libres de maleza. Como era de noche, sería fácil reconocerla, sus flores eran de pétalos grandes y alargados, como una boca abierta con muchas lenguas, y de un blanco tan brillante como una espada de plata bajo un reflejo de luna.

En lo alto de una de las rocas, que se separaba del resto formando un pequeño acantilado, Uxmael divisó un brillo poco natural entre la opacada piedra caliza que lo rodeaba. Una flor de maniphasa lupinaria se abría en grandes pétalos hacia el reflejo de las lunas de Ares. La planta estaría a unos doce metros por arriba de ellos, era algo escarpado el camino pero no imposible de trepar para un lobizón con su fuerza y agilidad. Le dijo a Vania que lo esperara allí abajo, él se encargaría de ir en busca de la flor, pero no sería tan fácil. En ese momento miró hacia arriba por el sendero rocoso y vio a un grifo que custodiaba el camino de subida agazapado en una rajadura de la roca esperando por su cena.

En principio el grifo no le dio importancia al lobo grande que desde abajo lo miraba atento. Pero en un momento el lobo empezó a subir justo hacia donde estaba él esperando por una tierna y rica serpiente. No le gustó nada esa actitud. Dejó de lado su vigilia y se paró sobre sus dos patas traseras con las garras abiertas hacia adelante y amenazantes, desplegó sus alas totalmente, parecía el doble de su tamaño real, y esperó a su rival con todos los pelos del lomo erizados y las plumas de su cuello levantadas como los pétalos de la maniphasa lupinaria a la luz de la luna.

Uxmael no tenía ganas de enfrentarse al grifo, pero tenía que pasar por allí y si era necesario lo haría. Cualquier vampiro, pensó, en esa forma le temería de solo verlo y probablemente saldría corriendo. Pero este animal, no más grande que un humano promedio parado en dos patas, parecía no temerle en lo más mínimo. Nunca antes se había enfrentado a un grifo pero tenía cuenta que algunos lobos sí. Y en la yesca habían perdido un ojo, un dedo, o una oreja en el mejor de los casos. Uxmael no tenía intenciones de perder nada, solo quería pasar, así que decidió que sería una buena estrategia correr hacia el grifo a toda velocidad y toparse de frente con él. Si el animal se golpeaba lo suficiente en su caída, quizás se largara sin más.

Pero el grifo era un poco más inteligente que eso. Cuando el lobo se le vino encima, levantó vuelo por encima de aquel y lo hizo pasar de largo como caballo desbocado. Si bien no podía volar más allá de trechos cortos, como una gallina doméstica quizás, era suficiente para esquivar peligros de ese tipo.

Uxmael abrió grandes sus los cuando vio que el grifo se elevaba sobre él unos centímetros, lo suficiente para que ni siquiera llegara a rozar al animal, y fue a dar contra un roca en su alocada carrera. El grifo cayó parado detrás de él y directamente lo atacó sobre sus ancas traseras clavándole las garras al punto que le hizo sentir como penetraba cada una de las uñas sobre su carne. A la sorpresa del dolor, se le sumó la de ver caer de pronto al grifo, mientras se giraba para contraatacar, totalmente desmayado. Cuando terminó de caer al suelo por atrás apareció Vania con una roca bastante pesada en sus manos. Algunas plumas todavía volaban por el aire del golpe que había recibido el grifo en su cabeza. No parecía muerto porque su cuerpo aún respiraba, pero seguro iba a estar un rato largo allí tirado .

—¡Pero Vania, cómo se te ocurre arriesgarte de esa forma! —le dijo Uxmael.

—¡Ay, señor!, pensé que usted estaría muy débil después del golpazo que se dio contra esas rocas, de verdad me preocupé mucho —contestó Vania a punto del sonrojo.

—Perdona, es verdad, no podías saber… Sí que me sorprendió ese bicharraco, no sabía que podían volar, ni siquiera en tramos cortos…

—Señor mío, déjeme verle el hocico, creo que está sangrando. Y su lomo también…

—¿Eh? Ah bueno pues, no es nada no te preocupes, apenas lo siento —mintió Uxmael. En su forma humana también se habría sonrojado—. Y ya basta de llamarme señor, no soy tan viejo, apenas tengo unos ciento veinte años. Llamame Uxmael, o Ux como me dice mi hermano.

—Si señ… perdón, Ux.

—Y gracias, ya sabes, por ayudarme con el pajarraco. ¿Me harías un favor más?



#15539 en Fantasía
#21213 en Otros
#3377 en Acción

En el texto hay: brujas, vampiro vs hombrelobo, batallas epicas divinidades

Editado: 31.01.2023

Añadir a la biblioteca


Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.