Escucho pasos, unos van, otros vienen. El doctor pide que saquen a mis padres.
“¿Estás ahí? ¿Puedes escucharme?” Sé que estás ahí mamá, sé que estás conmigo, pero no me escuchas. Escucho pasos, es el doctor, creo que me volverá a dormir, es... Es... El doctor.
“¿Que?”. Me pregunta Peonía en la esquina y escucho una voz desde el cielo. Volteo pero no veo nada.
“La chica que estaba con ella: Peonía. Me acaban de decir que ya está estable” escucho que dice una enfermera.
“Se llama Peonía” Me digo.
“Yo me llamo Peonía” Me dice ella a mi lado. Y escucho que siguen hablando.
“Se nos está yendo”. Escucho decir al doctor con desesperación.
“Peonía está estable y acaban de pasar por el mismo shock casi al mismo tiempo”. Insiste la enfermera.
“No entiendo que es lo que pasa”. Escucho decir al doctor. “Es como si de alguna forma, estuvieran conectadas la una con la otra”
“¡Tú no estás luchando por salir de aquí!” le digo a Peonía, ella solo me mira, y el carro negro pasa de nuevo y luego escucho otra vez las voces.
“Es extraño”.
“No sé qué está pasando”. Escucho insistir al doctor.
“Ya está entrando en calma” Dice una enfermera.
“Lo logramos...”.
“El chico que las atropelló, aún no saben quién es...” Eso fue lo último que escuché. El semáforo cambio a rojo. Y yo tome del brazo a Peonía antes de que ella diera un paso más.
“¡Ven! ¡Corre!” le dije y la jale para regresar atrás en vez de cruzar.
“¡Tengo que tomar el camión! ¿Qué te pasa?” Me dijo confundida.
“¡No! Alguien nos va a atropellar si nos quedamos aquí”.
“¿Que? ¿Quien?”. Me preguntó mientras la llevaba conmigo hacia atrás. Entonces escuchamos el motor del carro rugir.
“Es un chico joven; trae un carro verde oscuro” Le dije mientras corríamos.
“¿Un carro verde?” Dijo como recordando a alguien con temor, entonces se detuvo un poco. Yo la jalé porque miré que el carro iba hacia nosotras de nuevo. Entonces vi una tienda de ropa.
“Adentro” Dije señalando, entonces corremos, Apenas entramos, cuando escuchamos que el rechinido del carro sigue hacia nosotras, este sigue avanzando así que la que corremos hasta el fondo, el carro choca contra la la tienda provocando un gran estruendo que hace que me duela el corazón y quebrando el vidrio de la ventana gigante, impulsando miles de pedazos de vidrios por doquier, mientras nosotras nos intentamos cubrir sentadas en el piso, pegadas a la pared del fondo. Yo me levanto y ella tras de mí, luego miramos el carro que parece estar rodeado de humo. Ambas estamos agitadas de temor, Estamos agotadas. Ella se hinca y empieza a llorar.
“Tranquila” intento calmarla. “Hay que irnos de aquí”
“No me quiero ir, tengo miedo”. Dice entre lágrimas. “él era mi novio” Explica ella con lágrimas en sus ojos. “Se volvió violento y posesivo, yo lo deje”
“Lo siento”. Le digo. Entonces se levanta y camina hacia el carro, yo la sigo con cuidado y él está ahí, dentro del carro tomando el volante inmóvil. No se hizo nada y el carro está intacto, él está agitado y parece no mirarnos. Ella lo mira y la miro temblar.
“él no nos ve”. Dijo Peonía mirándolo con tristeza. “No está aquí con nosotras”
“¿Todo el tiempo lo supiste?” pregunte mirándola.
“Es hora de avanzar: Despierta” Me dijo y su voz se convirtió en eco. Justo en ese momento abrí mis ojos en el hospital. Me senté al instante agitada y una enfermera corrió hacia mí.
“Despertaste” dijo ella sorprendida “Recuestate, te puedes marear” mientras me volvía a acostar con su ayuda, escuché el sonido de emergencia y vi a pasar corriendo al personal del hospital hacia una de las habitaciones.
A los días, miré a mi hermana correr hacia mí y abrazarme mientras mi padre empujaba mi silla de ruedas al salir del hospital. Lloró en mis brazos y me pidió perdón por no volver.
“No podía verte así” Me explicó.
“Lo entiendo” Murmuré. Entonces mire a la madre de Peonía, traía lentes oscuros y un vestido de igual forma, estaba recogiendo unos papeles. Cuando me miro fue a saludarme y darme las gracias por la declaración que había dado unos días después de haber vuelto en sí, Gracias a eso, ya habían encontrado al chico.
Es extraño cómo es que la vida de pronto te cruza con personas desconocidas y te hace vivir un momento que deja una gran marca en tu vida. Personas que en veces, nunca vuelves a ver.
“¡No!” me despierto gritando en medio de la noche, en mi cama, entonces mis padres entran corriendo a mi habitación y prenden la luz.
“Está bien, todo está bien hija” Me dice mi padre y me abraza.
Entro al baño descalza, puedo sentir el frío piso en mis pies, puedo sentir. Me detengo frente al espejo y me miro.
“Me puedo ver” Toco mi rostro, abro el grifo del lavamanos, me lavo las manos “Puedo sentir el agua…” me lavo la cara y salgo a mi balcón a mirar el amanecer. Hay mucha paz aquí: dentro de mí. Así es como se siente cuando has superado lo que te tenía atrapado en un solo recuerdo. Ahora puedo continuar.