Arreglos Del Pasado (maldades y bondad #2)

Felicitación

             CAPÍTULO 2 

 

Viernes, 19 de agosto de 2022

Me encontraba encima de mi cama con mi portátil escribiendo en mi libro “Maldades y Bondad” mi siguiente capítulo que sería el último, después pasaría al epílogo. Sentí ganas de llorar porque había estado un año escribiendo esta historia, parte de mi vida aquí. Volqué todo mi tiempo, pasé horas y horas en la pantalla de mi portátil sin descansar a penas.

Os preguntaréis cómo lo hice, ¿verdad? Os contaré todo, tenía un diario como ya lo pudisteis leer, ese diario hizo que yo recordara pequeñas cosas que a lo largo de los años se me había olvidado, porque cuando pasa el tiempo recuerdas lo más importante y esencial en tu vida. También miré cada conversación que tuve en Facebook, me pasé horas y horas buscando. 

Eso y lo que yo recordaba a la perfección hizo que pudiera plasmarlo en mi libro. Mi móvil me avisó que tenía un mensaje en WhatsApp y dejé de escribir. Agarré el móvil que estaba situado en la mesita de noche y lo miré: Era mi amiga mexicana y escritora Carlotta Miranda, había publicado sus libros en físico gracias a Amazon y le iba bastante bien. Le había preguntado por eso, quería saberlo todo. Tenía pensado publicar mi libro en Amazon gracias a que ella me lo recomendó.

Carlotta Miranda MX 

Ser autor independiente te da muchas ventajas, pero también como todo, hay cosas buenas y cosas malas, la cuestión es encajarlo perfectamente 😘😘

Suspiré.

          YO 

Muchas gracia por todo, amiga❤️ Estoy un poco nerviosa, siempre he publicado mis libros en plataformas pero nunca en físico😬😰

Su respuesta no tardó en llegar. 

Carlotta Miranda MX

Te felicito por animarte a vivir tu sueño✨✨

Le di un corazón a su respuesta y me levanté de la cama. 

Mi cuarto era totalmente diferente a como estaba cuando era tan solo una adolescente, era mi versión más adulta. 

El dormitorio era blanco haciendo juego con las cortinas de mi habitación. Los espejos en el armario de ropa seguían presentes, pero los cartelitos que tenía en la pared los tenía guardados en el baúl de los recuerdos. Una estantería casi completa de libros se encontraba enfrente de mi cama.  

Mi obsesión por los libros no había disminuido ni siquiera un poco.

Era las cinco de la tarde, ese día había reunión en la iglesia y yo tenía ensayos con chicas adolescentes para las obras de teatro. 

Bajé por las escaleras y me dirigí al comedor, mi madre y mi hermana se encontraban allí. 

—¿Iréis a la iglesia?— 

—Sí, por mi parte sí—Respondió mi madre. 

Miré a mi hermana. 

—¿Y tú?—

—Quizás sí que me acerque. 

Asentí. 

—¿No tienes ensayos hoy?— 

Resoplé. 

—Sí, espero que no den tanta guerra como el otro día. Son un quebradero de cabeza.—En realidad las tenía mucho cariño, pero a veces cuando no estaban de acuerdo entre ellas mismas comenzaban a discutir.

—Cuando hagan eso diles que se lo dirás al pastor.—Dijo mi madre. 

Me pareció correcto. 

—Sí, me agota todo para mí.

Mi madre sonrió.

—Lo sé.

—Bueno, me voy a los ensayos.—Me despedí de ellas. 

Salí de casa de mis padres y me dirigí hacia mi destino; la iglesia evangélica. Seguía en el coro y dirigía a las adolescentes en las obras de teatro, llevaba casi tres años. Cuando llegué a la plaza mayor, desde la distancia vi a Roque en la terraza de un bar. Hablaba con algunos amigos suyos de la tercera edad.

Cuando se volteó, se quedó mirándome.

«A pesar de ser mi mejor amigo y mantener con él una amistad de años, muchas veces el corazón me late rápido cuando le veo… Igual que me está pasando ahora…» Ya sabéis que soy una persona muy intensa con mis sentimientos y emociones, me conocéis de sobra.

Pero a diferencia de la adolescencia, sabía controlarlo más. 

—¡Hola, Roque!—Saludé con emoción. 

Se levantó de la silla y se acercó para saludarme.

—Hola, guapa.—Me sonrió con simpatía. 

Le di un abrazo fuerte.

 —¡Feliz cumpleaños!—Me dio un apretón y nos apartamos.

 —Muchas gracias, Nora. Aunque ya soy viejo. 

Me reí.

 —Y yo…

Puso rostro de pena en modo broma.

—Fuiste la primera en felicitarme...

Me sorprendí. 

—¿Sí?—

 —Sí, mi tía me felicitó creyendo que era la primera…—sonrió.—Pero le dije que no, que la primera en felicitarme habías sido tú.

—Qué bien, siempre soy la primera.

De pronto un amigo suyo llamó su atención.

 —Me tengo que ir, cuando nos veamos te invito a tomar algo. 

—Sí, claro. 

Nos dimos otro abrazo y según estábamos así, le dije:

—Otro año más siendo amigos… 

—Hombre, eso está claro. Por muchos años más. 

Según se acercaba a sus amigos me quedé observándole, llevaba una camisa verde oscura y pantalones blancos. Mi prototipo de hombres en edad adulta, ya el típico bad boy con la cazadora de cuero quedó atrás. 

Cosas del pasado. 

Seguí mi camino y una señora que no me veía desde hacía seis meses, me paró para hablar conmigo.

—¿Te has cortado el cabello?—

 —Sí, la verdad es que quería un cambio de look. 

Me había cortado el cabello por los hombros hacía algunos meses, aunque ya lo tenía un poco más largo.

—Te queda muy bien, chica. 

—Muchas gracias, Irene.

Seguí mi camino y me dirigí a la iglesia que se encontraba en el mirador del pueblo, era una iglesia nueva que habíamos adquirido hacía muy poco.

La iglesia era un antiguo colegio donde mi madre había asistido en su infancia. 

Cuando entré, estaban sentadas esperándome. El lugar era extenso y sencillo.

Caminé hasta que me puse enfrente de ellas.

 —Me gustaría hablar con vosotras de lo que pasó ayer… No me agradó que por una tontería haya una discusión entre vosotras. Estamos aquí para bendecir y ser de bendición.




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