Axel
¿Por qué me encontraba aquí? ¿Cuál era el maldito propósito? ¿Cómo conseguí estar tan mal? ¿En serio? En el pasado, fui capaz de liberarme de sus garras y alejarme. Nannette fue mi follada rápida por años, pero luego se puso toda necesitada. Y me gustó. De alguna manera, se las arregló para meterse bajo mi piel. Deseaba ser querido —era así de patético. Mi papá rara vez me llamaba; mi mamá decidió que prefería a los modelos franceses por sobre mí hace años.
Me hallaba bastante jodido.
Ya era hora de superarlo. Mir me necesitó por un tiempo cuando sintió que perdía a Leo, su hermano y lugar seguro, por su nueva vida con su esposa e hijo.
No es que Leo no la fuera a recibir con los brazos abiertos —simplemente ella era una perra. Todo lo que tenía que hacer era aceptar a la esposa de Leo, Bianca. Eso era todo. Pero la testaruda mujer no lo haría.
Los míos fueron los brazos a los que corrió, y como un tonto los abrí para ella. Ahora, todo lo que tenía era un montón de maldito drama y un corazón ligeramente dañado. Ella no lo reclamó. No del todo. Pero tocó un lugar que nadie más. Me necesitó. Nadie jamás me había necesitado. Me hizo débil.
Para probar mi punto, me encontraba aquí en la casa del padre de Mir, buscándola, esperándola. Enloqueció de nuevo, y Leo no vino a su rescate. Colgó su capa de Superman y decidió que sus días de venir a rescatar a Mir terminaron.
Yo quería eso. Tan enfermo como era, quería ser su héroe. Maldición, era un marica.
—Bebe, chico. Joder, sabes que lo necesitas —dijo Killian, el padre de Miranda, mientras empujaba una botella de tequila medio vacía en mis manos. Killian era el vocalista de la banda de rock más legendaria del mundo. Slacker Demon existía hace veinte años, y sus canciones todavía se disparaban al número uno cada vez que lanzaban un nuevo álbum.
Empecé a discutir, pero cambié de opinión. Tenía razón. Necesitaba un trago. No pensé en donde estuvo la boca del tipo cuando toqué el borde de la botella con mis labios y la incliné.
—Eres un chico inteligente, Axel. Lo que no puedo entender es por qué diablos estás aguantando a Miranda—dijo Killian mientras se hundía en el sofá de cuero blanco frente a mí. Usaba un par de ajustados pantalones negros y una camisa
plateada abierta. Los tatuajes cubrían su pecho y brazos. Las mujeres aún enloquecían por él. No era su aspecto. Él era demasiado malditamente delgado.
Una dieta de alcohol y drogas te hacía eso. Pero era Killian. Eso era todo lo que les importaba.
—¿Me vas a ignorar? Demonios, es mi hija y no puedo soportarla. Maldita perra loca, es igual que su mamá —dijo arrastrando las palabras antes de darle una
calada a su porro.
—Es suficiente, papi. —La voz musical que últimamente encontraba su camino a mis fantasías llegó desde la puerta.
—Ahí está mi pequeña niña. Salió de su habitación a visitarnos —dijo Killian, sonriéndole a la hija que realmente amaba. A la que no abandonó. Helena era impresionante. No se veía como la hija de una estrella de rock.
Parecía una inocente y dulce chica de campo, con largo cabello oscuro y ojos que te hacían olvidar tu maldito nombre.
—Vine a ver si planeabas comer la cena en casa esta noche o si ibas a salir —dijo ella. La observé mientras entraba en la habitación y me ignoró a propósito. Eso sólo me hizo sonreír.
Yo no le gustaba. La conocí en la fiesta de compromiso de Leo y Bianca y luego hablé con ella en la recepción de la boda. En ambas ocasiones, no terminó bien.
—Pensaba salir. Necesito un poco de fiesta. Me he quedado en esta casa demasiado maldito tiempo.
—Oh. Bien —dijo en esa suave voz que juro era embriagadora.
Killian frunció el ceño. —¿Te sientes sola? ¿Encerrarte en esa habitación con tus libros ya te ha afectado, pequeña?
No podía quitar mis ojos de Helena. Rara vez la veía cuando venía aquí.
Miranda no era exactamente amable con ella. Entendía por qué no le gustaba. La devoraban los celos en todo lo que concernía a Helena. Aunque no fuera su culpa que Killian la amara y no pareciera dar una mierda por Mir. Helena iluminaba una
habitación cuando entraba. Tenía una tranquilidad en ella que era difícil de explicar. Te hacía querer acercarte y ver si podías sumergirte. Ella lograba fácilmente que alguien tan egoísta como Killian la amara. Miranda hacía difícil que la
gente normal la amara —mucho menos alguien como Killian.
—No, estoy bien. Sólo iba a esperar y comer contigo si planeabas comer aquí. Si no es así, comeré un sándwich en mi habitación.
Killian comenzó a sacudir la cabeza. —No me gusta eso. Pasas demasiado tiempo allí. Quiero que dejes la lectura esta noche. Grant está aquí y necesita un poco de compañía. Es un buen tipo. Habla con él. Pueden cenar juntos mientras espera que Mir regrese.
Helena se tensó y finalmente me miró, pero sólo por un momento. —No lo creo.
—Vamos, no seas presuntuosa. Axel es un amigo de la familia. Es el hermano de Leo. Cena con él.
La columna de Helena se tensó aún más. No volvió a hacer contacto visual conmigo. —No es hermano de Leo. Si lo fuera, sería aún más repugnante que duerma con Miranda.
Killian sonrió como si Helena fuera la persona más divertida en el mundo y estuviera orgulloso de su coraje. —Mi gatita tiene garras, y al parecer sólo tú haces que las saque. Dormir con la malvada hermana te ha puesto en la lista negra de mi
pequeña. Eso sí que es bastante divertido. —Parecía extremadamente divertido mientras tomaba otra larga calada de su porro.
No me divertía. No me gustaba el hecho de que Helena me odie. Aun no me encontraba seguro de cómo demonios arreglarlo. Darle la espalda a Mir no era posible. No sería capaz de manejar a alguien más dejándola. Incluso si su puto trasero lo merecía. No me permitiría pensar en la banda de chicos con la que ella
actualmente dormía. Supongo que me equivocaba sobre esos tipos. Pensé que ellos dormían unos con otros. En su lugar, todos dormían con Mir.
—Ten una buena noche, papi —dijo Helt, luego se giró y salió de la habitación antes de que Killian pudiera exigirle que se quedara conmigo.
Killian echó su cabeza hacia atrás y cerró los ojos. —Es una pena que te odie.
Es especial. Sólo he conocido a otra como ella, y fue su mamá. La mujer robó mi corazón. La adoraba. Adoraba el puto suelo que pisaba. Habría tirado toda esta mierda por ella. Planeé hacerlo. Sólo quería despertar cada mañana y verla allí a mi lado. Quería verla con nuestra niña y saber que eran mías. Pero Dios la quería más.
Se la llevó jodidamente lejos de mí. Nunca lo superaré. Nunca.
Esta no era la primera vez que lo escuchaba divagar sobre la madre de Helena. Lo hacía cada vez que se drogaba. Era la primer cosa que venía a su mente. No conocía ese tipo de amor. Sin embargo, me asustaba demasiado. No podía asegurar que jamás quisiera conocerlo. Killian nunca se recuperó. Conocí al
hombre cuando era un niño y mi papá se casó con la mamá de Leo. El le rogó a su padre, Denis Finlay, el baterista de Slacker Demon, llevarme con ellos en una de sus visitas de fin de semana.
Estuve maravillado. Fue el primero de muchos fines de semana. Nunca fui testigo de esa clase de devoción.Incluso después del corto matrimonio de mi papá con la mamá de Leo,Georgianna, permanecí cerca de Leo. Su padre aún iba a recogerme a veces, cuando venía a visitar a Leo. Crecí conociendo personalmente a la banda de rock más legendaria del mundo.
—Mir la odia. ¿Quién diablos puede odiar a Helena? Es demasiado condenadamente dulce para odiarla. La chica no le ha hecho nada a Mir, aun así ella es mala como una maldita serpiente. La pobre Helena se mantiene lejos de ella. No me gusta ver a mi niña tan indefensa. Necesita endurecerse. Necesita un amigo. —Killian puso el porro en un cenicero y giró su cabeza para mirarme—Se su amigo, hijo. Necesita uno.
Quería ser mucho más que el amigo de Helena. Pero ni siquiera
me miraría. Intenté más de una vez darle una de mis estremecedoras sonrisas, pero apenas me miraba. Me volvía loco. —No estoy seguro de que pueda ser su amigo y
el de Miranda al mismo tiempo.
Killian frunció el ceño, luego se sentó y se inclinó hacia delante. —Hay tres tipos de mujeres en este mundo. El tipo que te deja seco y sin nada. El tipo que sólo quiere un buen rato. Y el tipo que hace que la vida valga la maldita pena. Ese último tipo… la mujer correcta es la que da tanto como toma, y tú no puedes
conseguir suficiente.
Sus ojos enrojecidos me dijeron que no fumó sólo un porro hoy. Pero incluso drogado, tenía sentido. Si alguien sabía de mujeres, ese era Killian.
—He tenido a las tres. Desearía bastante haber permanecido lejos de la primera.Y no me vendería ni un minuto que tuve con la mamá de Helena. Pasó la mano por su desastroso cabello. —Miranda ella es del primer tipo.
Ten cuidado con las del primer tipo. Te joden y se alejan riendo.