Selien
- Selien, ¿Qué me estás ocultando? — Baham lo miraba con sus ojos grises muy abiertos, esperando una respuesta a su pregunta.
¿Qué he hecho? ¡Soy un tonto!
Cuando estaba distraído, Selien tenía la mala costumbre de pensar en voz alta y al ver a Ceres junto a Mercurio, tal y como lo habían planeado, olvidó la presencia de su amiga y habló de más.
- Eh… y-yo — tartamudeó mientras pensaba en una buena excusa.
- Habla, Selien — insistió. — Y, por favor, se sincero.
Sinceridad. Esa sola palabra hizo entender a Selien que ya no podía seguir mintiéndole por más tiempo. Ya era hora de contarle sobre el plan que llevaba elaborando desde hace semanas a sus espaldas.
- ¿Recuerdas cuando… te dije que no estaba siendo sincero contigo? — preguntó cautelosamente.
Baham afirmó con un gesto mientras desviaba su mirada. Cuando él le dijo eso, ella había terminado llorando y huyendo del Palacio de la Luna.
- Hay una razón detrás de mi indiferencia hacia Helia durante este último tiempo — continuó. — También la hay para las visitas constantes de Ceres, y para las horas que paso encerrado en la biblioteca.
- ¿Y esa razón es?
- Te he estado ocultando algo bastante importante — respondió él mientras jugueteaba con sus manos — …que podría involucrarnos a todos nosotros.
Al ver la cara de confusión de la Estrella, Selien habló sin rodeos.
- Iré a visitar a Helia.
Baham palideció. Su boca se movía de arriba hacia abajo queriendo decir algo, pero no podía.
- ¿Baham?
- Es una… ¡Locura! — exclamó. — ¡Una estupidez!
- Por favor, baja la voz…
- ¿Has pensado en lo que podría pasar si cometen ese disparate? — preguntó mientras se paseaba de un extremo a otro. — ¿Has pensado en las consecuencias que esto le podría traer a los mortales? ¿A nosotros mismos?
- He tratado de ser lo más minucioso posible con todo esto, Baham. Solo hay algunos pequeños detalles que resolver…
- ¿Y qué detalles son esos?
En realidad, eran bastantes detalles. Debido a los últimos problemas con Baham, no quería molestarla con la responsabilidad de conducir el carro lunar durante la noche del baile.
- A Ceres se le ocurrió hacer un baile para celebrar el primer aniversario de la Creación — explicó. — El baile no es más que un pretexto para que yo pueda ir con Helia, sin levantar sospechas.
- Claro, porque obviamente una fiesta en el lugar más importante de todo el universo, donde seguro irán muchos invitados, incluso tal vez el mismo Universo, no es para nada sospechoso — ironizó Baham.
- La gran cantidad de invitados no hará más que favorecerme a que pueda infiltrarme sin problemas — continuó. — Además, Universo no ha estado rondando cerca nuestro hace bastante.
- Te equivocas.
- ¿Qué?
Eso no podía significar nada bueno. Universo solía estar en un estado de reposo la mayor parte del tiempo, y solo se materializaba para asuntos importantes.
- Ayer, mientras estabas en tu viaje, estuvo en el palacio — respondió Baham. — Fue a decirme... a amenazarte con que, si no volvía pronto a mis turnos, me arrepentiría.
- ¿Te hizo algo? — preguntó Selien, alarmado. — ¿Por qué no me lo dijiste?
- Solo fue un susto — aclaró. — Se veía algo irritado y actuaba más violento de lo normal. Y no te lo dije porque no quería preocuparte, pero al parecer ahora resulta que la única preocupada soy yo.
- No tienes por qué estarlo.
- Selien, no creo que me estés entendiendo. Tienes que desist…
- No lo haré — la interrumpió. — Por favor, no me pidas eso nuevamente.
- ¿Desde cuando eres tan testarudo? — preguntó Baham, irritada.
- No soy testarudo — respondió tajantemente. — Es solo que esto es en verdad importante para mí. Simplemente no puedo desistir ahora que estoy a mitad de camino. Me he esforzado demasiado en planear todo…
Baham lo observó fijamente, su rostro era inexpresivo. Cerró los ojos y suspiró.
- ¿No hay nada que pueda decir o hacer para hacerte cambiar de opinión? — preguntó rendida.
- Me temo que no.
Desearía que todo fuese diferente…
Pasados unos minutos de silencio, ella habló.
- Te ayudaré — farfulló mientras miraba en dirección a la Tierra.
- ¿Qué?
- Ya me escuchaste, te ayudaré.
No puede estar hablando en serio.
- Baham, y-yo no puedo obligarte a que lo hagas.
- ¿Y quién ha dicho que me estás obligando? — inquirió. — Solo dime en qué puedo ayudar y lo haré.
- Baham, ¿Estás segura de querer ayudar en todo esto? Podrías meterte en problemas por mi culpa…
- A la mierda los problemas.
Selien no sabía qué responder ante aquella justificación.
- Si insistes… — levantó las manos en señal de rendición. — El plan original era convencerte de que me reemplazaras en mi viaje la noche del baile, pero…
- ¿Pero?
- No quería molestarte luego de todo lo que ha pasado entre nosotros.
- Ah.
- Además, no sabía cómo sacar el tema a conversación — se apresuró a decir. — He estado horas y horas desvelándome en la biblioteca buscando algún escrito que pudiese ser de ayuda.
- ¿Y encontraste algo?
- Nada, pero aún no me rindo. Esta noche tengo planeado ir a ver si encuentro algo nuevo.
- Iré contigo.
***
Llegado el amanecer, Selien se dirigió al Palacio de la Luna, junto a Baham. A pesar del cansancio, lograron reunir fuerzas suficientes para ir a la biblioteca a buscar algo de información.
La biblioteca del segundo piso era, sin dudas, una de las habitaciones más grandes de todo el palacio. Las estanterías llegaban hasta el cielo y estaban abarrotadas de libros de todo tipo.
Pero no el que necesito.