--Ohhh... Ve a buscar tu la pelota-- me queje. Otra vez la pelota al lado de la casa de Jake, mi amado y molesto novio.
Estábamos jugando a uno de los deportes mas conocidos de mi ciudad, Voley Ball.
--Nooo, es tu turno, yo la busque la vez pasada--refuto, parecía una nena en la forma que lo dijo. Me hizo reír un poco.
--No pienso ir sola, así que acompáñame.
--Bueno, esta bien-- respondió el, tan lindo como siempre.
Para ir a la casa de al lado, debíamos pasar por arriba de unos alambres de púas y luego el cañaveral, hasta llegar al patio de la casa y recuperar la pelota.
Comenzamos a ir al otro patio que tenía dividida la casa de Jake, para poder cruzar por los alambres, sino la otra opción era trepar la pared y era muy alta para mi.
El iba adelante mio, cuidando que no me pasara nada, como siempre.
Me ayudo a cruzar primero, por que mis piernas eran muy cortas y el alambrado un poco alto. Me tomo por la cintura y me levanto por los aires, hasta llegar al suelo, el por su parte no tuvo problemas al cruzar, era un hombre alto, de muy largas piernas, por cierto.
Íbamos en silencio, ahora pasábamos por un terreno lleno de tierra, al pisar se levantaba el polvo y nos ensuciaba la ropa. Sin embargo, no nos importo, de todas formas íbamos a buscar la diversión que estaba atravesando el cañaveral.
--Lo único que pido, cariño. Es que no sueltes las ramas, hasta que yo no cruce--Le pedí de manera alegre, sonriéndole.
--Claro, jamás dejaria que te lastimases-- Me tomo con sus brazos y me elevo. Dando vueltas, me beso, con esos labios tan dulces y lindos. Yo quede atontada, y sonriendo.
Llego la hora de adentrarse en el cañaveral, lo malo es que saldríamos lastimados por las mismas ramas que habían mas abajo.
Empezamos a adentrarnos, el lugar se volvio verde y oscuro, pues estábamos en verano y reinaba el clima caluroso. Me encantaba está época del año, sol, mucho sol.
Se supone que hace un tiempo habiamos trazado un camino, por si volvía a pasar esto. Pero al tropezarme, cambiamos de rumbo sin darnos cuenta. Al casi caerme, nos causo risa y nos apurabamos entre nosotros para llegar mas rápido a destino. Las ramitas de abajo nos estaban lastimando mucho, mis piernas y las de el estaban al descubierto y se ponían rojas por los roces.
El se tropezó esta vez y nos reíamos, y mirábamos, ahora el iba en reversa saliendo del cañaveral, yo solo lo observaba y el a mi. No importaba lo demás.
Por un momento, sentimos un escalofrío que nos helo la sangre.
Este no era el patio habitual de la casa de al lado, salimos a un lugar extraño del nunca habiamos visto.
*****
Capitulos cortos