Arriesgarse

24

Axel

En el momento en que me metí en el coche alquilado sonó mi teléfono. Lo alcancé y vi el nombre de Mir en la pantalla. Iba a ignorarla, pero decidí que era hora de enfrentarla. No ocultaría el hecho de que veía a Helena. Además, ella estaba con Augusto. 
—Sí —dije. Debía tener alguna razón para llamar, así que la dejé llegar a eso. 
—¿Dónde estás? —demandó. 
—¿Por qué? 
—Porque Helena se ha ido, tú te has ido y Mase se ha ido. ¿Dónde diablos estás?  
—Tienes que mantenerte mejor al día con tus compañeros de piso —dije arrastrando las palabras, aburrido de esta conversación. 
Necesitaba un cigarrillo cada vez que hablaba con ella. Lo estaba haciendo bien. No fumaba desde hacía dos meses. No dejaría que Mir me hiciera dar marcha atrás. 
—No me importa una mierda donde están, pero quiero saber si estás con ellos. No voy a dejar que eso suceda. ¿Me entiendes? 
Comprendí que deliraba, como siempre. 
—Miranda, si empiezo a dormir en la cama de Helena, no hay  
absolutamente nada que puedas hacer al respecto. Así que termina la mierda. Se acabó. Estoy cansado de ser tu segunda opción.

La rabia hirviendo implícita en su silencio me hizo sonreír. Me gustaba hacerla enojar. 
Durante mucho tiempo sólo quise hacerla sonreír. Quería salvarla de sí misma. Pero se aseguró de destruir todos esos sentimientos en mí. Durmiendo con un hombre tras otro, refregándolo en mi cara, y luego llamándome en el momento  
en que necesitaba a alguien. La dejé que me usase, y eso lentamente me carcomió.  
Ser necesitado era algo que pensé que quería. Pensé que me haría sentir como si tuviera un propósito. Lo que no me di cuenta es que me convertí en la perra de Mir. Esa fue una píldora amarga para tragar. Dejar de ser la segunda opción de su vida no fue fácil, pero una vez que logré matar mis sentimientos por ella y aceptar que era amargada y colérica, y que nunca podría cambiar eso, fui una persona más feliz. Dormir con ella cuando me encontraba borracho era fácil. Sabía qué esperar por la mañana. Sabía que ya no me hallaba en peligro de enamorarme de ella. 
—¿Esto es porque estoy follando con Augusto? Estás siendo infantil. Te dije que sólo quería que fuéramos amigos con beneficios por un tiempo. No me gusta lo serio, y tú querías ser serio. 
Me hallaba jodidamente loco. Ella nos salvó a ambos del infierno, debo darle las gracias por eso. 
—Estoy aburrido, Miranda.Lo beneficios terminaron. Pertenecemos al pasado. No quiero eso de ti nunca más. Puedes follar con quién diablos quieras, y estoy de acuerdo con eso. Diablos, si él necesita un condón le diré dónde dejé mi  
escondite. 
Mir chilló incrédula. 

—Crees que es dulce y bonita, pero eso se volverá aburrido también. Es tensa y aburrida. Cuando hayas terminado de tratar de joder a Helena, no vengas corriendo a mí cuando te des cuenta que no valía la pena el esfuerzo.  
No mordí el anzuelo. Ella se encontraba pescando. No era estúpido y no le daría cualquier cosa que pudiera tirar en la cara de Helena después. Mir jugaba juegos. Juegos brutales. 
—Con quién decido pasar mi tiempo es asunto mío. No soy tuyo, Mir.Nunca lo fui. Ahora bien, si ya terminaste tengo cosas importantes que hacer. 
—¿Dónde estás? —gritó en el teléfono. 
—No en Florida—contesté, y luego colgué el teléfono y lo dejé caer. Mir fue una lección difícil de aprender. Era el tipo de chica del que su padre me advirtió. Amar a Mir sólo conduciría al desastre. Lo bueno es que en realidad nunca me enamoré de ella..Mi teléfono sonó otra vez antes de que pudiera pensar demasiado en Mir. 
Esta vez era Leo. 
—Hey —dije, agradecido porque fuera alguien con quién realmente podía hablar. 
—Acabo de hablar con papá —fue su única respuesta. 
—Sí. Es jodido. Me dirijo hacia allí ahora. Ella quería ir sola, pero quiero estar allí cuando se vaya. 
—¿Tú y ella hablaron las cosas antes de que pasara toda esta mierda? 
Hablamos, correcto. Hablamos de una manera que no esperaba. 
—Sí, lo hicimos. No terminamos, pero luego Dean soltó esto y ella desapareció. 
—Estoy teniendo un momento difícil asimilándolo, y ni siquiera es mi mamá. No me puedo imaginar que Helena esté manejándolo bien. Parece tan frágil. 
Aparté la posesividad que se levantó en mí. Pensar en Helena siendo frágil me molestaba. No quería pensar en eso. No cuando no me hallaba allí para sostenerla. 
—No voy a mentir. Estoy enojado con tu papá. Simplemente lo soltó sin ninguna preparación ni nada. Esa clase de mierda tiene que decirse gradualmente.  
Él no lo suavizó. 
Leo suspiró. 

—Sí, bueno, no es exactamente bueno con las palabras. Sólo  
dice lo que piensa. 
Esta excusa no era suficiente para mí. Dean se encontraba en mi lista negra. 
—Mir te está buscando —dijo Leo. 
—Me llamó —le contesté. Esto no era algo que quisiera hablar con él. Mir no era una de mis personas favoritas, pero seguía siendo su familia. 
—Se va a comer a Helena viva. Ten cuidado. 
No es lo que esperaba que dijera, pero me encontraba de acuerdo. 
—Lo sé. No dejaré que Helena salga lastimada. 
—Si lo haces, entonces Killian nunca aceptará Mir. Tiene que aceptarla. Puede que ella no lo merezca, pero lo necesita. 
Debería haber sabido que su preocupación era más por Mir que por Helena.

—No voy a dejar que se acerque Helena—fue mi única respuesta. 
—Sería bueno si quisieras entrar en las bragas de alguien que no fuera de la descendencia de Killian. Menos complicado. 
Me reí. Sí, lo sería, pero Helena... bueno, ella era Helena.



#33667 en Novela romántica
#7924 en Joven Adulto

En el texto hay: hermanastros, traicion, amor

Editado: 29.07.2020

Añadir a la biblioteca


Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.