Capítulo 3: Revuelo

La alarma del despertador sonó a las 7:00 a.m como estaba previsto. El oficial se incorporó de su cama rápidamente. Resultaba ser un hombre que a pesar de sus 43 años de edad tenía una personalidad ágil y un modo dinámico. Medio somnoliento, cruzó un largo pasillo hasta llegar a la cocina, donde agarró un frasco con galletas que se encontraba por allí, preparó un café y se sentó pacíficamente a desayunar. Elizabeth no se encontraba en casa.

El oficial Christopher Stanley, un hombre bastante alto de pelo corto, castaño oscuro, al igual que sus ojos, contenía una expresión relajada en todo momento. Había accedido a buenas universidades durante su juventud, por lo que había desarrollado varias carreras y proyectos universitarios importantes. Durante sus primeros años estudió Ciencias Sociales lo que le dio una oportunidad para ingresar a una universidad, transformarse en profesor de historia y seguir su camino por ese ámbito. Luego, unos años después comenzó a interesarse por todo lo que tiene que ver con casos policiales, investigaciones y trabajos basados en cuidar de la población. Este interés llegó hasta tal punto que luego de diversos estudios se recibió de oficial de policía y hasta el momento ha trabajado para el estado. Un hombre verdaderamente completo. Se casó con su actual esposa: Elizabeth Stanley con la cual ha compartido desde muy joven los mismos intereses.        

Aquella mañana tenía pensado ir a la comisaría ya que había pequeños casos no finalizados sin resolver. Por más que siempre mantenía una expresión alegre y el rostro iluminado, se sentía cansado. Estaba harto de siempre contemplar e intentar comprender y ayudar a la gente con quejas, utilizando siempre las mismas expresiones con motivo de desagrado o mala gana. "Yo no puedo seguir así" - decían - "usted no puede permitir esto", "es su responsabilidad hacerse cargo del dilema", y varias frases similares con las mismas objeciones. Si bien se lo conocía como un hombre extremadamente amable, sincero y dispuesto a ayudar al pueblo, sea el motivo que sea, hoy se encontraba a sí mismo de mal humor. Sentíase expectante de algo nuevo, un caso intrigante, llamativo y grato comparándolo con sus experiencias como oficial. Algo que esté por fuera de las normas.

Pisó dentro de aquella oficina la cual visitaba todos los días, especialmente por las mañanas y diversos horarios cortos por la tarde,  apenas dio su primer respiro sintió aquel olor seco, penetrante y, para su gusto, desagradable. Era Ethan, su compañero de trabajo al cual conocía a la perfección desde ya hace un tiempo y que a pesar de poseer admirables modos, no tenía muy buenos hábitos, como el de fumar.

-¡Vamos! Sal para afuera, sabes bien que es incorrecto lo que estás haciendo - exclamó el oficial a Ethan con total confianza, de modo que el segundo figuró su presencia.

Este obedeció a su jefe como normalmente solía hacer y salió para afuera de la oficina. El otro echó un vistazo al espacio en donde se encontraba. Si bien para él era ya un lugar muy conocido, lo visualizó detenidamente. Era una construcción no muy grande, suficiente para Christopher, Ethan y 2 compañeros más que generalmente se encontraban por allí, en la cual destacaba en ella un toque antiguo, algo sucio, que aparentaba estar en reformas debido a las paredes despintadas con aspecto pringoso y descuidado.

-¿Algo nuevo para hoy? - preguntó sin interés Christopher, con expresión de ya saber la respuesta. La misma de siempre. La que le advertía que tenía pequeños casos pendientes, aburridos para su punto de vista. 

- De hecho sí - contestó uno de sus colegas. El oficial se dio vuelta rápidamente con cara de entusiasmo. Esto no solía pasar seguidamente. Con interés esperó expectante a que el otro terminara su idea.

- He escuchado sobre un caso que ha generado gran revuelo en las últimas horas, allí por las calles de Bakerthfail, un asesinato o algo así, a eso de las 3 de la madrugada…¿puede ser? Aparentemente todo esto surgió tras ser hallado el cuerpo sin vida de un joven, aún no se sabe con exactitud la edad, pero gracias a sus rasgos faciales no muy definidos, llegaron a la conclusión que se trata de un individuo de 14 años o más. También, hace relativamente poco me enteré que algunos oficiales del pueblo ya comenzaron a buscar pistas e investigar el surgimiento del caso. 

El hablante hizo una pausa esperando alguna seña afirmativa por parte de su jefe. Pero este ni se movía. Continuó…

-Pero aparentemente esas tales investigaciones no fueron lo suficientemente eficientes y requerían de su ayuda.

Christopher Stanley se salía de sí mismo tras la explicación de su compañero. No esperaba tener una mañana tan emocionante. Sus expectativas habían cambiado, para bien, en menos de 5 minutos. Se sentía bien, no por el hecho de que alguien haya sido asesinado. Si no porque ahora disfrutaría de la mejor parte de su trabajo, la investigación.

- Um! No me lo esperaba. Raro de mi parte es el hecho de no haberme enterado por algún medio antes. Lo que más me extraña de esto es que, ayer pasé de visita por lo de mi sobrino, Brian, tu lo conoces, que vive en la misma calle del incidente, en Bakerthfail, y no me comentó nada acerca de esto - comentó el oficial - A esto se le suma de que cuando fui a su casa el incidente ya estaba establecido y es muy probable de que ya estuviera informado.

-Tal vez olvidó mencionarlo, jefe - exclamó desde la otra punta de la habitación su segundo colega que aparentemente había prestado atención a la charla desde su inicio.

- Eso espero…

- ¡Lucas! - gritó Martha desde el piso de abajo en dirección a la escalera. Su hijo se encontraba en el piso de arriba - ¡Ven aquí! ¡Tengo una noticia!

El chico bajó con paso vago, como si las piernas le pesaran tanto como rocas. Su madre se sentó en unas de las sillas del comedor que se encontraba al pie de la escalera con aspecto alegre. Lucas hizo una mueca extraña al ver a su madre tan acomodada en una silla, sonriendo, poco menos como si le fuera a decir que ganó la lotería. Pero esperó…