Habían muchas gaviotas paradas en la playa, tal vez eran cientos de ellas, la húmeda arena tenía graba las huellas de sus pequeñas pisadas por todas partes, entonces comprendí lo que quería, corrimos hacia donde estaban y volaron, fijé mi vista al cielo, era un espectáculo tan hermoso que me llenó de alegría, quería reír y agradecer a Marcus por querer compartir este momento conmigo, pero miré hacia otro punto, Luciana y Cámeron también contemplaban las gaviotas, juntos, lucían tan felices como yo lo había estado hace un momento, pero era tonta en malgastar un bello momento como este viéndolos a ellos, miré al cielo de nuevo para obtener un último vistazo de las bellas aves.
— ¿Qué te pareció, Mar? —Marcus estaba a mi lado.
—Fue increíble, jamás había hecho algo así, muchas gracias, Marcus.
—No agradezcas —se encogió de hombros.
No pude evitar sonreirle.
—Y... ¿cuál fue la razón de su mudanza? —Cambié de tema.
—El padre de Luciana contactó con nosotros, ya sabes cómo es esto —dijo en tono juguetón.
Ignoré lo que me dijo, claro que no lo sabía.
—Supongo que ustedes tres son familia —me fui por otro tema nuevamente.
—Como habrás notado Héctor y yo somos gemelos, Cámeron es nuestro primo.
—Luciana ¿También es familiar de ustedes? –Aquí es a donde quise llegar desde el principio.
—No, ella no pertenece a la familia.
Agaché mi vista incapaz de mirarlo a los ojos me molestaba aún más que Cámeron pasara tanto tiempo con Luciana ahora que sabía que no eran familia y ni siquiera sabía la razón, ¿me estaba volviendo loca o qué?, busqué a Héctor con la vista pero no lo vi, de hecho ahora tampoco miraba a ninguno de los otros.
—¿Sus padres vinieron con ustedes?
—Mi madre lo hizo, desafortunadamente, porque nos trata como si fuéramos niños, hubiera preferido que sólo viniéramos Héctor, Cámeron y yo.
A pesar de que todo fluía, no me sentía muy cómoda hablando con él, me inspiraba un poco de repulsión.
— ¿Dónde están tu hermano, Cámeron y Luciana?
—No lo sé —miró hacia los lados como apenas notando que habían desaparecido—. Busquémoslos.
—Claro, pero espérame un momento.
Fui corriendo hasta donde había dejado caer mi mochila cuando llegué, la colgué a mi espalda y luego regresé con Marcus que me esperaba, caminamos uno al lado del otro buscando a los demás con la vista.
—Héctor me llamó, están cerca de aquí vamos –comenzó a caminar en dirección contraria.
Lo seguí mientras pensaba en telepatía.
—¿Pero cómo? Ni siquiera vi que sacaras algún celular —le dije sorprendida.
—Ya sabes, justo ayer tú también usaste la telepatía.
Aunque ya sabía la respuesta a la pregunta hablé.
— ¿Me estás diciendo que te habló telepáticamente?
—Así es.
—Suponiendo que eso es cierto, ayer pude escuchar lo que se decían y esta vez no escuché absolutamente nada.
—Tú decides si hablar con una persona en específico o hacer un comentario que todos los telépatas que se encuentren cerca puedan oírlo.
—No lo sé, aún no pudo explicarme como pude llegar a oírlos ayer.
—Es normal, todavía te falta mucho por aprender.
De verdad que sonaba como un completo loco, pero no quise contradecirlo, eso no es lo que uno debe hacer con los locos, ¿cierto?, en lugar de eso simplemente me dediqué a asentir.
—Mira, allá están —señaló con la mano.
Me di cuenta de que en todo el camino estuve viendo la arena, guié mí vista en dirección a su mano y vi las tres figuras que estábamos buscando.
Tenían puestos dos largos troncos uno frente al otro, Luciana sentada en uno mientras Cámeron acarreaba troncos más pequeños para lo que parecía que sería una hoguera en medio de los dos troncos que servían de asientos, Héctor que vaciaba el contenido de una mochila vio hacia nuestra dirección y me hizo una señal con la mano mientras nos acercábamos.
—Mar, siéntate por favor —me pidió Héctor.
—No hace falta, yo podría ayudar... en lo que sea que estén haciendo.
—Deberías dejarnos a los hombres trabajar —respondió Marcus.
—Estaría más cómoda si pudiera servirles de algo.
—En ese caso, necesitamos más troncos para la hoguera —dijo Cámeron mientras se acercaba a nosotros.
—Claro.
—Cámeron , no puedes hacer eso, es nuestra invitada —replicó Héctor.
–No importa, de verdad quiero ayudar.
Y antes de que pudieran impedírmelo ya estaba rodeando la playa en busca de troncos de manglar, encontré un árbol no muy lejos de donde estaba y me aproximé a llenarme los brazos de troncos.
—Déjame ayudarte con eso —dijo Cámeron que acababa de llegar a mi lado, tan sigilosamente que no lo noté acercarse, intentó quitarme los troncos pero yo lo esquivé.
—Puedo cargarlos, mejor intenta llevar más.
—No hace falta, con los que ya tenemos bastarían incluso aunque nos quedáramos a dormir aquí –respondió despreocupadamente.
— ¿Por qué me dijiste que consiguiera más?
— ¿Querías sentirte útil? Ahí lo tienes.
El comentario de Cámeron me enfermó, pero no dije nada, tiré los troncos al suelo y algunos le aplastaron los pies, me di media vuelta, regresé a donde estaban los demás y me senté al lado de Luciana sin importarme lo que esta pudiera llegar a pensar.
Mientras estábamos ahí los demás llegaron y se sentaron, Héctor a mi lado, dejándome entre Luciana y el, al frente Marcus y Cámeron, todos manteniendo conversaciones en las que yo no me unía.
—Toma, Mar —me dijo Héctor mientras me pasaba un sándwich envuelto en plástico transparente.
—Gracias —lo tomé.
—Mamá los hizo.
Lo desenvolví cuidadosamente, ya que lo hice le di un pequeño mordisco, sabia a jamón, queso y... mayonesa, esta última no me gustaba para nada así que tragué sin respirar para no prestarle atención al sabor y luego dejé el sándwich en la arena. Seguí sentada escuchando las voces de todas las conversaciones pero sin prestarle atención a alguna en específico en ese momento recordé algo, le dije a Federico que estaría en la playa sólo un rato, pero ya había pasado mucho tiempo.
#10326 en Fantasía
#21324 en Novela romántica
romance, accion drama asesinatos policias romance, romace fantasia
Editado: 13.07.2022