Arriesgarse

37

Helena

No lo hacía bien en público. Prefería mantenerme alejada de las multitudes.  
Pero tampoco podía decirle a Axel que no quería ir con él a un evento de caridad en el club. Él formaba parte del consejo de administración y se trataba de un baile anual celebrado en beneficio de la vida del mar a lo largo de la costa del golfo. 
Kerrington Club organizaba este evento desde hace más de veinte años.  
Axel me contó que tampoco tenía muchas ganas de ir, pero Woods le quería allí.  
Así que íbamos. Esta noche era llevada a cabo en memoria de Jace. Sus padres estarían allí, y Woods advirtió a Axel que reproducirían un vídeo que no sería fácil de superar. La muerte de Jace todavía era demasiado reciente para todos ellos. 
Gasté el tiempo adicional poniéndome maquillaje, sobre todo porque no lo hacía a menudo y quería hacerlo bien. La elección de un vestido no fue fácil, tampoco. Poseía varios formales que papá insistió en comprar para traer aquí. Dijo que habría acontecimientos para los que los necesitaría. Cuando no compré ninguno, envío a la compradora personal que contrató para traerme varios. Señalé los pocos que me gustaban y terminé el asunto. Nunca esperé realmente estar usando uno. Ahora agradecía que papá se hubiera asegurado que los tuviera. 
Finalmente me decidí por el satén azul pálido que llegaba justo encima de mis rodillas en la parte delantera y era más largo en la parte de atrás. Me puse un par de tacones Daniele Michetti, que consistían en apenas unas correas y picos diminutos plateados. Eran una compra impulsiva. Nunca compré cosas como estas, pero los vi un día y no pude resistirme. Ni siquiera me los probé. Siempre me ponía nerviosa en zapaterías.Sólo los usé dentro de mi dormitorio. Esta noche, sería valiente y los llevaría en público. El vestido lo requería. Esperaba que si me vestía de un modo atrevido entonces me sentiría audaz. En el momento en que terminé de rizar, amontonar y fijar los rizos en los que pasé más de una hora trabajando, ya era la hora de que  
Axel llegara. Mir continuaba en su habitación, también vistiéndose. No hablamos antes, cuando entró. Solamente caminó por delante de mí como si no hubiera estado allí. 
Axel me advirtió que ella iría esta noche. Le aseguré que podía prepararme sin que él fuera mi guardaespaldas. El timbre sonó justo a tiempo y salí de mi habitación, agarrando el diminuto bolso negro y plateado que mejor combinaba con mis zapatos. 
La puerta de Mir no se abrió. Me sentí aliviada. Tomando las escaleras lentamente, me dirigí a la puerta y luego respiré hondo. Axel nunca me vio así.  
Quería que le gustara. No, quería dejarlo boquiabierto. Estaba siendo vanidosa.  
Nunca fui a mi fiesta de graduación. Este era ese momento que todas las niñas se imaginan. 
Poco a poco, abrí la puerta. En lugar de Axel, Augusto permanecía allí con un esmoquin negro, el cabello peinado perfectamente. Descaradamente me registró, comenzando por mis pies y yendo todo el camino hacia arriba. 
—Mir no está lista todavía, pero puedes entrar y esperar —le dije, dando un paso hacia atrás con la esperanza de apartar sus ojos de mi cuerpo. 
—Espero que se vea la mitad de bien de cómo tú lo haces —dijo con un guiño al entrar en el vestíbulo, su alto cuerpo hacía que yo pareciera más pequeña. ¿Dónde se hallaba Mir? 
—Um, ¿puedo traerte algo de beber? —pregunté, con la ilusión de encontrar una razón para alejarme de él. 
—Me encantaría. Estoy seguro de que ella planea hacerme esperar otra media hora. Me alegro de tener buena compañía —respondió. 
No me agradaba. Me volví y me dirigí a la cocina, tuve ganas de maldecir cuando oí sus pasos detrás de mí. Planeaba que se fuera a la sala de estar y esperara allí. 
—Puedo conseguirte un trago y llevarlo a la sala de estar, si quieres tomar asiento —le dije. 
—Ni siquiera sabes lo que quiero. —Se divertía; podía oírlo en su voz. 
—Oh, lo siento. ¿Qué te gustaría?No respondió. Cuando entré en la cocina luché contra mi impulso de correr hacia arriba con la excusa de que olvidé algo, dejándolo servirse su propia bebida. 
—Es difícil creer que tú y Mir están emparentadas. No es en absoluto tan educada y dulce —dijo, sacando un taburete y sentándose. 
Necesitaba salir de aquí. Me apresuraría y haría su bebida, y a continuación, correría. Me volví y tomé un vaso. 

—¿Qué te gustaría? —pregunté. 
Se inclinó hacia adelante y empezó a observar mis piernas de nuevo. 

—Un montón de cosas —respondió. 
Dejé el vaso sobre la encimera. Me marchaba para que se lo evitara. 
—¿Quién es el afortunado que te llevará al baile esta noche? —preguntó. 
—Soy yo. —La voz de Axel me sobresaltó, y giré para verlo con el ceño fruncido hacia Augusto. No le escuché entrar, pero en ese momento me centraba en alejarme de Augusto. 
—No te culpo. Es la hermana más bonita —dijo Augusto, bajando la mirada hacia mis piernas de nuevo. 
Axel rodeó la barra y me presionó a su lado antes de que pudiera parpadear. 

—¿Estás lista? —me preguntó. 
Asentí.

 —Sí. —Este no era el momento que estuve soñando Axel lucía como si apenas estuviera controlando su enojo, nada interesado en cómo me veía. 
—Hola, Axel—habló Mir arrastrando las palabras mientras entraba en la cocina. 
Me volví para mirarla en un vestido corto, rojo y apretado que le abrazaba cada curva. No debería verse impresionante en rojo, pero lo hacía.Mir era lo que  
cada niñita quería parecer cuando fuera grande. Su largo pelo rojo colgaba en rizos suaves y tocaba su escote, que se mostraba para que el mundo lo viera y, sin duda, babeara por él. 
—Maldita sea, nena —dijo Augusto, poniéndose en pie con la boca ligeramente abierta. 
Eché un vistazo a Axel que también miraba a Mir. De la forma en que deseaba que me mirara. Cerré los ojos un instante y respiré hondo. No quería ver eso. 
—Siempre luciste bien en un esmoquin —dijo Mir ignorando Augusto y manteniendo los ojos en Axel.Este no era un juego que sabía cómo jugar. Mi instinto me dijo que huyera a mi habitación, me encerrara y dejara a Axel tener lo que quisiera, mientras que yo sufría la angustia que sabía iba a venir por mí. Pero mi orgullo no me permitió moverme. Así que me quedé allí, esperando que se acordara de mí y tuviera la suficiente compasión para no humillarme totalmente delante de Mir. 
La sonrisa de Mir se curvó con maldad mientras se paseaba hacia Axel,sin apartar la vista de él y sabiendo que tenía toda su atención. 
Me encontraba a punto de rendirme y huir. Podría ir a Texas. No era tan malo. 
Axel deslizó su mano en la mía y empezó a caminar hacia la salida. No eché un vistazo atrás hacia Mir, aunque la escuché reír en su forma divertida y conocida, la cual disparó un dolor a través de mi pecho. Porque supo, al igual que yo, que atrapó a Axel. 
Axel se mantuvo en silencio hasta que salimos y bajamos las escaleras hacia su camioneta. Una vez que llegamos, soltó mi mano, pero en lugar de abrir la puerta, me dio la vuelta para mirarlo. 
—Te ves tan condenadamente hermosa, no estoy seguro de cómo esperas que me concentre esta noche —dijo mientras sus ojos finalmente se enfocaron en mí. 
Esto era lo que deseaba. La tonta mujer en mí quería ver su apreciación, pero ahora…no tenía sentido.Vi la forma en que miró a Mir,paralizado.No reaccionó de esa manera por mí. Pero por otra parte, no me veía como Mir.  
¿Podría culparlo? Era un chico, y Mir era impresionante. Yo era sólo yo. 
—Desearía que no tuviéramos que ir a este baile. Quiero invitarte a salir y mantenerte toda para mí. 
Me gustó esa idea. Enfrentar una sala llena de gente no se encontraba en mi lista de prioridades. Pero no me sentía segura de querer estar a solas con él esta noche. Ahora tenía una herida que lamer, y esconderme en mi cuarto con mis libros era más atractivo. 
—Vamos a permanecer el tiempo suficiente para hacer feliz a Wood. Luego te prometo que mejoraré esta noche —susurró antes de presionar un beso en mi boca y hacer un gruñido bajo. Se apartó y abrió la puerta de la camioneta



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En el texto hay: hermanastros, traicion, amor

Editado: 29.07.2020

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