Helena
Observé Adam terminar su sesión con una señora que no reconocí. Traté de concentrarme en disculparme con él y no en lo que había sucedido esta mañana.
Mi reacción de novia celosa me estaba carcomiendo. Yo no era esa chica. No dejaría que algo como la pasada vida sexual de Axel me hiciera castigarlo. Podía engañarme y pensar que había querido decir lo que dije, pero la verdad era que lo hice para vengarme de él. ¿Por qué? ¿Por joder con Mir? ¿Cuándo había llegado a ser tan superficial? ¿Estaba actuando como Mir? Oh, Dios. Me sentí asqueada.
Adam me miró y sonreí. Pensaría en Axel más tarde. Resolvería esto en mi cabeza. No se merecía lo que había hecho esta mañana. Estábamos viendo donde podrían ir las cosas entre nosotros. Sabía lo que había entre él y Mir. No era un
secreto. Los había oído mi primera noche aquí. Pero me volví toda territorial y una perra al respecto.
Me quedé horrorizada de mí misma.
Adam terminó su sesión y esperó hasta que la señora con la que estaba trabajando salió antes de seguirla. Se acercó a mí.
─Llegas tarde ─dijo con una sonrisa que no merecía.
─Dormí hasta tarde. Lo siento. Ayer fue un largo día. Tuve que ir a ver a mi padre por asuntos familiares.
─Está bien. La vida es así. Espero que todo esté bien.
Asentí con la cabeza. No lo estaba, pero no iba a decirle la verdad.
─Todo está bien. Quería asegurarme que supieras por qué no estaba aquí. No quiero que pienses que estaba echándolo a perder y que no te tengo en cuenta.
Sonrió.
─¿Cómo esperas que alguien se sienta frustrado contigo? ¿Alguna vez lo está alguien? Me parece difícil de creer.
Pensé en Mir. Él no tenía ni idea.
─Sucede ─le aseguré.
─Envíamelos, yo lo voy a arreglar.
Adam era realmente agradable, y mucho menos complicado que Axel. Pero la emoción y la pasión derritiendo mis huesos no estaban allí.
─Estaba a punto de almorzar. ¿Quieres comer conmigo? ¿Compensarme por dejarme plantado? ─dijo él.
Estaba hambrienta, y la compañía durante el almuerzo sonaba bien.
─Sí. Me encantaría ─contesté.
─Bueno. ¿Te parece bien el restaurante de aquí?
En realidad nunca había cenado en este restaurante.
─Claro ─dije.
Necesitaba comida.
No era muy quisquillosa.
Extendió su brazo para que lo tomara. Tan lindo. Deslicé mi mano sobre su brazo y me llevó por las escaleras y hacia las puertas del club.
Obviamente a la anfitriona le gustaba Adam. No pudo evitar sonreírle. Me preocupaba que se tropezara al acompañarnos hasta una mesa.
─Su camarero estará con ustedes en un momento ─le dijo a Adam. En lo que a ella se refería, yo no existía.
Cuando se fue, tomé el menú y traté de ocultar mi sonrisa.
─Encontraste eso divertido, ¿verdad? ─dijo Adam, sonriendo hacia mí.
Apreté los labios para no reírme y asentí.
─Es linda y salimos una vez, pero no es realmente mi tipo.
No era de extrañar que me ignorara. Me limité a asentir de nuevo y regresé a mirar mi menú.
─El jefe está en su trono ─susurró Adam, y levanté la mirada. ¿De qué estaba hablando? Él inclinó la cabeza ligeramente hacia la izquierda
─ ¿Ves a ese hombre con el pelo oscuro allí arriba, en esa cabina redonda hablando con Leo Finlay?
No quería mirar. Sobre todo si Leo estaba allí. Me miraría fijamente. Esperé unos segundos, y luego miré rápidamente por encima de mi hombro. Leo no estaba prestándonos atención. Hablaba con un hombre con de pelo oscuro. Lo había visto antes.
─Sí ─respondí.
─Ese es el jefe, Woods Kerrington. Es dueño de todo el maldito lugar. Buen tipo, si no lo haces enojar.
Era joven. Quería mirar hacia atrás otra vez sólo para asegurarme que lo había visto correctamente, pero no lo hice. ─¿Es joven? Parece muy joven.
Adam tomó un sorbo de agua y asintió.
─Sí. Rondando los veinticinco, creo.
Su padre poseía este lugar y murió de un ataque al corazón hace un tiempo. Ahora el lugar pertenece a Woods. Finlay es un buen amigo suyo y está en la junta directiva. El rumor dice que también lo está Dean Finlay. Cuando eso se filtró fue muy bueno para los negocios. Todo el mundo quiere un vistazo del famoso batería.
No sabía todo eso. Interesante.
─Buenas tardes. Mi nombre es Jimmy y seré vuestro camarero hoy. ¿Puedo traerles agua mineral o gaseosa?
Levanté la vista hacia el alto y atractivo rubio que me sonreía. ─Me encantaría mineral, por favor ─contesté.
─Estoy bien así ─respondió Adam─ ¿Cuál es el especial de hoy, Jimmy?
─Una sopa fría de cangrejo con ensalada de frambuesa y mero envuelto en algas, recién pescado.
Adam frunció el ceño y decidí que pediría un sándwich.
─Voy a dejarlos pensar un rato, ahora vuelvo con el agua mineral ─dijo, y se alejó tranquilamente.
─¿Te gustan las algas? ─me preguntó con una sonrisa divertida.
Me reí y sacudí la cabeza. Él debía haber estado pensando en lo mismo.
Había comido algunas cosas extrañas mientras vivía en Los Ángeles, pero las algas no era una de ellas.
─Creo que voy a pedir la ensalada de pacana de pollo con un croissant,─dije.
─Puede que me haya trasladado al país de la pacana pero sigo sin comerla,─respondió.
Cerré mi menú y levanté la vista justo cuando Axel lo entraba en el comedor.
Sus ojos se centraron en alguien más y eso me dio un momento para prepararme.
¿Me diría algo? ¿O lo había hecho enojar? ¿Decidió que mi drama no valía la pena?
Lo observé mientras se acercaba y se sentó al lado de Leo en la cabina de Woods Kerrington. Woods le dijo algo a Axel y este forzó una sonrisa que no alcanzó sus ojos.
Había empezado a mirar hacia otro lado cuando su cabeza se volvió y sus ojos se encontraron con los míos. Los dos nos congelamos.
No estaba haciendo nada malo, pero ¿por qué se sentía como si lo estuviera haciendo? Sus ojos se movieron hacia Adam y luego de regreso a mí, y un borde duro transformó su rostro. No le gustó. Bueno, mierda.
Rápidamente me volví a mirar mi menú y conté hasta diez. El corazón me latía con fuerza, lo que era ridículo. No debería estar nerviosa. No habíamos dejado las cosas en buenos términos esta mañana, gracias a mí. Así que estar aquí sentada, comiendo con Adam, no era tan importante. ¿Verdad?
La silla a mi lado fue apartada y levanté la mirada para ver a Axel sentándose.
Bien... mal. Esto era, al parecer, bastante importante.
No parecía feliz, pero la tensa sonrisa en su rostro trataba de decir lo contrario.
─Hola, Adam ─dijo Axel antes de volver su intensa mirada azul hacia mi.