Artemisa

UNO

Artemisa 

— y cada vez tendrás que ir a la manada vecina a preguntar como va con sus almas gemelas humanas, no lo olvides Ariana, este es un puesto enorme y cada cosa que te digo es importante—dijo mi padre alistando sus flechas.

— sé lo importante que es pero el hecho de que me digas todo esto como si no fueses a llegar se me hace alarmante, dejame acompañarte....— pedí, mi padre se acerco a mí y beso mi frente.

— cada batalla contra los desterrados es peligrosa, nunca sabre si volveré con vida y es por eso que tienes que quedarte para tomar el puesto como Artemisa, eres digna de tal puesto, si me pasa algo quiero que-

— no digas eso, no te pasara nada, son solo desterrados y sé que tú puedes con ellos, ademas el alfa prometió enviarte ayuda— dije intentando sonreír.

— Ariana... porta tu nombre con orgullo, eres mi mejor cazadora y no pondré a nuestra futura líder en una batalla que me pertenece.

— exacto— dije— todo esto te pertenece, es tu puesto padre y por eso tienes que volver, para que yo tome el puesto de artemisa falta mucho tiempo, tú y mi madre tienen que liderar por mucho tiempo.

La puerta se abrió dejándome ver a mi abuelo.

— hay que irnos ahora Apolo, si queremos llegar al anochecer sera mejor que partamos cuanto antes— dijo mi abuelo Demian.

— claro padre, Ariana cuida siempre de los tuyos, se fuerte, haré lo posible por volver...— mi padre salio de la habitación tomando las ballestas y flechas de plata.

— Él volverá— dijo mi abuelo colocando su mano en mi hombro—  ahora como artemisa entrena a tu hermano y los demás cazadores.

Asentí con la cabeza y cuando mi abuelo salio pase mis manos por mi rostro.

— No llores Ariana, no llores— me dije para luego tomar la flecha, en cada punta se encontraba tallada una luna creciente.

Artemisa, esa era la forma de llamar al líder de los cazadores, portamos ese nombre en honor a la diosa Artemisa, protectora de la virginidad, del bosque, los animales salvajes, los nacimientos y las doncellas. Hija de Zeus y Leto, hermana gemela de Apolo.

La mitología la presenta como una diosa joven y virgen que ha renunciado al matrimonio con dioses o mortales y protege a los jóvenes que han elegido este estado. Se representa como cazadora, con arco y flechas y ciervas o perros. También se la identificó con Selene, la diosa de la Luna por lo que a veces se representa con una luna creciente sobre la cabeza. De ahí nuestra marca como cazadores. Nuestros antepasados cuentan que las cacerías de la diosa Artemis y las ninfas eran de hombres lobos y luego de su partida quedamos los cazadores continuando su labor, matar a los lobos.

Mire por la ventana y observe a unos lobos, cuando mi padre llego con ellos ese grupo empezó a correr.

Lobos y cazadores eran aliados gracias a la sabiduría de mi padre. Años atrás mi padre firmo un acuerdo de paz con el alfa Evan, alfa de una manada cercana.

Este acuerdo consistía en que los cazadores jamas atacarían una manada y ese era uno de los mejores puntos del acuerdo, en el dominio de mi abuelo los cazadores mataban a cualquier lobo, bueno o malo no importaba, pero con mi padre eso cambio y a los únicos que perseguimos son a los desterrados, lobos fuera de control que no obedecen las ordenes de nadie y atacan humanos, basura sobrenatural.

Otro acuerdo fue que si la mate un hombre lobo resultaba ser humana ella decidiría si quedarse o irse, claro que una humana normal no desearía quedarse en una manada, por eso les damos el limite de un mes para que los lobos logren conquistar a su mate. Mate es a lo que los hombres lobos llaman alma gemela.

Los desterrados atacan tanto manadas como humanos y ahí entra nuestro acuerdo y una unión que se formo con el tiempo, cuando los desterrados atacan a las personas o lobos los cazadores se unen a los lobos y van en busca del desterrado para después asesinarlo.

Sonreí, esa era una de mis partes favoritas, asesinar a un desterrado, ya lo había hecho gracias a mi abuelo.

Desde pequeña fui educada por él y mi padre, habían peros y contras.

Mi abuelo me decía que cualquier criatura que no fuera humana merecía morir, bueno o malo era un peligro para los humanos, en esa parte no estaba de acuerdo y mi padre fue quien me enseño a vivir entre lo malo y lo bueno.

Cada desterrado que e asesinado por mis manos se lo gano al atacar a un humano, defendía a los míos a cualquier costa.

En dos años tomaría el puesto de Artemisa pero en cada momento presente mi padre me recuerda de que habrá un día en el que él no volverá y tendré que tomar el puesto de  inmediato.

— Ariana— deje de ver la ventana y observe a mi hermano menor que entraba por la puerta.

— Cibran, pasa hermano— dije con una sonrisa y sentándome en la silla de papá, mi padre me daba permiso así que no había nada malo en hacerlo.

— tengo miedo por papá, en verdad me preocupa hermana, esta vez fue diferente a muchas de sus tantas cacerías. 

Pensaba igual...

— no temas Cibran, papá es el mejor cazador y podrán contra esos malditos desterrados, volverá a casa y cuando vuelva...

—  ¡iremos de cacería!

— Exacto— dije, cada vez que mi padre volvería de una cacería peligrosa los cuatro íbamos a un bosque a cazar ciervos, si era cruel pero las flechas que usábamos no tenían punta, solo tiraban una pintura de nuestro color asignado, era como jugar paintball pero con flechas.

Las horas pasan y al llegar la noche mi madre, mi hermano y yo nos encontrábamos en la sala, la chimenea ardía con fuerza.

— deberían ir a descansar— dijo mi madre tallando la luna creciente.

— no, esperaremos a papá— dijo Cibran.

Mi mirada estaba en la chimenea, mi corazón latía desenfrenadamente, en estos momentos mi padre debería estar en la lucha.

— mamá tiene razón Cibran, deberíamos descansar todos— hable— en estos momentos mi papá debería estar en la cacería, las noticias las sabremos al amanecer.



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En el texto hay: cazadores, hombres lobos, romance

Editado: 20.06.2021

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