Capítulo 17: Novios Falsos
Kathleen.
El verano siempre resultaba la época más calurosa del año, el sol era tan demandante que me provocaba andar por la vida solo en ropa interior de gatitos siameses jugando con una bola de hilo rojo.
La escena al llegar a casa hace unos días y encontrarme a mi hermana teniendo relaciones físicas e íntimas con mi mejor amigo de la infancia, me había perturbado. Es más, seguía sin poder borrar esa escena de mi cabeza cada vez que observaba a Beep en el medio de mis almohadas sobre mi cama.
Suspiro, estirando mis huesos y dejando que la melodiosa voz de una mujer resuene en la habitación. Siempre me había considerado una amante empedernida de la música clásica y fanática número uno de beethoven. Sin embargo, las bandas de rock me iban genial.
Katherine se había ido al trabajo hace unas cuantas horas, ésta mañana, cuando desperté a causa de los cegadores rayos ultravioletas que se adentraban a través de la ventana de mi habitación, encontré un pequeño apartamento sín vida. Desayuné un poco de cereal con leche y me senté frente al sofá al ver una película. Del mismo modo que todos los fines de semanas, no tenía que trabajar durante el día de hoy así que mis ánimos estaban por los suelos.
De vez en cuando, los ojos azules del ojizarco revoloteaban en mi cabeza, haciéndome sentir en las nubes, no entendía cómo se podía pensar tanto en una persona. El dueño de los malditos ojos azules, y pensar que, solo bastó una mirada de esos ojos para caer hechizada a sus pies.
Aún recuerdo las veces en las que mi hermana me dijo que algún día estaría babeando por un hombre que acelerara mis hormonas a la velocidad de una revolución, el destino no tardó mucho tiempo que hacerlo realidad, una semana después conocí a los Janssen.
Anteriormente creía al amor como la aguja en el pajar, ahora, no estaba tan segura de eso.
El timbre suena mientras la música se detiene como por arte de magia. Me levanto del sofá con mis piernas dormidas hasta llegar a la puerta, asomo mi cabeza por el pequeño espacio que dejo libre entre la puerta y el exterior, entonces mis ojos escanean a la persona que tengo al frente.
Me encuentro con los enormes ojos en un tono verdoso que se distorciona en el interior del iris. Su ceño se encuentra ligeramente fruncido y un gesto impasible consume su rostro entero.
— ¿Me invitaras a pasar, cenicienta?—su melodiosa voz, me saca de mi embelesamiento.
Enseguida asiento con mi cabeza, haciéndome a un lado para dejarlo entrar. No obstante, cuando me percato de que solo llevo ropa interior de gatitos y una camiseta de tirantes de color morado que a duras penas cubre mis pechos, me retracto sobre la idea de dejarlo pasar a mi casa, pero es tarde para arrepentimientos.
Sus ojos me estudian de pies a cabeza como si estuviese analizando la razón por la cual me encuentro en aquél estado.
Mierda.
Sin embargo, el único porqué realmente curioso es su estadía en mi humilde aposento.
— ¿Por qué tu...?—Micah me sañala con su dedo índice y luego niega con la cabeza, tomando una bocanada de aire.— Necesito un favor—mangonea, haciendo vibrar las paredes de sus cuerdas vocales.
Le miro impasible por saber el misterio que me oculta en su mirada. La Kathleen en mi cabeza se ha puesto su bikini de flamenco junto con sus lentes rosados mientras se sopla aire con un abanico, sin despegar su mirada seductora del joven frente a mí.
Sensual.
Micah relame sus labios buscando las palabras correctas para ejecutar su maravillosa jugada.
— ¿Te gustaría salir conmigo?—interroga de pronto.
Suelto una carcajada, debido a que es la primera acción que se me viene a la cabeza.
¿Micah estaba jodiendome o había perdido el cerebro en el camino a mi casa?
Definitivamente, el estaba jugando con mi cerebro.
Sean bienvenidos a los juegos mentales de los Janssen.
— ¿Te encuentras bien?—le inquiero, colocandome sobre mis dedos para alcanzar su frente.—¿Quieres que llame a un doctor?, mi vecino, Patrick es cirujano, el sabrá que hacer...—comienzo a decir en busca del teléfono, pero el atrapa mi brazo deteniendome.
— Primeramente no creo necesitar la ayuda de un cirujano—enuncia, soltando mi brazo con brusquedad.—Segundo, Patrick es cirujano de mascotas y tercero, estoy hablando solemnemente—concluye, dejándome petrificada y con la boca a una milla de mi casa.—Me refiero a salir falsamente, Kathleen.
—Ah...
Se supone que debería entender pero para ser honesta, no entendía qué narices estaba sucediendo aquí.
Ignorante.
— ¿Por qué yo?—interrogo con voz trémula.
— ¿Recuerdas a Kiara?—me pregunta y yo meneo mi cabeza en forma de asentimiento.—Hace unos días me declaró su amor, ella siempre ha sido mi mejor amiga, mi primer recuerdo fue junto a ella, y al contrario de Mikhail no podría jugar con los sentimientos de mi mejor amiga, lo menos que deseo es tener que ver sufrir a Kiara y saber que yo soy la razón de su consternación, cenicienta.
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Editado: 17.11.2021