Atrapa Sueños

23. El Flautista de Hamelín

La lista de compras era larga.

Cuando terminaron de escoger una sandía deliciosa, se dirigieron al sector de panes y pasteles, Deyna escogía unos pastelitos para la hora del té del día siguiente. 

Lo que ella no se esperaba, que su prometido, y su hermano Sebastián habían ido al mercado también, sólo que ellos necesitaban un incienso para aromatizar su departamento.

Aunque el lugar era amplio, el sector donde estaban los inciensos era muy cerca al de los panes.

Fue ahí cuando, de lejos, Sebastián e Igna miraron a Stephan y Deyna, estaban bastante cerca, tanto que podían oír su conversación. Aunque Deyna y Stephan no podían verlos.

— ¿sientes ese aroma?— le dijo Deyna a Stephan.

— ¿cuál Nima?

— Ese, es... aroma a incienso

— Ah, si, ¿te gusta?

— No solo me gusta, Stephan, me hace recuerdo a mi... casa

Deyna puso una sonrisa triste y luego sacudió la cabeza para apartar todo pensamiento triste.

—Nima, odio verte triste, sabes... yo estoy comprometido con Sarah,, éste matrimonio se llevará a cabo el siguiente mes y el tuyo en tres días, todavía tenemos tiempo de decir que no, mi matrimonio es arreglado al igual que el tuyo, y quiero saber si tu sientes aunque sea algún tipo de atracción hacia mi como yo lo siento hacia ti.

Tanto Deyna, como Sebastián e Igna se quedaron estupefactos. Igna estaba a punto de ir a  romperle la cara.

— ¡cálmate! — le dijo Sebastián deteniéndolo

— ¡no me pidas que me calme! ¡¡¡¡¡es mi esposa!!!!! Y este infeliz está tratando de persuadirla de rechazarme para estar con él

— No es tu esposa, es tu prometida, y francamente yo también tengo ganas de golpearlo, pero eso no importa, lo que si importa es saber lo que ELLA dirá

Se acercaron inclinándose un poco para escuchar mejor.

— Mira Stephan, eres muy amable — decía Deyna. — pero sabes bien que yo amo a Igna, él es mi complemento, mi uni-alma y no lo cambiaría por nada ni nadie.

— Si, lo se, per...— Stephan se detuvo y notó a los dos curiosos que escuchaban — Vaya, vaya, vaya — les dijo con sarcasmo. 

Ambos se pusieron de pié algo aterrados, Sebastián estaba muy furioso.

— Así que, — le dijo controlando dicha furia — no te bastó con robarme a Sarah, porque te recuerdo que se iba a casar CONMIGO, ahora también quieres robarle la prometida a mi hermano.

— Si, así es, las mujeres caen a mis pies inevitablemente. A diferencia tuya.

— ¿prometida?...— decía Igna— ¡¿prometida!?, ella es mi ¡esposa!

— Ya tranquilízate Igna le dije que no— dijo Deyna.

— ¿Qué no?, no me dijiste que no, sólo me dijiste que lo amabas a él, pero con el tiempo... ¡quién sabe!

Igna se acercaba para pelear con Stephan, y Sebastián ésta vez no lo detuvo, la que lo detuvo fue Deyna.

— Ignacio Ripoll nunca te vi tan fuera de tus casillas, siempre sueles conservar tu lugar como caballero con tus nervios de acero, contrólate, te veo mañana. Stephan, solo los cobardes e ignorantes pelean a golpes, porque no pueden pelear con astucia,  vamos a casa, ya escogí los panecillos — miro con cierto asco a Sebastián — ...fue un...placer conocerlo señor Sebastián. 

Los tres asintieron y se redirigieron.

Al volver a casa, la señora Zceler ayudó a su "niña Nima" a escoger joyas, maquillaje y peinados para su boda, hay que admitir que era Doña Mila la que estaba más entusiasmada, ella confesó su íntimo deseo de haber tenido una hija mujer alguna vez.

— Ahora, sólo falta el vestido, del cual creo que hoy no nos podremos encargarnos, mañana tienes clase y espero que vayas a dormir.

— Muy agradecida señora Mila. — dijo Deyna.

La señora sonrió y se retiró, aquella noche Deyna descansó placenteramente. 

A la mañana siguiente, ella se presentó en la Academia. Buscó la "sala especial" donde la habían metido el día anterior ahí se encontraba Igna.

— ¿Ya te sientes mejor? — le preguntó ella.

— Si, aunque sigo furioso con tu hermanito el... depravado.

— Pero Igna — le dijo Deyna sonriendo — yo sólo te quiero a ti, ¿desconfías de mi'

— No, no, no — dijo Igna con rapidez. — desconfío de él.

Ella volvió a sonreír  y lo besó. Así él logró volver a sonreír.

En ese momento un niño de unos siete años entró en la sala y les dijo que lo siguieran, él los llevaría al gimnasio donde Sergio da sus clases.

Caminaron por unos minutos hasta que oyeron a lo lejos un flautín sonar melodiosamente, era Sergio quien lo tocaba con mucha  agilidad, se acercaron los tres y vieron a un montón de niños sentados en el pasto, sobre cada uno de ellos había como... humo de colores que mostraban escenas cual si fuesen películas, el humo salía de sus ánimas, por eso eran de varios colores.



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En el texto hay: suenos, romance, magia

Editado: 27.11.2019

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