Axel
Todo lo que quería hacer era tener a Helena desnuda de nuevo en esta cama. Pero estaba atrasado con el trabajo y ambos necesitábamos dejar la habitación y conseguir que Mir parara esta mierda.
Dejé que Helena se vistiera mientras yo limpiaba en el baño. No podía verla mientras lo hacía porque terminaríamos de regreso en la cama. Jodido trabajo. Una vez que estuvimos vestidos, abrí la puerta de su cuarto lentamente, solo por si
acaso Mir se encontrara allí de pie, aguardando para atacar.
Helena esperaba detrás de mí y estaba muy seguro que escuche un suspiro de alivio cuando vimos que el pasillo se hallaba vacío. Giré y tomé su mano mientras caminábamos fuera de la habitación hacia las escaleras. No pensaba que Mir fuera a salir por una maldita esquina y atacar, pero todavía me sentía más
seguro con Helena tan cerca de mí como sea posible.
No iba a dejar a Helena quedarse aquí sola hasta que estuviese seguro de que Mir hubiera terminado con esto. No sabía lo que le había dicho a Helena, y no dejaría que arremetiera contra ella sin mi ahí para protegerla e interrumpir esa mierda.
—¿Hambre? —le pregunté al llegar al último escalón, sin visiones de Mir.
Helena saltó cuando se produjo un fuerte ruido en lo cocina. Supongo que no comeríamos aquí.
—Yo,uh…probablementen no es una buena idea —dijo, mirando hacia la cocina.
—¿Quieres solo marcharte? —pregunté.
Helena sacudió la cabeza.
—No. Vivo aquí, también. Quiero café antes de marcharme. No me esconderé; esta igualmente es mi casa.
La manera en que sus hombros se enderezaron me recordó que detrás de esa dulce cara se hallaba una columna de acero. Ella ha pasado por mucho. Solo asentí y la deje guiar el camino.
Si ella quería café, entonces yo también.
Mir se encontraba de pie frente al microondas y se volteó para mirarnos cuando entramos en la cocina. Sus ojos cayeron a nuestras manos unidas, y su mirada se volvió de puro odio.
—Tienes que estar jodidamente tomándome el pelo. ¿Enserio, Axel?¿Manos unidas? Mi Dios, haz perdido la cabeza —gruñó y tiró la puerta del microondas para abrirla y sacó un pequeño tazón.
Helena dejó mi mano y caminó hacia la cafetera. Tuve que contenerme y no correr tras ella para protegerla. Quería hacer esto y yo iba a dejarla.
—Él se aburre fácilmente de tu tipo. No sé lo que te está diciendo, pero le gusta la emoción, la cual tú nunca podrías dársela. No dejes a ese pequeño corazón tuyo involucrarse, porque no eres el tipo de Axel Carter —dijo Mir en un
arrogante tono mientras Helena seguía haciendo el café y evitándola. Entonces bajó su taza, giró y le dio a Mir toda su atención.
—Puede que se aburra conmigo, pero ese no es tu problema. Es mío —replicó Helena.
Ya me había dado cuenta de que nunca me aburriría con ella. Era tan malditamente fascinante, nadie podría aburrirse de ella.
—A Axel le gusta coger. Él no es de agarrar manos y hablar de sus sentimientos. Le gusta rudo. Aquí mismo frente a este mostrador me tiró hacia abajo, arrancó mis bragas y me folló. Le encanta, y volverá por más.
Sí. Eso fue suficiente. Comencé a caminar hacia Helena para sacarla fuera de este infierno antes que Mir le diera más detalles los cuales no quería que escuchara. Ella no lo hizo muy bien al recordar mi pasada vida sexual.
—Entonces supongo que eso te convierte a ti en la perra, Miranda. No a mí.
Porque nunca te daría detalles. Eso es de baja clase. —Helena recogió su taza, y luego se volteó hacia mí
— ¿Listo? —preguntó, como si Mir no le hubiera dado un
detalle a detalle de algo que yo no quería que ella supiera.
—Uh, sí—contesté, y me volteé para mirar a Mir, que se veía furiosa. Eso solo me hizo sonreír. Demonios, mi dulce chica podía cortar profundo sin ningún drama. Lo hizo con facilidad.
Deslice mi mano por su cintura y la dirigí hacia la puerta, donde agarró su cartera y llaves. Cuando salimos afuera, se alejó de mi toque y me miró.
—Eso acabo ahora. Te dije que podría encargarme de ella. Perdí tenis por lo que necesito hablar con Adam y disculparme. Gracias por ir conmigo ayer.
Significo mucho —dijo, luego presionó un beso en mi mejilla y comenzó a caminar hacia su carro.
¿Qué demonios?
Fui tras ella y agarré su brazo para detenerla.
—Oye, espera. ¿Qué fue eso?—Porque seguro como el infierno que se sentía como una despedida. Y eso no estaba jodidamente ocurriendo.
Me sonrió tristemente y se encogió de hombros.
—Es mi manera de poner distancia entre nosotros. Lo necesito.—
¿Distancia?
—¿Qué demonios? Pensé que después de ayer habíamos
superado la distancia.—
Se colocó un mechón de cabello detrás de la oreja.
—Yo no hago esto. Nunca había hecho esto. Es probablemente porque tendré la imagen de ti rasgando las bragas de Mir y follándola sobre el mostrador para siempre grabado en mi
cerebro. Antes, me molestaba; ahora, tengo imágenes. Así que necesito distancia.—
Quería lastimar a alguien. Particularmente a cierta pelirroja en esa maldita casa.
—Hele no me hagas esto. Eso fue antes. No sabía. Yo me encontraba hecho una mierda. Eso fue después que hallamos el cuerpo de Jace, y ahí perdí el control por un tiempo.—
—Lo siento, Axel. Pero no puedo. He protegido mi corazón por años. No puedo parar ahora. Eres peligroso. Esa sexy sonrisa y esas dulces palabras son difíciles de resistir, pero no puedo permitir algo en mi vida que probablemente podría destruirme.—
No. Joder, no. Ella no iba a hacer esto.
—No voy a irme. Te quiero, Helena.
Solo a ti.—
Extendió su mano y pasó su pulgar sobre mi labio inferior.
—Justo ahora te creo. Lo que me asusta es a quien vas a querer en un par de semanas.—
Luego se volteó, abrió la puerta de su carro y entró. ¿No le dije justo esta mañana que nunca me sentí de esta manera con nadie? ¿Eran las jodidas palabras de Mir tan poderosas? Mi pecho dolía y lo presioné con mi puño para aliviarlo. No
dejaría que Helena hiciera esto. Solo necesitaba encontrar una manera de demostrarle que hablaba en serio. Completamente en serio.