Capítulo 4: El Juego
KATHLEEN.
Sin duda, las fiestas tenían lados positivos, pues era una gran elección para divertirse, pasarla bien, conseguir polvo rápido, embriagarse sin sentirse juzgado, pero por otro lado, sus lados negativos me hacían querer golpearme a mi misma con un martillo por involucrarme en juegos con desconocidos.
Pero así son las fiestas después de todo.
Compruebo que no me estoy equivocando al escuchar la escándalosa voz de Fiona aplastandome los oídos.
— Vaya...Katie—murmura anonadada, ella hace una curva con sus labios y me observa impasible.
No.
Un rotundo no.
En mi cabeza no existía la posibilidad de que una chica como yo entrará a un lugar de pequeñas dimensiones de largo y ancho con un chico como Mikhail, cuya presencia a tan sólo unos metros de mí afectaba todo mi sistema, no imaginaba como me pondría si lo tenía cerca...muy cerca.
— Yo...—levanto mi mirada en busca de ayuda por parte de Jessica, evitando a toda costa cruzarme con la mirada de Mikhail.
— Que lástima, Katie—Fiona finge lástima por mi, luego sacude su cabeza, mordiendo su labio— Bueno, conocen las reglas, si ella no acepta, la anfitriona tendrá que ocupar su lugar—murmura cambiando su expresión drásticamente.
Siento un pinchazo en el pecho al escucharla decir eso. ¡Malditas reglas!
¿A qué imbécil se le ocurrió inventar este juego?
Sin embargo, antes de que pudiera oponerme a la petición de Fiona, mi amiga, la cuál no se queda de brazos cruzados se levanta de inmediato.
— ¡No!—Jessica me observa, amenazante, sus ojos viajan a los de Fiona, cuyas mejillas se colorean de rojo y sus ojos le dan una mirada asesina a mi amiga— Digo...no es necesario, Kath lo hará, ¿cierto?—ahora sus orbes verdosos se clavan en los míos.
Ella jamás aceptaría perder una oportunidad de fastidiar a Fiona, incluso estando yo de por medio.
Trago saliva lentamente mientras me armo de valor para observar a Mikhail. Él me observa con su cabeza apoyada en las palmas de sus manos, usando los codos sobre sus rodillas como soporte. No dice nada, sus labios permancen en una línea recta con sus hermosos ojos clavados sobre mí, intento decifrar que pensamientos cruzan por su mente en este momento, sin embargo, su mirada carece de expresión.
Me sorprendo a mi misma cuando asiento con mi cabeza con mi vista clavada en sus orbes azules.
— ¡Genial!—escucho que Jess exclama contenta mientras Fiona deja salir un resoplido de sus labios carmín.
— Esto va a ser interesante—interviene Des, haciendo que lo observe durante unos minutos.
Mis piernas tiemblan y siento que el corazón se me saldrá de la boca en cualquier instante. Me levanto con mi pulso acelerado del pequeño sofá, Mikhail camina detrás de mí, puedo sentir su aliento rozando la piel sensible de mi nuca.
Joder, jamás había estado tan nerviosa en mi vida.
Des se apresura en llegar hasta nosotros, abre la puerta y me observa atentamente. Vacilo al entrar pero sin más remedio, me adentro en la profunda oscuridad que aquella pequeña habitación nos brindaba. La música se escuchaba pero ésta vez más aislada. La habitación estaba en completa oscuridad a excepción de un diminuto rayo de luz que entraba a través de las rendijas. En el momento en el que la puerta se cerró a mis espaldas, dejé de respirar.
Un fuerte e intenso olor a perfume varonil entró a través de mis fosas nasales. Mi corazón comienza a latir con fuerza, me giro para encontrarme con esos glaciares azules que me roban el aliento. Puedo ver su cabello rubio caer por su frente en pequeños mechones, el ambiente es tenso, incluso incómodo y me maldigo a mi misma por aceptar venir a ésta patética fiesta. ¡Maldita Jessica Parker!
El silencio entre nosotros me estaba matando. Podría quedarme pegada a la pared sin decir nada, escuchando el sonido de la música proveniente de afuera hasta que los siete minutos pasen. Mi Kathleen interna se burla de mi mientras saca su vestido de fiesta y menea sus caderas al ritmo de alguna canción pegajosa. Entonces decido que es ridículo permanecer en silencio. Respiro hondo, llenando mis pulmones de aire para armarme de valor.
— ¿Qué onda?—digo de forma relajada. Me sorprendo a mi misma. ¿En serio?, ¿Qué onda?, ¿En qué diablos estaba pensando?— Lo siento, quiero decir...
— ¿Por qué viniste a esta fiesta, Kathleen?—pregunta, haciendo que un cosquilleo se instale en mi estómago al escucharlo decir mi nombre. Su voz es gruesa, áspera y lo suficientemente ronca como para atemorizar a cualquier persona.
Sus glaciares fríos como un iceberg me observan, curiosos, expectantes e incluso inexpresivos. Mikhail Janssen era un chico bastante reservado, eso se podía distinguir a simple vista y cualquier persona se daría cuenta, incluso una mediocre como yo. Su aspecto de chico malo era irresistible, la manera en la que su cabello rubio caía sobre su frente. Enfócate Kathleen...
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Editado: 17.11.2021