Helena
Me sequé con una toalla y entré a la habitación a buscar una de las camisas de Axel para ponerme. No tenía ropa limpia aquí. Me sorprendió que me dejara ducharme sola por tanto tiempo. No me hubiera importado que se me uniera después de la conversación que tuve con Mase.
Dijo que tenía que decirle a Axel. Ellos tenían fotos mías de cuando era un bebé en los brazos de papá mientras me llevaba al hospital todos esos años, cuando el bebé milagroso sobrevivió. Hablaban sobre cómo, cuándo a su esposa la creían muerta, se olvidó de su hija, al igual que el mundo lo hizo.
Imágenes mías entrando y saliendo desde su mansión en Los Ángeles también aparecieron. Las personas que fueron a la escuela conmigo eran entrevistadas. Ahora era la mayor tragedia del mundo. La condición de mi corazón y mi vida se encontraban siendo emitidas al mundo.
Axel lo descubriría pronto. Tenía que decírselo. Tenía una cardiopatía congénita y no debería haber sobrevivido. Desafié cada predicción de los doctores desde que comencé a caminar a los nueve meses. A mis padres les dijeron que no me desarrollaría tan rápido como los otros niños de mi edad.
El hecho aún me recordaba que mi corazón era defectuoso. El embarazo para mí sería imposible de manejar. Tomaba los medicamentos que guardaba en mi bolso todo el tiempo. No bebía alcohol. Comía saludablemente. Me cuidaba. Mi
abuela se aseguró de hacer todo lo que le dijeron para mantenerme con vida.
Tomé una profunda respiración. Tenía que decirle a Axel todo esto. Iría a Los Ángeles en dos semanas para ver a mi cardiólogo y tener el examen regular.Debería decirme cómo me encontraba, y yo contendría mi respiración hasta saber que una cirugía no sería necesaria en este momento. Desafiaba las probabilidades.
Intentaba mantenerme haciendo eso.
Abrí la puerta, me detuve en la sala. Axel se hallaba sentado en el sofá con el control del televisor en su mano mientras miraba a la nada. Miré con horror a la televisión, pero no se encontraba encendida.
Sus ojos azules se movieron para mirarme, y supe que lo había visto. El conocimiento de lo que escondí se notaba en su mirada. Dolor, traición, miedo, todo estaba allí.
—Lo sabes —dije simplemente, me acerqué para agarrar mi falda, que ahora se hallaba doblada y puesta en la parte de encima del taburete del bar. De repente, me sentí desnuda y expuesta.
—¿Por qué no me dijiste? —preguntó Axel, con tanta emoción pura en su voz que sentí como si cayera al suelo y sollozara por la injusticia de todo. Hubiera querido ser la única que se lo dijera.
—Nunca se lo dije a nadie. Odiaba que me miraran como a una persona rota, que las personas tuvieran miedo de acercarse —respondí, incapaz de mirarlo.
—Yo no soy nadie, Helena. Debiste habérmelo dicho. Dejarme estar cerca de ti y preocuparme por ti, sin embargo, guardaste ese gran secreto. —Parecía casi aturdido. Sus ojos me miraron y el miedo en ellos era obvio.
—Iba a decírtelo.solo que no sabía cómo. Tuve miedo de perder esto…esto que tenemos.
Bajó su cabeza y se sentó sin hablar. No tenía certeza de si se encontraba enojado o también asustado.
—Soy la misma persona que siempre has conocido. Solo tengo una condición que tiene que ser observada. Necesitaba confiar en ti antes de decírtelo.
Levantó su cabeza. Con incredulidad en sus ojos.
—¿Confiar en mí?
¿Confiar en mí? ¿Tenías que confiar en mí para advertirme que enamorarme de ti podría ser peligroso? ¿Puedes ver qué injusto es eso? Me sentía aterrorizado de permitirme tener sentimientos por ti porque me agobiaba la idea de perderte. Me controlaba. Entonces, cuando decido dejarme llevar y hacer lo que mi corazón quería…—Sacudió su cabeza y dejó salir una dura risa
— Todo el tiempo estuviste enferma y nunca me lo dijiste.
¿Enferma? ¡No estaba enferma! —Esa es la razón por la que no se lo digo a las personas. Me tratan como si estuviera enferma. No lo estoy. Lo he estado y sé lo que es, pero ya no lo estoy. ¿Y piensas que no decírtelo es injusto? No sabes nada sobre justicia. Hay muchas cosas en la vida que no son justas, pero protegerme es justo. Querer vivir la vida y no ser excluida no es injusto.
Axel se puso de pie y sacudió su cabeza.
—No puedes dejar que las personas se te acerquen y no confiarles ese tipo de información. ¿Cuándo ibas a decirme? ¿Cuándo me enamorara de ti? Cuando te dijera que te amaba, ibas a decir “Oh, sí, puede que no viva mucho tiempo”.—Se detuvo mientras el dolor se deslizaba por sus rasgos, y alejó su mirada de mí
—¿Ese era tu plan? —preguntó
con dificultad en su voz.
—¡No! Iba a decírtelo ahora. No esperaba algo de ti. No esperaba esto entre nosotros, pero lo quería. —Las lágrimas quemaban mis ojos mientras tiraba con brusquedad mi falda y buscaba mis zapatos. Tenía que irme. Enfrentaría a los buitres de afuera. De todas formas, era tiempo de hacerlo.
Odiaba verlo así. Odiaba ver el miedo en sus ojos. Quizá debí habérselo dicho antes. Tal vez fue egoísta de mi parte guardarle el secreto, pero ya sabía cómo iban a ser las cosas una vez que alguien supiera. Nunca hubiera sabido lo que era tener a Axel No me arrepentía de eso.
—Planeé decírtelo hoy. Me senté en la bañera dándole vueltas a cómo te lo diría. Sabía que era el momento de que lo supieras. No quería que lo escucharas en la televisión o de alguien más. —Las lágrimas quemaban mis ojos.
—Me mentiste —dijo con su voz libre de emoción. Era como si estuviera cerrado por dentro. Como si lo sobrellevara. No intentó luchar por nosotros y hacer que esto funcione. Se estaba protegiendo. Eso me dijo lo que necesitaba saber. No tenía que decirme que se acabó. Lo entendí fuerte y claro.
Caminé hacia mi celular y le envié un mensaje a Leo.
Necesito que vengas por mí. Voy a salir de aquí y lidiar ahora con ellos, y luego voy a ir a casa. Por favor.
—¿Qué haces? —preguntó Axel mientras deslizaba mi teléfono en mi bolso.
—Me voy. Es hora de que lo haga —respondí, luego recogí mis zapatos y me los puse.
—No puedes irte. —Golpeó su mano contra la pared—¡Maldita sea! ¿Por qué no me dijiste? Necesito tiempo para procesar esto, Helena . No te puedes ir.Fui acerqué él y lo encaré. Esto era por nosotros, y cuando mirara atrás, a este día, siempre tendría remordimientos. Pero decirle a Axel la verdad antes de irme era importante para mí.