Atrapada entre voces

Capítulo 9

Cameron

 

 

Mar.

Ese par de grandes ojos verdes daban vuelta en mi cabeza. Necesitaba una distracción, y yo era muy bueno buscándola, ya me había pasado por un par de relaciones abiertas en Delidio, nada serio, algo de mutuo acuerdo, la guardia siempre había sido mi prioridad.

Y para lograr acabar con esta misión de manera satisfactoria necesitaba frenar mis impulsos con aquella chica.

Mientras caminaba de regreso recordé lo hermosa que se miraba Luciana esta tarde y como resplandecía su rostro cada vez que sonreía, ella era de esa clase de chica que no podías sacar de tu cabeza y en ocasiones se mostraba agradable conmigo, cuando estuve lo suficientemente cerca de la casa de Luciana como para que me oyera, usé la telepatía, ella ya debería haber vuelto de Delidio.

¿Luciana?

La respuesta fue rápida y contundente, con una sombra de sorpresa contenida.

Cameron, ¿qué pasa?

¿Qué tal te fue con tu padre?

Está ansioso por qué me mude a Delidio con él.

Sólo un poco mas de entrenamiento y podrás hacerlo.

Será raro dejar mi vida aquí, pero allá me siento como si fuera yo misma.

Te acostumbrarás a la idea de estar lejos de aquí.

Eso espero, ¿para esto me llamaste?

Era ahora o nunca.

No. 

¿Entonces?

¿Te gustaría salir conmigo mañana?

Tardó un instante en responder.

Me encantaría.

Después del entrenamiento, entonces.

Caminé satisfecho el poco camino que faltaba hasta que llegué al lugar que me había acogido como una casa durante las últimas semanas, no avisé a nadie de que había regresado, en lugar de eso caminé hasta mi habitación y me tiré en la cama, tampoco quise cenar, en Delidio me dieron tanta comida como acostumbraban hacerlo siempre con sus invitados.

Y aunque no podía dormir intenté hacerlo, me revolví en la cama buscando todas las posiciones cómodas posibles, no sé en qué punto fue, pero en algún momento de la noche me engulló el sueño

...

Cuando Héctor entró a el salón de entrenamiento con Mar, iniciaron con combate cuerpo a cuerpo, Luciana ya estaba entrenando con Marcus y la espada, yo sólo observaba y ofrecía algunos comentarios como lo hacía normalmente, Luciana no se concentraba, tenía un especial interés puesto en mi, cuando se volvió a mirarme me guiñó un ojo, casi perdió el equilibrio y estuvo a punto de estamparse en el suelo.

Enarqué  una ceja en su dirección y luego ella continuó con el combate.

A excepción de mi, todos en el salón de entrenamiento respiraban con irregularidad, debido al esfuerzo físico que hacían, pasó el tiempo y se miraban cada vez más decadentes. De pronto fui muy consciente de Mar mirando en mi dirección.

–No apartes la vista de tu oponente –dije con voz severa dirigiéndome a ella.

Héctor paró de atacarla.

–Es más fácil decirlo que hacerlo –masculló.

–Por supuesto que no –la reprendí–. Yo nunca cometería esa clase de error.

–Claro que no lo cometerías –chilló–. ¡Tú tienes toda tu vida entrenando!

–Eso no cambia los hechos –señalé–. Apartaste la vista de tu oponente y es un error de niñitos.

–Eres imposible –se cruzó de brazos y ahora estaba nada concentrada en el entrenamiento.

Incluso sus pequeños hombros se sacudieron. Estaba intentando lucir débil de nuevo, yo ya no caía en eso.

–Y tú no tienes ningún derecho de hablarme de esa manera –estaba furioso.

Se giró y clavó la vista en Héctor para continuar con su entrenamiento, pero este habló.

–No tienes que ser tan duro –señaló.

–Ni ella ni tú tienen derecho a replicar –les di la espalda.

Héctor no dijo mas. Muy listo de su parte.

Fui hacia Luciana y Marcus que seguían con su adiestramiento sin prestar atención a la riña que acababa de tener lugar, tal vez Héctor tenía razón y estaba siendo demasiado duro, después de todo Luciana también había apartado la vista de Marcus y yo no le dije nada, como sea, me concentré completamente en el combate de Luciana y Marcus.

En ocasiones deseaba intervenir en las luchas de entrenamiento, para sabía que ellos necesitaban mas de un mediador, además, no estaban a mi nivel y me molestaba contenerme.

Me concentré de nuevo en los chicos y miré como Luciana desviaba fácilmente una estocada.

–Bien hecho, Luciana, has aprendido realmente rápido –le dije y reconocí que me sentía un poco orgulloso de ella.

–Normal, la sangre de uno de los directivos corre por mis venas –respondió ella y volvió a poner toda su atención en Marcus.

Cuando decidí que era suficiente les indiqué a todos que salieran, necesitaba tiempo a solas, me senté en un taburete y clavé la vista en la puerta de acero que estaba frente a mí, deseaba tanto estar en Delidio en estos momentos, no en el recinto donde había estado durante los últimos años, sino en el bosque, en la tranquilidad de ese lugar, lejos de todo entrenamiento y de toda preocupación que ahora me seguían como si fueran mi propia sombra, deseaba sentirme libre, como cuando era apenas un niño.

Sentí unos pasos a mi espalda, me volví para ver a Mar parada a unos metros de mí, me levanté del taburete, estaba sorprendido de que se quedara cuando les ordené salir, pero después razoné, como si ella realmente siguiera reglas alguna vez.

– ¿Qué sucede? –Le espeté con voz severa, no tenía tiempo para jugueteos.

Avanzó un paso.

–Se que no estás acostumbrado a que peleen contigo como yo lo hago –bajó la cabeza.

– ¿Cuál es el punto? –Arqueé una ceja, no tenía ni idea de a donde planeaba llegar con esto y no tenía ganas de adivinarlo.

–Simplemente –suspiró y la sentí vulnerable, yo por mi parte me sentí como un idiota–. Simplemente, quería pedirte una disculpa.




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