Arzhvael (libro 4. Nueva Vida)

Cap. 25 Lo que sucedió mientras no estabas

 

Giulian se quedó en el Salón sin poder creer que Samantha se hubiese ido. Todo ese tiempo esperando para hablar con ella y se había marchado. Con un profundo sentimiento de pesar, se sentó en el sillón y se quedó contemplando el Dver. Ni siquiera notó que Dan entraba y se sentaba frente a él guardando silencio, porque no quería interrumpir los pensamientos de su amigo. Algo decididamente importante estaba preocupándolo. En ese momento Amy entró al salón y miró con extrañeza la actitud de ambos hombres, en todos los años que llevaba de conocerlos no recordaba haberlos visto juntos y en semejante silencio, porque ellos eran alborotadores por naturaleza.

  • ¿Se puede saber qué les pasa? – preguntó y ambos se sobresaltaron al escucharla
  • Nada – se apresuraron a contestar los dos –  ¿Vas a alguna parte? –  preguntó Dan al verla dirigirse al Dver.
  • Voy a casa de los McKenzie, quedé con Anne en pasar hoy temprano por allá. Quizá me quede a comer con ellos.

Se despidió de ambos y se marchó en el momento que Iván entraba al Salón.

  • Giulian te estaba buscando, necesitamos…  –  se detuvo al ver que Dan estaba con él y le hacía una pregunta en ese momento
  • ¿Qué te pasa Giulian?
  • ¿Sabes a dónde fue Sam o si va a tardarse mucho? –  preguntó a su vez Giulian
  • Se fue de vacaciones – contestó observándolo con atención
  • ¿De… vacaciones? ¿A dónde? ¿Sola? ¿Qué sucede con los niños?
  • Sí, de vacaciones, a dónde, no sé, y no, no se fue sola, se fue con Casander, su novio.
  • ¡¿Qué?! ¿Te has vuelto loco? ¿Cómo pudiste permitirlo? ¡Es tu hija, por todos los cielos!
  • Giulian – intervino Iván

Pero él hablaba, caminaba y prácticamente se arrancaba el cabello sin prestarles atención. Dan observaba la reacción exagerada de su amigo y decidió que aquí estaba sucediendo algo y estaba decidido a averiguarlo.

  • Giulian – dijo sujetándolo por un brazo y, mirando a Iván –  ¿Díganme qué está pasando? ¿Qué es eso que ustedes saben y yo no?
  • ¿De qué hablas? –  preguntó Giulian
  • Mientes muy mal, Giulian. ¿Olvidas que te conozco como a mí mismo? Yo tendría que ser muy tonto para no darme cuenta de que me están ocultando algo.
  • Giulian, yo tampoco estoy muy seguro de lo que te sucede, he querido hablar contigo y me has evitado,  pero ya no puedes esconderte más – le dijo Iván
  • Dan…  – comenzó Giulian ignorando a Iván, pero Dan no lo dejó continuar
  • Es mucha casualidad que ayer cuando Samantha te vio, se haya puesto pálida, que anoche salieras de su habitación hecho una furia y ella quedara llorando a mares. Tú sabes algo relacionado con Samantha y me lo vas a decir ahora mismo.
  • Dan…
  • No Iván, ya estoy cansado de todo esto, me dijeron que los querían como a sus propios hijos, de modo que tienen que saber qué demonios es lo que sucede y no me lo quieren decir

Giulian escuchaba la discusión a medias. Su mente frenética estaba invocando imágenes que le producían un dolor casi físico. Sam en brazos de ese hombre. Tenía que haberlo matado cuando tuvo la oportunidad. ¿Sería posible que ella en realidad se hubiera enamorado de “ese”? No, no podía creer aquello. Pero entonces… ¿por qué se iba con él? La otra parte de su cerebro trataba de escuchar lo que le decían Iván y Dan, pero era incapaz de encontrar algo que decirles.

  • ¡Por los Tesoros del Gran Druida, Giulian! – exclamó Dan, sacudiéndole el brazo –  ¡Contéstame!
  • Dan, yo no…
  • No me digas que no lo sabes –  trató de calmarse y siguió –   Escúchame, yo no estoy feliz de que se haya marchado con su novio, ni  siquiera estoy seguro de que lo haya hecho. Quiero ayudar a mi hija, pero no sé cómo hacerlo. Estoy seguro de que Samantha antes de comenzar su relación con Casander estuvo involucrada en otra relación y que esa otra relación le hizo mucho daño, pero me he encontrado con un muro de silencio alrededor de eso. Danny y Gail o en verdad no lo saben o no me lo quisieron decir. Yo confío en ustedes tanto que les confié a mis hijos – hizo una pausa y miró a Giulian – Ayúdame ahora, Cray

Giulian sentía que el mundo se cerraba a su alrededor. Cada una de las palabras de Dan se le clavaban como flechas ardientes. Claro que él sabía lo que pasaba, pero… ¿cómo le decía a su amigo, a su hermano, que él era el motivo del sufrimiento de su hija? Cuando se atrevió a mirar a Dan a los ojos, se sintió el hombre más desgraciado del planeta al ver lágrimas en los ojos de su amigo.

Mientras que Iván tuvo que hacer un enorme esfuerzo para no lanzar un grito, porque mientras Giulian estaba debatiendo consigo mismo, él forzó el acceso y pudo verlo todo. Vlad había tenido razón y él era el mayor de los imbéciles, primero por no haberlo notado, segundo por haber comenzado a sospechar y no haberse esforzado en encontrar a Giulian, y tercero por haber dejado pasar tanto tiempo antes de hablar con él.

  • Dan siéntate – pidió Giulian – lo que voy a decirte es una de las cosas más difíciles que he tenido que decir en mi vida.
  • Lo sabes, yo tenía razón – dijo Dan – ¿Quién le ha hecho esto a mi hija? ¿Quién es el hombre que le ha destrozado la vida de esta manera?




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