Antes del amanecer los niños se encontraban en el comedor listos para partir. Vlad bajó al último y Sam no pudo dejar de notar las profundas ojeras y aquella tos que no desaparecía.
Apenas verificaron que los niños estuviesen correctamente alimentados, se prepararon para la salida, pero antes de ello Iván y Vlad se acercaron a los gemelos.
Luego de esto, Iván envió un mensaje.
Escasos segundos después, llegó la contestación.
Reunieron a los niños para una última explicación.
Todos obedecieron y unos instantes después se sentían viajando a velocidades extremas y con la conocida sensación de mareo. Cuando todo volvió a aquietarse y abrieron los ojos nuevamente, Danny soltó una maldición.
Después de esto prestaron atención al lugar. No se podía ver gran cosa, primero porque era la hora previa al amanecer y aún estaba bastante oscuro, y segundo porque aparentemente no había nada que ver. Unos instantes después vieron aparecer las figuras de dos de sus personas menos estimadas, Delos y Dorila.
Gail y Danny se miraron, evidentemente la compañía de Delos era menos grave, pero el menor de dos males seguía siendo un mal, pensaron. Sin embrago, guardaron prudente silencio.
Ya llevaban mucho tiempo caminando cuando Danny miró su reloj. Eran las nueve de la mañana, ya el sol debía haber sido visible desde hacía mucho, pero apenas si había un poco de más claridad que al momento de su llegada a aquel lugar. Aun así habían comenzado a ver el paisaje, aunque en realidad no era que hubiese mucho que ver. Era una extensión de tierras en las que no se veía nada, el suelo estaba cubierto por una fina capa de musgo y liquen, pero nada más. Hacía bastante frío y en algunos lugares les parecía estar caminando por un pantano. Llegados a un punto determinado, se detuvieron súbitamente. Eve aferró las manos de los niños al igual que Iván y Vlad.
Iván se acercó a los gemelos que no se habían movido tal y como Vlad les había ordenado.
Unos minutos después escucharon a Vlad
Por un momento los niños habían pensado que era mucho escándalo por un oso, pero en cuanto las llamas iluminaron el lugar, justificaron plenamente la preocupación. Aunque no habían podido contar, vieron un gran número de osos, pero no como los imaginaban, sino que alcanzaban la altura de Vlad y varias veces su complexión física. Gail le puso la mano en la boca a Aderyn justo a tiempo de ahogar el grito.
A pesar de que la visión del fuego hizo retirarse un poco a los animales, hubo un par no muy convencido que se resistía a retroceder.
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Editado: 23.07.2022