Eunwoo vio al chico salir de su casa a toda prisa. Estaba seguro de que el menor no podría pagarle de otra forma el arreglo de su auto, además de que necesitaba que alguien se hiciera cargo de la limpieza de todo su hogar.
Era eso, y que un poco de compañía en esas frías paredes no le haría daño. Sin embargo, aquello no lo admitiría. Su orgullo no lo aceptaría, pero si era capaz de reconocer que tener a Sanha en su casa como un ama de llaves le traería un poco de diversión.
Decidido sacó su celular de su bolsillo y comenzó a teclear con una sonrisa en su rostro.
"Ya regresarás Yoon Sanha."
Escuchó la moto partir a gran velocidad y se acomodó en su sofá, apoyando su espalda en el sillón. Se deshizo de la corbata y se desabrocho casi entera la camisa.
Estaba harto de todo.
Todas las chicas se acercaban a él, solo con el propósito de consumirle todo su dinero. Sí. Eso y nada más. Pero ya había aprendido, luego de la última exnovia que poco y más le exigió que le comprase un apartamento. No lo hizo, pero se ganó el gran odio por parte de los padres de ella y, quizás, hasta de los suyos. ¿Pero qué? ¡Esa chica le estaba exprimiendo!
Pasó sus largos y finos dedos por su cabello negro, suspirando pesadamente, recordando todas las novias que había tenido.
¿Había algo malo con él? En una ocasión una rubia le dijo, o más bien le preguntó, si él era gay.
¿Gay? ¡Por supuesto que no! Como se le ocurría preguntar semejante estupidez. Ella justificó su pensamiento con que la única persona que le iba a amar como él quería y exigía iba a ser un hombre. ¿Un chico, en serio?
Eunwoo jamás se había cuestionado aquello, ni por su mente había pasado semejante idea insensata, ella seguro lo había dicho para atacarle luego de negarle caprichos costosos.
¿Es que todas las mujeres solo se iban a fijar en su billetera y auto?
Definitivamente el amor no era para él, simplemente eso.
Estaba mentalmente cansado luego de la situación con su auto chocado y de pensar en el acuerdo que había ofrecido al culpable de que su hermoso vehículo se quedará en reparación.
Yoon Sanha lo vería más pronto de lo que creía.
Y con aquel pensamiento, entró a su habitación despeinándose los cabellos. Mañana le esperaba una gran jordana de trabajo, reuniones y documentos que revisar. Además de ignorar las miradas femeninas de la oficina, seguro con la esperanza de que algunas de ellas fuera la próxima en cumplir su sueño de compras.
Eunwoo se tiró a su cama ni bien terminó de cambiarse, soltando un suspiro de frustración al mirar el techo blanco de su habitación.
"Supongo que Saniboo será una distracción divertida si vive conmigo"
Cerró los ojos, con aquella idea en su mente cayó en un sueño relajante. Por primera vez, en años, lo último que había pensado no se relacionaba con el trabajo y números.
A la mañana siguiente, luego de concluir con las horas laborales, por fin podía relajarse un poco respirando el aire puro de las calles. Desde temprano había deseado salir del trabajo.
Eunwoo caminó al estacionamiento con tranquilidad hasta que vio el auto que lo trajo a la oficina. El que rara vez ocupaba, su favorito estaba en reparación.
─ Demonios ─murmuró volviéndole el mal humor.
Bufando se subió a su vehículo y partió rumbo a esa maldita tienda de comida tradicional. Por la cual, gracias a ésta, había chocado con ese enano con moto, como le había apodado ahora último.
Estacionó su auto en frente de las miradas de todas las personas, que miraban impresionadas. El barrio era bastante humilde, y ver un auto de lujo estacionarse en frente era una noticia casi mundial. Rio por lo bajo cuando escuchó decir a un niño pequeño que pertenecía a la mafia.
Si claro, Eunwoo de la mafia. Rio de tan solo pensarlo. Corrió la puerta un poco e hizo una venia antes de entrar al local.
El ir vestido con un terno y corbata estaba causando una impresión muy grande en toda la gente que estaba en aquel lugar. Un señor mayor se acercó rápidamente.
─ ¿Que... Que se le ofrece? ─dijo titubeando.
─ Kimchi... sí, Kimchi ─por fuera Eunwoo parecía muy serio y distante.
Confiar no era lo suyo, mucho menos llegar a querer a una persona cuando ésta solo lo veía como una tarjeta de crédito.
Aunque no estaba muy lejos de parecer antisocial, su carácter frío y tosco se debía a todas las decepciones que había pasado anteriormente. Incluso llegaba a llorar con las películas de amor, y lo que más amaba en el mundo disfrutar una rica comida. Como aquel delicioso Kimchi que prepara ese restaurant. Oh, sí.