Habían asesinado a mi padre en mis brazos, y si no quería ser la siguiente tendría que mantener la calma y pensar con claridad. Miré a mi alrededor en busca de una salida, pero todas las puertas habían sido bloqueadas por los hombres de mi tío. Salir de aquí sería imposible y a este paso me encontrarían en cuestión de minutos. Esconderme en el armario podría no haber sido mi mejor idea.
Mientras pensaba en posibles opciones para salir sin ser vista, la puerta fue abierta. Unos brazos me sujetaron y de un tirón me sacaron del armario haciendo que cayera al suelo.
—Vaya, vaya, vaya, pero ¿qué tenemos aquí? —se burló y yo traté de recomponerme—. Si es mi querida sobrina, Charlie. ¿Por qué te ocultabas? Acaso, ¿tienes miedo de tu tío? —pronunció sarcástico.
—No, tío. No le tengo miedo a nadie, mi padre me enseñó a no temerle a la basura que se atraviesa en mi camino —contesté mientras me levantaba del suelo e irónicamente limpiaba el polvo de mi ropa.
—Mocosa inmunda —gritó antes de pegarme una cachetada—. Podría matarte si quisiera, al igual que lo hice con tu hermano —escupió y mi paciencia llegó a su límite.
—Mi hermano no está muerto. —Dentro de mi sabía que por mucho que me lo dijera a mí misma, la realidad podría ser una totalmente distinta—. Aún está vivo, sé que sigue con vida —insistí.
—Puedes creer lo que quieras niña, pero tu hermano está cincuenta metros bajo tierra y jamás lo volverás a ver. —Empezó a reír como un lunático y yo retrocedí inconscientemente—. ¿Qué pasa? ¿Ahora si empiezas a temerme? —alardeó y me empujó hasta un sillón—. No sobrevivirás más de dos días sin tu protector —se burló refiriéndose a mi padre.
—Mi padre me enseñó a cuidarme sola, no necesito de nadie —declaré y al ver que no cedía, su rostro cambió de uno sonriente a uno enojado.
—Morirás esta noche —murmuró.
Levantó la mano para golpearme, pero antes de que pudiera hacerlo, se escucharon varias explosiones y en cuestión de segundos, unos hombres vestidos de negro se adentraron a la habitación y noquearon a todos los hombres de mi tío, el cual huyo rápidamente hacia la azotea y se marchó en su helicóptero. Justo cuando pensé que todo había acabado, uno de los hombres colocó un paño en mi nariz, haciéndome caer en un profundo sueño.
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Editado: 11.10.2024