Aster

Una noche agradable

Los pasos de Xylon eran torpes, como si no estuviese acostumbrado a ese tipo de bailes. Podría ser verdad. Viene de otro reino, después de todo. Aún así, sonreía, sin prestarle atención a las burlas de los otros nobles. Se notaba que no era alguien que escuchase las opiniones ajenas.

Asteri tampoco, pero, ahora mismo, necesitaba una buena imagen.

En su mente, pedirle bailar juntos iba a ser de gran ayuda.

Un príncipe con la princesa, como los cuentos de hadas. Pero a Asteri nunca se le pasó por la mente que las habilidades de baile de aquel príncipe le darían mucho que desear.

Hasta el caballero con el que bailó en el banquete de victoria era más diestro al moverse al son de la música.

Después del baile, tendría que buscar a otra pareja, esta vez, algún joven que sí sepa bailar, para así tapar el desastroso primer baile.

Cuando la música terminó, él se inclinó levemente frente a ella, agradeciendo el honor de haber bailado y charlado con él. Se despidió y se retiró. Asteri pudo escuchar como él empezaba a hablar en otro idioma con otra persona.

Algún otro noble de ese reino, supuso ella.

Suspiró, y caminó por el salón, mientras algunas parejas se dirigían hacia el centro, para bailar la siguiente canción.

Una cabellera rosa pálido se hizo resaltar por el salón.

¡Por supuesto!

¿Cómo es que lo había olvidado?

Lavender no era la única persona que la acercaría a su hermano mayor, si no que existía otra persona, con el mismo estatus social que ella, en su misma situación.

Laurence, su mellizo.

Se dirigió hacia la mesa en donde estaban los postres, pues él se encontraba ahí, probando algunos de los que se encontraban.

Pensando en cómo iniciar una conversación, lo único que se le hizo prudente fue presentarse. Nunca antes se habían conocido, pero, como su hermana era candidata para casarse con su hermano, no se vería tan raro que ella se presentase primero, aunque sea mejor visto que el primer paso lo de el hombre.

Carraspeó ligeramente para llamar su atención, tomó el pliegue de su vestido y lo saludó de manera educada.

—Saludos, joven señor Phlower — Él casi se ahogó con la comida que tenía en la boca. Masticó rápidamente y, de manera algo torpe, debido a la sorpresa, se inclinó de igual manera.

—Saludo a la segunda princesa, la luna del Imperio —dijo, y ella sonrió.

Él parecía ser alguien simple de ganar, no como su melliza.

—Lamento haberlo sorprendido, joven señor Phlower —dijo ella, enderezándose lentamente —. No fue mi intención.

Él carraspeó, sonrojado por el sentimiento de humillación, pues, no todos los días conoces a una princesa y, peor aún, casi te ahogas con la comida.

—No se preocupe, Su Alteza, usted simplemente me tomó desprevenido —contestó, tratando de mantener la compostura, mientras se ajustaba con elegancia su corbata —. Supongo que tarde o temprano nos hubiésemos tenido que conocer —dijo, ahora con un semblante más tranquilo —. Me alegro que lo hagamos hecho sin la influencia de nuestros padres.

Asteri sonrió, tomando una nota mental sobre lo honesto que era aquel joven noble.

—Tiene usted razón.

Los aplausos inundaron el salón, pues la música había acabado, al igual que aquel baile, y, a medida que estos se alejaban del centro, más, y distintas parejas, volvían a ese lugar, preparándose para el siguiente baile.

—Mi hermana me ha contado mucho de usted, Su Alteza —comentó él, entre tanto la música volvía a sonar, esta vez, una más movida. Los vestidos se movían con gracia, en el momento en el que los varones giraban a las damas, y cambiaban de señorita, haciendo lo mismo una y otra vez —, pero nunca me dijo algo sobre su estatura —Asteri se tensó. Por supuesto, él podría ser de ese tipo de nobles que odiaba que la mujer sea más alto que él —. Es realmente sorprendente. Nunca he conocido a una mujer tan alta.

Ella lo miró sorprendida, y suspiró suavemente.

Otra nota mental; él era muy directo.

Pero, por lo visto, también era una buena persona... Al menos, por ahora.

—Supongo entonces que usted no ha conocido a mi hermana. Ella es más alta y hermosa que yo —comentó con simpleza. Pues, ella no mentía. No por nada Nahiara era nombrada como la mujer más hermosa del Imperio. Era una verdadera sorpresa que aún no se hubiese casado.

—¿Más aún? —Él parecía sorprendido, mas sonrió —En ese caso, sería también todo un honor conocerla. Espero hacerla algún día.

Una idea apareció en la mente de Asteri ante esas palabras, y sonrió también.

—Oh, pero qué gran idea la suya, joven señor Phlower —dijo ella, bajo una confundida mirada de un hombre de cabellera rosado pálido —. ¿Qué tal si organiza usted una fiesta de té con mis hermanos y los suyos? De esa manera, usted podrá conocer a mi hermana, y mi hermano y la suya podrán compartir más tiempo juntos.

Él abrió los ojos, y dudó un poco. Bueno, es verdad que su padre quería que Lavender se acercase más al príncipe heredero, y esta podría ser una muy buena oportunidad...




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