Las vacaciones de aquel año fueron muy divertidas. Los Natchzhrer llevaron a los niños de visita a la casa de sus amigos y resultó que los adultos conocían a los señores McKenzie, y aunque no se frecuentaban mucho, esto hizo que la visita resultara mucho más agradable. Cuando llegaron a casa, Eve les explicó que los McKenzie también eran una de las familias más antiguas, pero residentes en Escocia. Esto despertó la curiosidad de Danny y Sam acerca de los demás Arzhvaels en el mundo.
El día de su octavo cumpleaños, Danny recibió una enorme sorpresa. Cuando destapó el último de sus regalos, se encontró con una Glidebryter. Miró emocionado a Iván, pero antes de atreverse a preguntar, miró a Eve, quien se esforzaba en mirar a otro lugar.
Danny miró a Vlad que sonreía con satisfacción, y por último a Gail que tenía la boca abierta.
Ese día y a pesar de las bajas temperaturas, los niños pasaron casi toda la mañana en compañía del irresponsable de Vlad, como dijo Eve, volando en sus Glide.
Esa tarde llegaron los amigos de los chicos para la celebración del cumpleaños de los gemelos. Pasaron una tarde muy divertida, pero los McKenzie debían irse temprano, porque como les explicaron a sus amigos, ese era el día de Yule y tenían su propia celebración en casa.
En la noche, luego de que ya se habían quedado solos, Sam y Danny preguntaron qué era Yule. Eve les explicó que era una antigua tradición celta para celebrar el Solsticio de Invierno, pero no les dio más explicaciones.
Después de año nuevo, recibieron la invitación de los Berserker para ir a visitarlos. Esto requirió de un viaje mucho más largo y era uno que al menos Eve, no quería hacer, ya que los Berserker residían en Noruega. Mael vivía solo con su padre, pues había perdido a su madre a la edad de cuatro años. El señor Berserker era muy diferente a su hijo, ya que era un hombre alto y decididamente apuesto. No obstante, sí guardaba una semejanza con Mael y era lo taciturno de su carácter, pero Sam pensó que quizá se debía a la pérdida de su esposa. Aun así, los recibió con mucha cortesía y hospitalidad. Los Berserker vivían en un antiguo castillo a orillas de un lago, que al menos en esa época estaba congelado. Se divirtieron mucho la semana que pasaron allí y les apenaba dejar a Mael en aquella soledad de nuevo.
Iván los miró durante unos segundos, aunque había sido Gail el que había hecho la petición, pudo ver la súplica en los ojos de los otros dos chicos.
Gail y Danny sonrieron con entusiasmo y Sam se enlazó al cuello de Iván.
Eve y Vlad que habían estado observando el asunto en silencio, y en el caso de Eve con algo de preocupación, prorrumpieron en sonoras carcajadas.
Ciertamente Iván no tuvo mayores inconvenientes para convencer al señor Berserker de conceder el permiso, de modo que Mael regresó con ellos a Allia.
La noche de su llegada y mientras cenaban, Mael se quedó mirando a Iván. Este y sin siquiera haber levantado la mirada, captó de inmediato los pensamientos del niño, pero cuando alzó la mirada, se encontró con los ojos suplicantes de Sam, de modo que le fue sencillo concluir que lo que él sabía, ella lo sabía también desde hacía tiempo.
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Editado: 23.07.2022