Capítulo 2: La Primera Impresión
KATHLEEN.
Si bien había algo que detestaba era tener que madrugar. Después de mi primer día de trabajo el cual resultó una fatalidad para mi, pues aunque después de el encuentro que tuve en la cocina con Micah, no me lo volví a cruzar en lo que restó de día, y su hermano, ni rastros de él. Sin embargo, Mickey terminó siendo un niño bastante tierno, no entendía cómo una niñera podría abandonar a tal criaturita de dios.
Me levanto temprano para alistarme, Jessica pasaría por mi en cualquier instante.
Se podría decir que Jessica es algo así como mi mejor amiga. Nos conocemos bastante bien, desde que estábamos en pañales prácticamente. Sus padres conocieron a los míos cuando yo era apenas una cría, poco tiempo después mis padres desaparecieron de la faz de la tierra como si algo se los hubiese tragado.
El punto es que Jessica Parker una de las chicas con más influencia en la preparatoria en la que asistía, podría considerarse mi mejor amiga.
Katherine insistía en que la amistad eran cuentos de camino, algo así como las hadas, los trolls, la cigüeña. Aún así, prefería pensar que es porque Katherine es la chica más posesiva y celosa que jamás he conocido.
La corneta del vehículo de Jessica me saca de mis absortos pensamientos. Dejo los platos sobre el fregadero y muevo mis pies hasta afuera del pequeño edifico. La música del auto de Jess se escucha desde mi apartamento, es ruidosa y escandalosa, palabras que describían perfectamente a Jess.
Ella canta, o al menos eso intenta, sin prestarme atención en el momento en el que subo al vehículo.
— ¡Jess!
— ¡Kathleen!—Jessica aparta sus lentes de sol, haciéndolos a un lado para poder mirarme— ¿Desde hace cuánto tiempo estás allí?
Ruedo mis ojos, dejando mi pequeño bolso con estampado militar a un lado.
— Lo suficiente para comprobar que no debes dejar la escuela, Jess.
Jess ríe, negando con su cabeza.
— He mejorado un montón. ¿Quieres que te muestre?
— No, gracias—respondo sin titubear. Jess y la música son polos opuestos.— Sigue conduciendo.
Mientras cubro mis oídos para no tener que escuchar las desafinadas notas de mi amiga, mis pensamientos vuelan en lo que fue mi primer día como niñera en la casa de los Janssen. No sabía gran cosa sobre ellos.
Pero sin lugar a dudas sabía que eran unos adonis.
También unos idiotas, o por lo menos así había sido mi primera impresión de Micah.
No todas las primeras impresiones son buenas, Kath.
— ¿Cómo te fue en tu primer día con los Janssen?— pregunta Jess, dejando de desafinar, su voz está un poco más ronca y grave de lo normal.
— Son unos malditos dioses griegos, incluyendo el bebé al cual me toca cuidar. ¡Me siento una pedofila!—mascullo, sobresaltada— ¡Habías dicho que eran normales, flacuchos y feos!
Jess muerde su labio, reprimiendo una risa.
— ¡Lo siento!—levanta sus brazos al aire con una sonrisa burlona en su rostro— Necesitabas el empleo y si te decía que eran unos de los chicos más jodidamente follables del pueblo, conociéndote Kathleen Taylor, no ibas a aceptar.
— ¡Obvio que no iba a aceptar!—replico, desviando mi mirada hacia al frente.
—Vamos Kath, no es tan malo. Todas las chicas mueren por conocer a los Janssen, incluyéndome, además si tu los conoces, puedes presentarmelos, para así ser la próxima Jessica Janssen.
— ¿Planeas utilizarme para cumplir tus sueños?—cuestiono, levantando mis cejas con incredulidad.
Jess curva los extremos de sus labios, meneando la cabeza, acción que hacía cada vez que intentaba evitar alguna pregunta que no quisiese contestar.
— Es viernes, eso quiere decir que iremos a la fiesta que hará Des Ross en su casa—abro mi boca para oponerme a ir a la fiesta. Las fiestas me agradan, siempre y cuando haya comida en cantidades industriales, sin embargo, no me sentía con un estado de ánimo estable para ir a fiestas— No aceptaré un no como respuesta, Kathleen Taylor.
Bufo, rodando los ojos.
— Lo pensaré.
Bajo del auto un poco apresurada, Jess me guiña un ojo y luego desaparece de mi campo de visión. Dejo salir un sonoro suspiro, trabajar era agotador.
Camino con desgano hasta el timbre, debo estar motivada, sin embargo, mi yo interna se encontraba sobre el sofá riéndose de mi mientras come palomitas. Toco el timbre, haciendo que los gigantescos portones comiencen a hacerce a un lado. Me adentro a través de éstos, sintiendo el aire colarse por debajo de mi ropa.
Tengo prohibido entrar por la puerta principal de la casa, así que me toca rodearla hasta llegar a una de las puertas laterales. Ésta misma se encuentra abierta, dejo mi bolso sobre el pequeño mesón junto con mi suéter.
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Editado: 17.11.2021