Arzhvael (libro 2. Perseguidos)

Cap. 26 Verdad dolorosa

 

Cuando los chicos sintieron que sus pies tocaban piso, abrieron los ojos. Les tomó unos segundos adaptarlos a la oscuridad reinante. Sam había dirigido el traslado y había procurado aparecer lo más cerca posible de su destino final. Sin embargo, al igual que los demás, tardó unos segundos en adaptar su visión.

  • Síganme  --  dijo Mael y tomó la mano de Sam
  • ¿A dónde?  --  preguntó Gail
  • La única edificación que veo, está en la dirección que los estoy guiando  --  contestó él  --  No hay nada más por aquí.

Una vez que sus ojos se habían adaptado a la oscuridad, pudieron divisar un punto de luz.

  • ¿Qué lugar es ese?  --  preguntó Danny
  • El Orfanato  --  contestó Sam
  • ¿Orfanato?  --  preguntó Gail  --  Imagino que estarán felices de recibir seis chicos más  --  concluyó en forma irónica
  • Descuida, nos recibirán y estaremos a salvo hasta que vengan por nosotros  --  aseguró Sam

Llegaron a la reja y Sam tiró de la campana, pero el tiempo pasaba y nadie acudía.

  • Sabes qué hora es ¿no?  -- preguntó Diandra al ver que Danny comenzaba a exasperarse  --  Son casi las cuatro de la mañana.
  • Ya lo sé, Di
  • Ya vienen  --  advirtió Mael

Unos segundos después apareció una religiosa colocándose un abrigo sobre los hombros. Ellas estaban acostumbradas a escuchar la campana a aquellas horas tan desusadas, ya que eran las preferidas de los que abandonaban criaturas a las puertas del Orfanato, de modo que se apresuró tanto como pudo en salir de la cama pensando en recoger lo antes posible a la pobre criatura que seguramente habían dejado en la puerta, pero su sorpresa fue mayúscula al ver al pequeño grupo de chicos que se agolpaba a las puertas.

  • Buenas noches  --  saludó con voz pausada a pesar del asombro  --  ¿Qué los trae por aquí a estas horas, jóvenes?
  • Buenas noches, hermana  --  saludó Sam  --  Necesitamos ver a la madre Cecilia.

Mientras decían esto, la mujer había estado quitando los pasadores y les abría la reja.

  • Comprendo hija, pero como verás, es una hora inapropiada para despertarla  --  le dijo  --  Pueden pasar,  les acomodaré en algún sitio y apenas la madre se levante le informaré de su presencia.

Sam sacó unas cuentas rápidas.  Diandra había dicho que eran las cuatro de la mañana y ella sabía perfectamente que la madre se levantaba alrededor de las cinco para estar preparada a asistir a la ceremonia religiosa matutina, de modo que decidió no insistir y se dejaron conducir al salón que servía como área de recreo a los niños.

  • Pueden esperar aquí.  Haré que les traigan algo caliente.
  • Gracias, hermana.

Sam inspeccionó el lugar y se alegró de comprobar que lo que le había prometido Giulian se había cumplido. El salón había sido ampliado y ahora se veía mucho más alegre. Había muchos juguetes, juegos de mesa y estaba pintado con graciosos dibujos. Los chicos también lo miraban todo con curiosidad, especialmente algunos de los juguetes.

  • Siempre me imaginé los orfanatos como lugares grises y tristes  --  dijo Aderyn
  • Yo también  --  agregó Diandra
  • Normalmente son así  --  les dijo Sam
  • Al menos no creciste en un lugar tan terrible  --  opinó Aderyn
  • Yo no crecí aquí  --  les aclaró  --  el orfanato donde yo viví era tal y como se lo imaginan. El color reinante era el gris, desde las paredes hasta los uniformes que nos veíamos obligados a vestir. La tristeza era el sentimiento más común y ciertamente no teníamos un lugar como este.

La pequeña tranquilidad que Danny había comenzado a sentir al imaginar que su hermana no lo había pasado tan mal como él imaginaba, rodó al escucharla decir aquello.

  • Y tampoco nosotros tendríamos un lugar así, de no ser por la generosidad de tu padrino y de tu tutor  --  escucharon que decía alguien

Sam se volvió y vio la sonrisa de la madre Cecilia. Corrió y la mujer la recibió con los brazos abiertos. Tras ella venía otra monja a quien reconoció como la que les había servido de guía a sus acompañantes la vez anterior. La mujer la saludó con especial cariño y luego de depositar una bandeja con humeantes tazas de chocolate sobre la mesa, le preguntó por los demás. Luego de esto, Sam procedió a las presentaciones.

  • Él es Danny, mi…
  • ¡Jesús Bendito!  --  exclamó la hermana mientras miraba a los chicos con asombro
  • Tu gemelo  --  dijo la madre Cecilia sonriéndole  --  Realmente son dos gotas de agua.
  • Pero yo soy más simpático  --  dijo Danny mientras le extendía la mano a las mujeres y les guiñaba un ojo
  • ¡Ja! Ni volviendo a nacer  --  murmuró Diandra, de modo que solo Gail y la hermana que estaba casi a su lado pudieron escucharla
  • Ellas son Aderyn y Diandra McKenzie, nuestras amigas y compañeras de clase  --  y la niñas también saludaron  --  este individuo  --  dijo tomando a Gail por el brazo  --  es Gail Natchzhrer, el hijo de mi tutor  --  Gail sonrió a las religiosas mientras saludaba  --  y éste  --  dijo por último tomando de la mano a Mael  --  es Mael Berserker, nuestro amigo y compartimos el mismo tutor.
  • Vaya  --  dijo la madre Cecilia  --  veo que el señor Natchzhrer siente especial cariño por los niños.
  • Es una de las personas más maravillosas que he conocido  --  aseguró Sam
  • Estoy segura de ello  --  acordó la madre  --  Samantha, aunque me complace mucho verte de nuevo, supongo que una visita a estas horas debe obedecer a un motivo muy especial.
  • Lamentamos mucho haber llegado de esta forma  --  intervino Danny de inmediato  --  no teníamos intención de molestarlas o alterar en nada…
  • Tranquilo, Danny  --  lo interrumpió ella  --  Ni molestan ni alteran nada. Tanto Samantha como sus parientes y amigos, siempre serán bienvenidos aquí. Si lo preguntó es con el fin de serles más útil en caso de necesitar algo en particular.
  • Sí madre, obedece a un motivo específico y…




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