Atrapada entre voces

Capítulo 22

 

-Estamos entrando a terreno neutral -dijo Cámeron cuando el paisaje comenzó a cambiar, pero yo ya lo sabía, había estado ahí dos veces.

- ¿Pasaremos por la casa? -Pregunté refiriéndome al lugar donde una vez viví, aunque parecía lejano, como si hubiera pasado en un sueño.

-No, eso sólo nos haría más largo el camino -me dijo, y eso me reconfortó, no quería que Cámeron viera ese lugar de nuevo, de hecho no estaba segura de querer que alguien lo viera además de mí. Sacó algo de su cinturón y me lo pasó-. Póntelo en el brazo, tiene una daga.

Tomé lo que me ofreció, era un elástico negro en forma de pulsera con una funda de piel incrustada que se adaptó a la forma de mi brazo, no hacía falta verlo de cerca para saber que la daga se encontraba en la funda de piel.

-Es extraño todo lo que ha pasado -solté.

- ¿A qué te refieres?

-Jamás me hubiera imaginado haciendo algo así, parece una locura.

-A veces las cosas son demasiado complejas como para que las comprendamos -me dijo-. Y no siempre es bueno detenernos a pensar en cómo llegamos hasta allí, en ocasiones, lo mejor es dejarse llevar por ellas, porque cuando piensas demasiado algo, puedes acabar por arruinarlo.

-Son unas lindas palabras -reconocí.

-Lo sé -se encogió de hombros-. No soy solo un chico lleno de músculos, también tengo cerebro.

-Idiota -murmuré

-Esa fue, oficialmente una de nuestras pocas conversaciones civilizadas -me dijo con el rastro de una sonrisa.

-Aún así, no fue una conversación normal -inquirí.

-Tal vez para ti no sea normal, pero para mí lo es -parecía que se burlaba.

-Sí, supongo que a diario hablas con personas que nunca han estado en Delidio y dejan a toda su familia atrás.

-Tienes razón -se rió-. No fue una conversación normal.

Decidí ignorarlo ya que parecía que se burlaba al hablar conmigo, por lo que seguimos caminando sobre el erosionado suelo durante lo que me parecieron horas, me pregunté que estarían pensando mis amigos en este momento, o Cecilia y Federico, me sentí culpable pero me tragué el sentimiento.

El calor de los matorrales comenzó a molestarme, pasé mi antebrazo por mi frente para quitar las pequeñas gotas de sudor que se habían formado. Mis piernas comenzaban a doler asi que sin alguna palabra de mi parte busqué con la vista el lugar más despejado de matorrales y rocas que estuviera a mi alcance, cuando lo encontré me senté en el suelo sin decir nada, Cámeron se detuvo.

- ¿Qué haces? -Me preguntó.

-Estoy cansada -respondí y era verdad.

-Supongo que es cierto -se sentó frente a mi luego se quitó la mochila de sus hombros la abrió y me pasó una barra envuelta en plástico transparente-. Tessa la hizo, es para la energía y el hambre.

-Gracias -tomé la barra y el sacó otra para comerla también.

-Estamos a punto de terminar de andar por los matorrales -me dijo mientras le daba un mordisco a su barra-. Pero también se está haciendo tarde y debemos buscar donde pasar la noche.

El ambiente era seco, además de caluroso, pasé la lengua por mis secos labios dos veces antes de continuar con la conversación.

- ¿Por dónde pasaremos después de los matorrales? -La barra sabía a cereales y tenía un pequeño y casi imperceptible regusto a carne.

-Flores.

- ¿Flores? -Pregunté, no me parecía muy lógico que seguido de los matorrales hubieran flores. Comí de la barra mientras respondia.

-El paisaje en su mayoría se compone de flores, buscaremos un claro donde quedarnos y poder vigilar si algo se acerca.

- ¿Y luego? -Pregunté temerosa, nada de esto parecía lógico, primero bosque, luego matorrales seguido de flores, ¿qué seguía? ¿Un desierto?

-Luego está el escarpado.

-No sé cómo no me lo imaginé -respondí mientras rodaba los ojos.

-Ya te lo dije, en este lugar se compone de los dos bandos -dijo Cámeron y luego me pasó una gran botella de agua-. Toma un poco de todo.

-No deja de ser extraño -tomé la botella, le di un trago y luego se la devolví-. No sé cómo llegué hasta aquí sin estar segura a lo que me enfrentaba.

Intenté mirar alrededor pero tuve que estrechar los ojos debido a la luminiscencia del sol, pasé mi mano por mi frente antes de terminar con mi comida.

Cámeron se colocó su mochila, se levantó y me dio una mano para ayudar a levantarme.

-Continuemos caminando -miró hacia el horizonte-. Descansaremos en cuanto encontremos un lugar para pasar la noche, no quiero que nos oscurezca mientras estamos aquí -reanudó la caminata y yo lo seguí.

Retomamos la caminata entre los matorrales, el aire se sentía pesado y caliente, casi podía compararlo con vapor, mi piel picaba y quería recoger mi cabello suelto con la liga que llevaba en mi muñeca para combatir un poco el calor, pero si lo hacía mi nuca quedaría exhibida al sol y quería exponer la menor cantidad de piel posible. Por suerte, las correas de mi mochila eran cómodas y no me molestaba tener que cargar con ella.

No había sendero alguno para guiarnos, el camino daba la impresión de no haber sido utilizado antes, aunque Cámeron parecía seguro con las direcciones que tomaba y eso me hacía sentir segura.

Los matorrales estaban cada vez más alejados unos de otros, pero aun asi teníamos que apartarnos del camino para esquivar los que estaban inmediatos a nuestra calzada. Conforme pasaba el tiempo algunas flores de espinos comenzaron a aparecer y el suelo también cambiaba, se estaba volviendo menos seco, pero aun asi se seguía quebrando debido a le presión que ejercían nuestros pasos. El cambio de paisaje no me extrañó como pensé que lo haría, mientras más caminábamos mas flores aparecían y de alguna manera eso parecía correcto.

Silencios como este provocaban que mi mente vagara a miles de pensamientos distintos, pero el que más frecuentaba era el de la carta que me dejó Oriol, después de todo, ese era el motivo de que estuviera aquí.




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