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Ya era de noche cuando pudieron por fin salir de los pesados e incómodos trajes de aislamiento, Seth nunca se había sentido tan libre como en ese valioso momento en que sacó su cuerpo de esa cosa gigante.
— ¿Cómo se sienten? —les preguntó la amable mujer que atendía la zona de cuarentena.
Ella se acercó desde el panel de controles, empujando sus anteojos que se habían deslizado por su nariz.
—Despojados de nuestro orgullo —dijo Arif, cubriéndose sus partes con una toalla—. Pero más allá de eso, creo que estamos bien, ¿no es así Seth?
—Oh sí, perfectamente bien.
La mujer se rió ante el sarcasmo, era menuda, pequeña y con unos cuantos años de más, se encargó de mantenerlos vigilados cuando Reed se fue, según ella era para evitar que salieran de los trajes antes de tiempo.
Ella tecleó algo en su anotador digital y pocos minutos después aparecieron dos ayudantes con ropa. Una vez vestidos, realmente se sentía mejor.
—Si sienten algo, por más insignificante que parezca, no duden en avisar a Reed Dickson para otra revisión, ¿de acuerdo?
Ella los miró a ambos con sus severos ojos color café oscuro.
—Entendido.
Despidiéndose con mucho respeto de la señora mayor, ambos salieron a un pasillo que mantenía las características del lugar, todo cubierto por el blanco que llegaba a lastimar la mirada, estaban en las instalaciones subterráneas que se encontraban por debajo de la zona de cuarentena en la que Seth despertó el primer día, por lo que debían subir.
—Creí que ya era de noche —murmuró Arif un poco desconcertado por la iluminación.
—Y lo es, solo que este lugar jamás descansa.
Un poco desorientado, Seth se detuvo a la mitad del pasillo para recoger información olfativa, había un débil rastro que despertó a su lobo, océano y lavanda, Reed.
—Por aquí.
Doblaron hacia otro pasillo, que estaba concurrido por humanos con uniformes grises, el personal de equipamiento técnico los ignoró al pasar. Subieron las escaleras, Seth giró a la derecha, ahora reconocía el lugar, no le tomó mucho tiempo encontrar las escaleras de piedra que los llevaron a la superficie.
A diferencia de las ubicaciones por debajo de la tierra, la iluminación era más tenue, lo suficiente para poder ver con eficacia el rumbo de sus pasos.
—Aquí nos separamos —dijo Arif—. Cambiaron mi ubicación, dormiré en un espacio acondicionado cerca de la sala de primeros auxilios.
—Ah, sí, había olvidado eso. —Seth se rascó la cabeza—. Bien, nos vemos por la mañana, ten cuidado.
—Igual —Arif esbozó media sonrisa—. Las cosas estarán tensas por aquí durante un buen tiempo.
Dicho eso, su amigo caminó hacia el jardín de rosas, desapareciendo detrás de la fuente de agua. Al verse solo, Seth sintió un escalofrío recorrerle la espalda, hasta parecía que alguien lo estaba acechando, oculto en alguna parte, observando sus movimientos. Incómodo, con su lobo en estado de alerta, Seth ingresó al habitáculo.
Un aroma a sal le impactó de inmediato, diluido en el aire, alguien había llorado, y por lo que tenía entendido, nadie además de ellos dos ingresaba ahí, la respuesta era obvia.
Reed.
«Debemos encontrarla» urgió el lobo «Quizá Adrien le ha hecho daño»
Sintiendo la rabia crecer dentro de su cuerpo, Seth avanzó por el solitario lugar, el aroma de Reed era fuerte pero ella no estaba en ningún lugar, le buscó en su habitación, el baño y hasta en la zona exterior, fue hacia su oficina que también era su dormitorio pero tampoco estaba, sin embargo, notó con grave alarma el dolor impregnado en ese ambiente, tan crudo y profundo que parecía irreal, pero lo podía sentir en el aire donde el aroma a lágrimas era más fuerte. Al percatarse de que sus garras habían salido, Seth puso sus pensamientos en orden, conteniendo la preocupación del lobo que lo impulsaba a buscarle y ponerle a salvo. El animal se encontraba en una constante lucha entre su reticencia a los humanos y una cruda necesidad por mantener a Reed segura, y Seth sentía que estaba perdiendo esa batalla, junto con su capacidad de razonar...
—Deberías estar descansando.
Seth giró sobresaltado, Reed estaba en el umbral de la entrada, observándolo, estaba cubierta bajo el velo de la oscuridad, por lo que él no podía descifrar su expresión.
—Te estaba buscando.
— ¿Por qué?
Fue una pregunta plana y seca, que no le agradó para nada.
—Entré y noté olor a lágrimas, pensé que algo malo sucedía y entonces vine aquí luego de revisar el habitáculo entero. Yo... Sentí dolor.
Eso le hizo reaccionar, Reed se acercó y comenzó a revisarlo.
—No, no, no esa clase de dolor —Seth se explicó—. No físico, emocional. —Echó una mirada alrededor, pensando una forma en que pudiera hacerle comprender—. Está en el aire, yo lo puedo sentir aquí —dijo, apuntando al centro de su pecho—. Alguien lloró aquí, y sintió dolor emocional, ¿fuiste tú?
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Editado: 10.07.2019