Arzhvael (libro 8. Razas)

Cap. 50 Compromiso

 

Después de la explosiva demostración de Darien al final del año anterior, las cosas se habían puesto muy difíciles para Atenea, ya que ni siquiera sus compañeros de curso juzgaban prudente acercársele mucho para no despertar la ira Cornwall. Cansada de este absurdo comportamiento, Atenea decidió ponerle punto final, así que una mañana bajó al salón principal de su edificio y se dispuso a esperar a que el estúpido de Cornwall bajase. Sin embargo, después de mucho esperar ya estaba harta, casi todos sus compañeros se habían marchado y ni los gemelos ni su hermano habían aparecido, de modo que tomó la decisión de subir preguntándose por qué demonios tenían que demorar tanto. Ares y Derian que estaban sentados en las camas, se pusieron de pie, inmediatamente al verla aparecer.

  • ¿Qué rayos haces aquí?  --  preguntó Ares
  • Buenos días, Atenea  --  saludó Derian
  • Buenos días, Derian  --  respondió ella sabiendo que era él por su actitud  --  Necesito hablar con el idiota de tu hermano
  • ¿Y no podías esperar a que bajásemos?  --  preguntó Ares
  • Llevo horas esperando  --  dijo ella y se volvió hacia Derian  --  ¿Dónde está?

Derian se limitó a señalar hacia la puerta del baño por donde estaba saliendo su gemelo en ese momento. Por fortuna traía puestos los pantalones, aunque nada más y su cabello aún mojado brillaba a la luz el sol que entraba por las ventanas.

  • Tienes visita, Darien  --  dijo su gemelo

Darien que no lo había notado porque apenas había salido había comenzado a secarse el cabello, dejó de hacerlo y se volvió, se lanzó la toalla por encima del hombro y se recostó del marco de la puerta cruzándose de brazos. Miró en forma apreciativa a Atenea y una sonrisa burlona apareció en sus labios. Atenea había enrojecido violentamente, aunque no tenía idea de por qué e hizo el mayor esfuerzo por desviar la mirada del torso desnudo.

  • ¡Wow!  --  exclamó Darien  --  ¿A qué debo el honor de esta visita?
  • ¡Vístete!  --  le ordenó ella y se dio vuelta  --  No puedes andar por ahí así
  • ¿Así cómo?  --  preguntó él
  • Bueno… pues… medio desnudo  --  logró completar Atenea
  • Aclaremos algo  --  dijo él caminando hacia ella  --  primero, no ando por ahí medio desnudo, estás en mi habitación por voluntad propia, algo que me alegra mucho por cierto, así que no aplica tu afirmación, y segundo, no veo por qué tienes que ser tan sensible al honesto espectáculo de un poco de piel denuda  --  dijo haciendo que Derian pusiese los ojos en blanco y cuando estaba solo a un paso de Atenea agregó  --  Ahora, aunque puedo entender que tuvieses tantas ganas de verme, me gustaría que tú me lo dijeras

Derian se preguntó en primer lugar, por qué su hermano tenía que hablar tanto para decir algo sencillo, y segundo, tuvo la clara impresión de que Atenea iba a sacudirlo, algo probable, pero difícilmente posible.

  • ¡No tenía ganas de verte!  --  exclamó furiosa  --  Solo necesitaba hablar contigo y como no bajabas pues…
  • Decidiste venir por mí  --  completó él al ver que ella se quedaba callada y Atenea se preguntó por qué sonaba tan mal dicho por él  --  Bueno, ya estás aquí, así que dime, preciosa ¿qué es eso tan importante que querías hablar conmigo?

Atenea se sentía muy frustrada, todo lo que tenía pensado decirle se le había borrado de la cabeza, y el hecho de que él siguiera ahí parado medio desnudo y mirándola con aquella sonrisa burlona, no ayudaba mucho. Sin embargo, respiró profundo y se decidió a hablar.

  • Quiero que le hagas saber a todo le mundo que entre tú y yo no hay ni habrá nunca nada  --  dijo de corrido
  • Pensé que ya habíamos aclarado este asunto 
  • ¡No hemos aclarado nada, lo único que has hecho es complicarme la vida con tu arrogancia!  --  le gritó ella

La sonrisa desapareció de los labios de Darien y apareció en su rostro una expresión de sospecha.

  • ¿Por qué?  --  preguntó
  • ¿Por qué, qué?
  • ¿Por qué voy a decir algo tan estúpido y que no es cierto?
  • ¿Cómo que por qué?  --  le gritó ella  --  Pues porque es así, tú y yo no cabemos en la misma frase y…  --  estaba diciendo ella, pero se interrumpió al ver al gemelo demasiado cerca y sintió pánico cuando la sujetó por los hombros
  • A ver, aunque creí haberme expresado con suficiente claridad, creo que por alguna razón aún no has comprendido  --  expuso con excesiva y amenazante calma --  Tú eres mi chica  --  puntualizó  --  y no voy a permitir que la futura madre de mis hijos ande por ahí con ningún imbécil, de modo que las cosas se quedan como están.

Dicho esto, la soltó, le dio la espalda y comenzó a vestirse. Atenea sentía las lágrimas de frustración quemándole, pero no las dejaría salir, porque no iba a darle esa satisfacción, así que salió precipitadamente de allí, bajó las escaleras a toda prisa y abandonó el edificio.

  • Darien, tú eres mi amigo, pero creo que equivocaste la estrategia, porque del modo en el que estás actuando nunca conseguirás que te preste atención  --  le dijo Ares
  • Por el momento no me interesa si no me presta mucha atención  --  dijo Darien  --  por ahora me conformo con que nadie más se le acerque y créeme que no lo harán
  • Amigo, mi hermana te odia
  • Ella cree que me odia, pero ya verás, cuando llegue el momento oportuno todo cambiará




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