Al salir de la "prisión", que a partir de ahora llamaremos "el Tribunal", un empleado reactivó las ánimas de Deyna e Igna con su arenilla, y posterior a eso los levó separados al que sería su hogar con sus familias adoptivas por los próximos cinco días, fecha en la que se realizaría la... pseudo-boda.
Aurora procuró que las casas de ambos estuvieran lo suficientemente alejadas la una de la otra para que a ninguno se le ocurriera la brillante idea de escapar juntos.
El hogar temporal de Deyna sería con la familia Zceler, o como sea, su apellido estaba en lengua remina (también llamada lengua sapna), y lo habían adoptado por la esposa, por lo cual, ella era la jefa de familia.
La primera impresión ella tuvo de esa familia fue que eran exageradamente amigables, pero algo hipócritas.
La casa era grande y muy espaciosa, pero sin una sola planta o si quiera una mascota. A Deyna le gustaba mucho estar en áreas verdes, quizá era por que su abuela era fanática de las plantas, y su colegio estaba todo rodeado de bosque, pinos y sauces por doquier.
Pero podría acostumbrarse. En fin, la familia estaba compuesta por la madre, Mila, el padre Alan, y el hijo Stephan, que era sólo un año mayor que Deyna y estaba prácticamente comprometido con la vecina del frente, Sarah.
Le asignaron una habitación modesta, con una cama y un mueble con cajones, ni más, ni menos.
Para Igna era casi igual, solo que, COMO SIEMPRE, él tuvo más suerte y le tocó vivir con un hombre que se había independizado, tenía unos 23 años y se llamaba Sebastián, sería mas un hermano mayor.
Su habitación lo tenía todo, desde una mini nevera, hasta una super Tv.
Dentro de la habitación de los cuartos de ambos, sen encontraba un paquete. Era una caja relativamente grande con una nota en cima que decía:
"Disfrútenlo. Bienvenidos a su verdadero Hogar.
- Aurora"
En el interior del paquete habían un montón de horarios, libros y dos trajes que se amoldaban al cuerpo para cada uno.
Esos serían sus uniformes de trabajo y entrenamiento. En La Escuela se les enseñaría todo lo que hay que saber, pero no creo que tendrían que aprender mucho, ya que fueron entrenados por Georg.
Así que por ello, su entrenamiento tendría más que ver con asuntos culturales y de protocolo de Rem que con otra cosa.
La primera clase empezaba a las 9 a.m. del día siguiente. Por consiguiente, ambos debían descansar.
— ¡A cenar! — escuchó Deyna gritar a Jessica, la sirvienta de los Zceler.
Ella bajó algo reservada, pero no era la primera vez que se encontraba con unos perfectos extraños que ahora debía sentir como su familia.
— Toma asiento donde gustes, linda — dijo la señora Mila.
Deyna sonrió como siempre y se sentó justo a lado de su hermano adoptivo.
La familia le contó a Deyna sobre muchas cosas, ya sea la historia de Rem o de cómo se conocieron los esposos Zceler.
Ella se sintió muy cómoda a decir verdad. Cuando terminaron de cenar, los esposos se fueron a dormir y Deyna y Stephan se quedaron a hablar un poco.
El muchacho era agradable, pero a ella le disgustaba un montón. Por supuesto que Deyna jamás lo trataría mal sólo porque no le agradaba así que simplemente se dedicó a cuidar sus palabras con él.
— ¿y hasta cuando te quedarás aquí con nosotros? — le preguntó él
— Por cinco días. — sonrió ella.
— ¿y a dónde irás el quinto día?
— Aurora dijo que nos asignaría una casa a mi y a Igna
— ¿Igna?
— Si, mi pareja, mi prometido.
Stephan cruzó los brazos con cierto aire de superioridad y molestia.
— No veo el anillo — soltó de golpe.
— Recién me lo dará cuando consiga uno.
Él se dedicó a resoplar y se irguió.
— ¿co... cómo es él?, ¿es atractivo? — preguntó.
— Si, mucho, ¡muchísimo! Pero eso no es lo que importa.
— Entonces, ¿qué es lo que si importa? — volvió a hablar él ya con un poco más de humildad.
— Que es educado, respetuoso, gentil hasta con los insectos, pero sin ser débil, es la persona más fuerte que conozco, tiene unos nervios de acero, es culto y domina el arte de la conversación. Es tranquilo, algo serio, pacífico, podrías estar teniendo el peor día de tu vida, pero él te calmará con sólo un abrazo, porque su sola presencia irradia paz.
Apoyándose en la mesa, Stephan se paró no sin antes dar un bostezo estirando los brazos. colocó una mano en el hombro de Deyna de forma galante y amistosa.
— Pues, por como hablas de él, se ha ganado los respetos míos. Ese sí que es un chico con suerte, ojalá algún día, a alguien le brillen los ojos así cuando hable de mi.
— Verás que un día alguien lo hará. — dijo Deyna mirando con sinceridad a los ojos de su nuevo hermano.
Editado: 27.11.2019