Samantha no había tenido muchas oportunidades de salir, las salidas organizadas por el orfanato eran en realidad muy pocas, de modo que todo lo miraba entre asombrada y divertida.
Danny por su parte, y aunque sus padres nunca fueron partidarios de sacarlo muy a menudo, conocía bastante más que Samantha, así que su curiosidad la despertaron las cosas poco usuales.
Estaban en un gran Mall y en apariencia era igual a cualquiera que Danny hubiese visitado antes, de no ser por la obvia presencia de objetos mágicos como era el caso de los elevadores. Los que Danny conocía eran recintos metálicos o a lo sumo las paredes de los mismos eran acristaladas, pero en el caso de los de ese lugar, consistían en una especie de alfombras metálicas y bastaba pensar en la planta a donde querías llegar para que te llevasen directo a ella.
Subieron a la tercera planta y luego de caminar por un largo pasillo, se detuvieron frente a una tienda que ponía en el letrero, RETAZOS. Danny se imaginó yendo por ahí con trozos de tela de colores y sonrió ante ese pensamiento. En letras más pequeñas se podía leer: Trajes para ocasiones especiales, Capas, Guantes, Sombreros, y más abajo y en letras un poco mayores: Uniformes DEVELIENG.
Entraron y a pesar de que había bastante gente en la tienda, enseguida un ejército de lo que los chicos supusieron eran vendedores, los rodearon.
Al parecer decidió que eran sus hijos tal vez por el color del cabello. Esa era otra pregunta que se sumaba a la lista de las que los gemelos querían hacer. Habían notado que la mayoría de los habitantes de aquella ciudad eran rubios, pelirrojos o en grado muchísimo menor, castaños. Así que ver cabellos negros, parecía del todo inusual.
La chica centró su radiante sonrisa en Iván, pero Iván se adelantó a ella.
Después que se habían alejado un poco, Eve lo miró en forma desaprobatoria.
Samantha y Danny habían notado que por donde pasaban, la gente se les quedaba mirando con mal disimulada curiosidad, pero se les hacía difícil creer que ello se debía al tan mencionado parecido que pudieran tener con su padre. Y ahora el despliegue de excesiva amabilidad demostrado por los vendedores de la tienda, incentivó aún más su curiosidad, pero no tuvieron oportunidad de preguntar nada, porque enseguida les trajeron los uniformes. Eve acompañó a Samantha a los probadores de las chicas que estaban un poco más retirados. Le entregaron los uniformes que en su caso era una falda y chaqueta negra, una blusa blanca, un sweater y una corbata vino tinto. La chica que las atendía, preguntó si necesitaba algún arreglo, pero en realidad no era así, de modo que terminaron pronto. Danny demoró un poco más, ya que tuvieron que ajustar el largo de sus pantalones. Una vez hecho esto, Iván y Vlad comenzaron a discutir, porque ambos querían pagar, pero lo que les resultó realmente interesante a los niños, fue el cómo fue realizado el pago.
Donde normalmente debía haber una caja registradora, había una caja ciertamente, pero sería más acertado decir que parecía un pequeño horno. Era bastante parecido a un microondas, tenía un panel numerado y una puerta que la encargada de aquel artefacto abrió luego de marcar la cantidad del importe de la compra en el panel mencionado. Iván, mucho más veloz que Vlad, metió su mano allí y unos segundos después la caja emitió un sonido parecido al de una campana e inmediatamente por una ranura ubicada en algún lugar que los chicos no alcanzaron a ver, expulsó un pequeño trozo de papel. La chica lo retiró, permitió que Iván sacara la mano y luego mirando el papel comenzó a agradecerles por la compra.
La chica solo alcanzó a asentir mientras le entregaba la factura. Abandonaron el local y una vez fuera, los chicos ya no aguantaron más.
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Editado: 23.07.2022