He corrido en minutos, lo que no he corrido en toda mi vida entera.
Porque lo acepto, mi cuerpo es más flojera que cualquier otra cosa.
Y aunque camino largas distancias es porque lo necesito, no por gusto... así que justo ahora siento como si mis pies quemaran y latieran fuertemente por todo lo que he corrido a ciegas.
He intentado ver quien me lleva del brazo pero ha sido imposible.
He intentado detenerme.
He intentado gritar.
He intentado pedir ayuda.
¡Y ha sido un total fracaso!
Primero porque mi compañero de carreras, decidí llamarlo así para no aterrarme más de lo que estoy; tapó mi cara con algo, mis manos no sé cómo, ni cuando terminaron amarradas y el chico, hombre o viejo en cuestión tiene mi boca amordazada con su mano.
Seguimos corriendo y mi garganta se seca. La falta de respiración me está impidiendo coordinar y ni si quiera se para dónde diablos me dirijo.
Segundos después, siento que caemos a un vacío. Grito asustada y adolorida, porque caí de culo, aunque el sonido no salga de mi boca.
Estoy tirada en el piso y es cuando estoy en completa quietud que escucho los gemidos de dolor de mi acompañante.
Ahora recuerdo la sangre que vi en mí antes ¿estará herido?
Asustada cada vez más intento alejarme empujando mi cuerpo con mis pies, el trapo que tapaba mis ojos es retirado y puedo ver quien está conmigo.
— ¿Quién eres?— pregunto viendo fijamente al chico de piel oscura como la noche que esta frente a mí — ¿qué quieres? ¿Porque me trajiste aquí? ¿Qué es este lugar?
El chico solo me observa antes de acostarse en el suelo y cerrar los ojos, de su abdomen está saliendo mucha sangre — ¡Dios mío estas herido!— grito al punto de llanto.
No sé qué hacer.
Y así supiera no podría hacer nada. Él amarro mis manos muy fuerte. Intento halarlas para soltarme pero no puedo.
Cuando me fijo en lo que me rodea, observo un cuarto oscuro, sin ventanas, sin electricidad, la poca luz que entra se cuela por la puerta que en vez de estar de frente, está arriba. Lo que significa, al menos para mí que este mugriento lugar es subterráneo.
— ¿Qué es este lugar?— pregunto, pero el chico en cuestión me ignora — ¿dónde estamos? ¿Quién eres? ¿Cómo te llamas?
—Solo haz silencio... por favor— gruñe apretando donde supongo esta su herida.
¿Cómo pretende que haga silencio en semejante situación?
Pero lo hago.
Aunque no precisamente porque él lo haya pedido. Lo hago porque oigo pasos, muchos pasos y en vez de tranquilizarme me asusto más.
Tiempo después tengo cuatro cuerpos masculinos frente a mí.
Cuatro cuerpos que saltaron y cayeron tranquilamente en el suelo donde aún yo me encuentro adolorida.
— ¿Estás bien?— pregunta Roger acercándose a mí, mientras que el trío que siempre lo acompaña ayudan al chico de piel oscura.
— ¿Qué es este lugar?— pregunto asustada. Hay cinco hombres, así uno este herido sigue siendo hombre y yo solo soy una chica. Que además está amarrada y ellos tienen cualquier libertad para lastimarme — ¿qué quieres? ¡Por favor suéltame Roger... déjame ir!— ruego sin poder evitar llorar.
De verdad estoy muy asustada. El intenta acercarse a mí pero me alejo todo lo que puedo —por favor. Por favor no me toques déjame ir— suplicó llorando.
Él no es un buen chico.
Yo lo sé...
Y el que hayamos hablado y le haya contado parte de mis problemas no lo hace confiable para mí.
—Cálmate Kylie... solo quiero soltar tus manos— dice intentando acercarse nuevamente pero más despacio.
Observó muy detalladamente sus movimientos, mientras este frente a mi sabré lo que planea, el detalle esta es cuando tenga que estar detrás de mí para poder soltar el amarre en mis manos que sigo sin saber cómo me hicieron.
Cuando siento mis manos liberadas volteo rápidamente y quedo nuevamente frente a Roger — ¿qué es este lugar?— repito nuevamente.
—Es...— dice él viendo detrás de mí. Donde aún se encuentran el chico herido y los tres mosqueteros que nunca faltan cerca de él —Es la cueva.
— ¿qué es el la cueva?— pregunto de inmediato porque esa respuesta además de insípida me parece estúpida.
— ¡No querrás saberlo!— dice el chico herido volteo a verlo y ya está de pie. Con algo de dificultad pero de pie y sosteniéndose sólo —por cierto eres muy lenta y casi me matan por tu culpa...
— ¿qué?
—Esto es por ti...— dice señalando su herida —de no haber estado justo ahí en ese preciso momento yo no estuviera aquí.
—Solo volvía a mi casa— me defiendo — ¿cómo podría yo saber lo que pasaría?
—eres muy linda pero tonta... no vives en el mejor lugar así que deberías saber hasta qué hora puedes estar fuera. Sin embargo, te agradezco mucho la distracción estaba bastante aburrido en casa.