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Si hubiera alguien que pudiera entrar en nuestras mentes creo, se preguntaría: ¿Porqué la sed de venganza ahora, si después de la muerte de sus padres no tuvieron tan mala vida?.
La única respuesta que hay es: Exactamente, porque después de ese día ninguno tuvo padres otra vez.
Fuimos testigos de sus muertes, torturados igual que ellos, y arrojados a las puertas de un orfanato como perros heridos.
Quedamos desamparados, nosotros tres solos contra todo un mundo que hasta el momento solo nos había mostrado crueldad, agresión y que si queríamos surgir debíamos defendernos con nuestras propias uñas, éramos niños de siete años cuidando a una pequeña de cinco, la cual había sido ultrajada cruelmente por dos de los bastardos que arruinaron todo nuestro mundo para traernos al suyo, despiadado y sucio.
Atena, una chica fuerte, y frágil a la vez y nosotros; aprendimos Karate en el instituto de artes marciales que apoyaba al orfanato donde permanecimos cinco largos años, en los que ella cada noche despertaba gritando que la soltaran y llorando, mismos en los que nosotros fuimos su único consuelo, protección y compañía igual que ella para nosotros.
Pasaron dos años en ese lugar en los que estuvimos a salvo de ser castigados físicamente y obligados a trabajar pero al cumplir ambos nueve años de edad, debíamos trabajar en una fábrica de aserrín después de la escuela hasta media noche, no había descansos y cenábamos mal, todo en aquel lugar era asquerosamente sucio.
A los doce fuimos adoptados y luchamos para llevar a Atenea de diez años con nosotros, lo logramos y desde ese entonces fuimos "los hijos Rivadeneira" tres chicos educados en los mejores internados extranjeros y entrenados en excelentes artes nobles como la arquería, campo de tiro, esgrima, equitación, defensa personal y tiro con cuchillo, sabemos sobrevivir ante una situación de escasez y fuimos formados tales como unos soldados, con frialdad y rigor, tuvimos riquezas y comodidades varias pero nunca tuvimos el amor de nuestros padres de nuevo.
Desde ahí fue donde aprendimos a ser independientes uno del otro y hacer una vida completamente solos sabiendo que este día llegaría, y ahora aquí está, servido ante nosotros con bandeja de plata.
Hoy es el día en donde debemos comenzar a seducir a la mayor de las hembras Covalev.
Me introduzco en la ducha y dejo que el agua fría active mis sentidos y relaje mis músculos, imágenes de ese día vienen a mi mente.
*Gritos... Golpes... Mis padres siendo torturados, mi madre inconciente en el suelo muy golpeada y desnuda y mi padre atado en una silla rodeado de hombres que le hacen daño.
-¡Sueltenlos! ¡Mamá! ¡Papá!- intento luchar y recibo un fuerte golpe en la cara seguido de muchos más.
Escucho el llanto y los gritos de Atena, apenas y puedo ver cómo es arrastrada a la habitación mientras mi padre grita yes golpeado.
- ¡Sueltenla malditos! ¡Son niños, no tienen la culpa de nada!
Aparece un hombre, tiene cara de malo y se ve menor que papá pero está mejor vestido que todos los demás, dos hombres se acercan a él y le entregan un arma, yo estoy en el suelo, me siento débil y me duele mucho el cuerpo porque esos hombres me han golpeado mucho, siento mi cara empapada, mi vista no es clara pero escucho como ese hombre habla, tiene un acento raro.
-Te dije que el precio sería alto, y alto es...- lo veo sonreír- Nadie vive después de haberme traicionado imbécil...- mi padre le escupe en el rostro y él lo golpea.
- Eres un cerdo asqueroso, ojalá te pudras en el infierno, ¡Yo te traicioné! ¡Yo tengo la culpa, no ellos!.
- Todos deben pagar, un traidor es una plaga, si el padre traiciona los hijos serán iguales, son ratas... A las ratas hay que matarlas para acabar la plaga.
Se escucha un ruido muy fuerte, abro cómo puedo los ojos y veo como mi padre cae al suelo aún atado y rápidamente se forma un gran charco de sangre debajo de él que viene de su cabeza.
Mi madre solloza débilmente aún en el suelo y el hombre le apunta con el arma en su mano, se escucha de nuevo, un chico que entra a la habitación se tapa los ojos, está vestido de la misma manera que los demás hombres malos.
El hombre de asentó raro ríe- ¿Qué? ¿Te asusta ver esto idiota?- Eses hombre, quien les ha disparado a mis padres le apunta ahora al chico a la cara con el arma y lo sostiene por la nuca.
- Acostúmbrate, porque una vez que entras no hay salida, salvo que sea como ese idiota- dice señalando el cuerpo de mi padre.
- S...S,si señor- tartamudea.
- Ahora lleva a esa perra a un basurero y al idiota a mí casa, servirá de ejemplo para todos los idiotas como él y tú - dice ese hombre saliendo.
- Señor...¿Que hago con los niños? - dice el chico nervioso.
Él se voltea - Termina el trabajo- dice poniendo el arma en la s manos del chico y se va.
El chico pone seguro al arma la guarda en la parte de atrás de su cinto,se dirige a la habitación donde se encuentra Atena y regresa con ella en brazos desmayada, está llena de sangre en las piernas y cubierta por una sábana, la coloca junto a mi en el suelo, intento moverme para ver si está viva pero me duele demasiado, escucho como el chico me habla.
- Tranquilo pequeño, ya todo acabó, los llevaré a un lugar seguro donde nadie de ellos los volverá a encontrar para hacerles daño, solo no te muevas - dice y se aleja de nuevo.
Regresa con mi espejo en brazos y lo pone al lado de Atena, mi espejo parece dormido y tiene sangre saliendo de su nariz y su boca, por primera vez puedo ver de cerca la cara del chico, nunca la olvidaré, trata de moverme despacio, tiene un pañuelo blanco en la mano y limpia de mi rostro la humedad que sentía, el pañuelo se mancha de rojo.
- Mi mamá... No la tires a la basura por favor... No la lleves ahí- le suplico.