Ese día amaneció lluvioso, lo que menos tenía ganas de hacer Sam era salir de la cama. De modo que se pegó más al cuerpo de Giulian en busca de calor. Él sonrió y pensó que con todo gusto se quedaría todo el día metido en la cama con ella, y se le ocurrieron unas cuantas ideas de cómo aprovechar ese tiempo.
Sam se tensó y abrió los ojos. ¿Qué estaba haciendo? Giulian la miraba con extrañeza, pero no decidía que pensar. De pronto sonrió y se dio cuenta que había por lo menos un par de razones, para que ella supiera lo que él estaba pensando. La primera que lo conocía bastante bien y sabía cuáles eran sus debilidades, y ella estaba a la cabeza de estas. Y la segunda era muy física y fácilmente detectable.
Sam que estaba viendo todo lo que pasaba por la mente de Giulian, se sintió agradecida de tener una explicación, de modo que rio y así se lo dijo.
Él rio y la abrazó con más fuerza, pero enseguida se levantaron para alistarse. Cuando bajaron a desayunar ya sus padres, Iván y Elar, los estaban esperando. Mientras comían Sam pensó que tenía que contarle a su padre la experiencia de la noche anterior y en ese momento Dan levantó una sorprendida mirada hacia ella. Sam se sorprendió mucho más, ¿acaso había trasladado su pensamiento al de su padre, igual que hacía con Danny? Se concentró y pudo ver que su padre estaba preguntándose por qué le parecía que Sam quería decirle algo, y haciéndose el propósito de preguntarle. Ella sonrió y lo miró: No te asustes papá, es una nueva habilidad. Te cuento más tarde. Esperaba que su padre se lo tomara con calma, y afortunadamente Dan era un arzhaelí bien entrenado. Sam giró la vista hacia Iván y éste le sonreía, en su caso no era nada sorprendente, porque casi del mismo modo que ella se había comunicado siempre con Danny, con Mael y con Gail, podía hacerlo con Iván en muchas ocasiones.
Después de desayunar y antes de partir, Sam subió a la habitación de Mael, se sentó en la cama y miró hacia la veladora. Allí había varios portarretratos, en uno estaban los padres de Mael, en otro estaban todos ellos cuando iban a tercer curso en Develieng, en otro estaban Mael y ella con Elijah en brazos, y en el que estaba delante de todos, aparecía ella sola. Sintió un enorme dolor en el corazón y se preguntó cómo había sucedido aquello sin que ella se diese cuenta. Las lágrimas comenzaron a rodar por sus mejillas, pero tuvo que esconderlas muy de prisa cuando escuchó que se abría la puerta, y apenas un momento después Elijah estaba frente a ella.
El ya muy apretado nudo que sentía Sam en la garganta se volvió tan grueso que sentía que le costaba respirar. Abrazó a su hijo y luego de unos segundos, el chico se separó y la miró.
Aquellas palabras dichas con una sencillez aplastante, solo sirvieron para acrecentar el dolor y la culpa. Sam se preguntó dónde estaba la justicia, dónde la equidad, porque Mael era una de las personas más humanas, más bondadosas, comprensivas y amorosas que había conocido, y no se merecía un destino como aquel.
Como era su costumbre, después que Elijah dijo aquello, besó a su madre y abandonó la habitación sin decir nada más, y Sam se hundió en una tristeza sin nombre, fue sacudida por un llanto convulsivo que le impidió escuchar que la puerta se abría de nuevo, esta vez para darle paso a un muy abatido Iván, que sin decir nada la tomó en sus brazos y acarició sus cabellos. Pensó en Mael y lo terrible que iba a resultarle saber que su secreto había sido descubierto por la persona a quien mayor esfuerzo había hecho por ocultárselo. Después de unos minutos se separó y secó el rostro de Sam.
Sam no estaba ni cerca de estar serena, pero cuando Iván notó que Giulian la buscaba porque tenían que marcharse ya, colocó sus manos alrededor de la cabeza de la chica.
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Editado: 29.01.2023