Luego de varios minutos de espera, logré llegar hasta la puerta del tren. Al bajarme, tomé un taxi sobre Park Avenue. No veía las horas de llegar a mi hogar.
–¿Hacia dónde? –preguntó el señor.
–Sobre la Quinta Avenida, enfrente de la Escuela de Diseño Parson, por favor –dije mientras el coche avanzaba.
Logré llegar a mi departamento en veinte minutos aproximadamente, ya que el transito allí es terrible. Cuando entré, el lugar estaba tal y como lo había dejado: luces apagadas, ropa sobre mi cama y una porción de pizza guardada en el refrigerador. Recogí la correspondencia que habían dejado pasar por debajo de la puerta y comencé a leer. La mayoría era sobre cuentas que debía pagar o cosas del trabajo, pero una era un sobre negro con un sello blanco, con la forma del escudo de los Blake; era de mi tío. Era extraño recibir noticias de él, por lo que asumí que debían de ser malas, entonces no tardé en abrirla:
"Buenos días Aiden, o noches, dependiendo de cuándo abras mí carta. ¿Cómo estás? Ya sé que hace demasiado tiempo que no sabes nada de mí, y lamento eso, pero esto es importante, algo que no puedo decirlo por medio de tinta y papel. Necesito verte y rápido, esto no puede esperar, así que reúnete conmigo el miércoles en el teatro Majestic en Broadway, para ver la función de El Fantasma de la Ópera, a las 20:30 p.m. Te reservé un ticket, está dentro del sobre. Allí te espero. Sé puntual.
Con cariño, Luke."
–Qué raro que es esto –pensé en voz alta.
Luego de unos segundos, recordé que ya era miércoles. Miré el reloj en mi muñeca: eran las 19:13. Tenía tiempo para bañarme y prepararme para la noche. Decidí vestirme lo suficientemente formal para la ocasión, así que busqué la ropa adecuada.
Cuando terminé eran las 19:56, así que tomé el ticket, las llaves de mi departamento y me dirigí hacia el teatro en taxi.
El Circuito de Broadway es el conjunto de cuarenta teatros situados en la Avenida Broadway, justamente. Allí se encuentran los más conocidos mundialmente, como el Minskoff, el Ambassador, el Winter Garden y el Majestic. Este último, ubicado sobre la Calle 44 Oeste, tenía en la entrada un gran cartel azul con letras blancas, indicando el nombre de la función. La verdad es que nunca me gustó la ópera, pero esta obra en particular es la que más perduró con el correr del tiempo; comenzó en 1988, y sigue actualmente, por lo que supuse que debía ser muy entretenida.
Luego de media hora de espera en la fila, entregué mi ticket a la señorita de la entrada que llevaba puesta una máscara blanca, a lo que me respondió:
–Sección Orquesta, fila AA, asiento 101. Que lo disfrute –dijo y me devolvió el ticket.
–Muchas gracias.
Al entrar al edificio, se podía ver un puesto de golosinas y bebidas, con unos vasos de plástico azules de "The Phantom Of the Opera", entre otros suvenires, y muchas personas por todo el lugar. Me acerqué, compré uno y comencé a caminar hacia la sala. La mayoría de los espectadores parecían perdidos, sin saber por cuál puerta entrar o por cuál escalera subir. Yo también estaba un poco desorientado, así que le pregunté a un señor vestido con camisa, pantalones blancos, chaleco rojo oscuro y que llevaba la misma máscara que la mujer de la entrada:
–Buenas noches. ¿Podría indicarme por cuál puerta debo entrar, por favor?
–Seguro –tomó el ticket y lo inspeccionó –. Vaya por la puerta de la derecha y siga hasta un cartel en el suelo que le indica su fila –aseguró.
–Muchas gracias –dije mientras tomaba el ticket.
–Con gusto, señor Blake.
“¿Señor Blake?” ¿Cómo sabe mi nombre? Supuse que debía estar escrito en el ticket, pero no pude averiguarlo, porque al entrar a la sala me encontré con todas las luces apagadas y no podía leer. Había llegado justo a tiempo.
Unos minutos después de encontrar mi lugar y acomodarme, una persona se sentó a mi izquierda. No sabía de quién se trataba, pero llevaba puesto un sobretodo gris oscuro, casi negro, y sombrero. ¿Qué hacía con un sombrero dentro de un teatro? Traté de ignorarlo. Luego, a mi derecha, tomó asiento otro señor pero con el pelo más desalineado, casi blanco, y traje negro; demasiado arreglado para mi gusto. Le eché un ojo, pero no logré reconocerlo hasta unos minutos después: era mi tío.
–¿Luke? –pregunté sorprendido y con miedo a equivocarme.
–Tardaste mucho, sobrino. ¿Ya no te acuerdas de mí?
–¡Es que con toda la oscuridad, y el tiempo que pasó desde la última vez que nos vimos, ya no sabía cómo ibas a lucir!
–¡Ja! Sigo así de impredecible como cuando eras pequeño –me dijo mientras me abrazaba –. Veo que recibiste mi carta.
–¡Sí! ¿De qué se trata todo esto? ¿Estás en una especie de aprietos? –pregunté, temiendo estar en lo cierto.
Editado: 25.09.2018