—Lira, ya sabemos en dónde será tu fiesta de 17 años —informa mi mamá.
Dejo de comer.
—Sí sobrina, será a las afueras del pueblo —agregó mi tía—, en la cabaña del bosque, es muy grande el terreno.
—¿En la cabaña de los Pagdinton? —Fruncí el ceño—. Creí que sería en el jardín de la casa.
—Lo habíamos acordado así, pero me pareció mejor que fuera en la cabaña del bosque porque vendrán muchas personas y allá cabe más gente —explicó—. Ya le avisé a Camille y a Robert, les pareció excelente porque nunca la han visitado.
Conocía esa cabaña, está en el bosque a unas tres horas de aquí. Es realmente un lugar enorme, sólo he ido una vez cuando tenía 10 años y que toda la familia pasó Navidad allí. Lo que más me gustaba de ese bosque era el muelle, es de lo más hermoso. La grande cabaña que, casi era como una mansión pero menos lujosa, pertenecía al señor y la señora Pagdinton, una pareja de ancianos que ya no vive allí porque se mudaron con sus hijos a China, ellos sólo se encargan de rentar la cabaña para todos aquellos que quieran pasar un fin de semana allí o unas vacaciones. Pero eso sí, cuesta una fortuna, por eso sólo hemos ido una vez.
—Ah, hija, Camille me dijo que Alessio te tiene una gran sorpresa para el día de cumpleaños —avisó con una radiante sonrisa mi madre.
No sabía si era verdad eso o no, pero aun así quería saber qué era esa sorpresa, en serio me había entrado una intriga e emoción que luchaba por reprimir. Hoy había logrado mi cometido: evadir a Alessio. Y lo logré porque al parecer había faltado ya que no lo vi en las clases que me tocaban con él, ni lo vi en los pasillos, tampoco vi a sus amigos. El punto es que no podía evadirlo durante mucho tiempo prque se me olvidaba que Alessio estaría en mi fiesta con sus papás. No sé cómo lo haría para evitarlo ahí y menos ahora que mi mamá me implantó curiosidad e ilusión.
—Ya quiero que sea sábado para volver a visitar la cabaña después de tantos años —manifiesta con emoción mi tía.
Me extrañé.
—¿Sábado? Pero mi cumpleaños es un lunes.
—Se nos olvidó decirte, no festejaremos el lunes porque no quiero que pierdas ese día las clases, la fiesta será el sábado para poder pasar el fin de semana en la cabaña.
—¡¿El fin de semana?! —exclamé, alarmada. Toda la mesa se calló—. ¡¿Nos quedaremos sábado y domingo?!
—Desde luego que sí, hija, la fiesta será el sábado por la tarde, y nos quedaremos hasta el domingo —expresó como si nada mi mamá.
—Pero… ¿Nos quedaremos a dormir ahí junto a todos los invitados?
—Claro que no —contestó. Solté un suspiro de alivio—. Sólo se quedarán Camille, Robert y su hijo. Los demás invitados se irán temprano. La fiesta seguirá, pero con la familia nada más.
Ahora sí me entró el pánico. ¡Me quedaré a dormir bajo el mismo techo que Alessio!
Y yo que pensé que sería fácil superarlo.
—Lira, el lunes que salgas de la escuela iremos al centro comercial para ir comprando algunas cosas para la fiesta —avisó mi mamá.
Genial, otro problema.
—Es que…, el lunes no puedo, saldré tarde de la escuela —murmuré.
—¿Por qué? —inquirió para mi mala suerte.
—Les iba a decir, lo que pasa es que Mikaela me pidió ayuda con su equipo de porristas, ocupa una suplente. Por eso saldré tarde, ensayaré con ellas después de clases —expliqué muy rápido, esperando la reacción de todos, en especial, la reacción de mi padre, sabía que esto le iba a molestar.
—¿Dijiste una suplente? —interrogó mi papá con el semblante serio.
Oh oh.
—Emm… ¿sí? —Traté de mostrar una sonrisa para que se calmara.
—Me puedes explicar ¿por qué eres una suplente y no una de las principales en el equipo?
Todos guardaron silencio, pésimo momento para guardar silencio, no me ayuda.
—Es que… el equipo ya es-tá lleno, no hay más espacios, yo no pue-do de porrista. —Mi voz tembló y tartamudeé.
Se estaba empezando a enojar, lo veía claro en su expresión.
—Mi hija no puede ser suplente de nadie, hablaré con esa amiga que tienes y le diré que tienes que ser del equipo o nada.
—No, papá por favor —supliqué—. En serio ya no hay espacios y yo no quiero…
—Si ya no hay espacios, entonces hablaré con la entrenadora para que saque a tu amiga, y te meta a ti como capitana, estoy seguro que lo podrás hacer mejor.
Busqué con la mirada a mamá para que me ayudara a convencerlo de que no hiciera eso, pero ella sólo me ignoró.
No podía dejar que papá convenciera a la entrenadora de sacar a Mika, eso la destrozaría y se enojaría demasiado conmigo. Y yo no puedo ser una de las porristas.
Se me ocurrió algo para que no hiciera nada.
—Es que… no quiero quitarle el puesto a alguien, si acepté fue para ayudar. Ya soy la principal en muchas cosas, no puedo destacar en todo, papá —hablé de manera pretensiosa—. También debo dejar que otras personas tengan la oportunidad de participar.
Qué tontería dije, pero pareció funcionar.
—Está bien, te dejaré ayudar sólo por esta vez. —Me señaló con el tenedor.
—Sí…
Suspiré con alivio.
Luego de que terminó el incómodo momento y la cena, fui a mi cuarto dispuesta a descansar. Me quité el maquillaje de la cara.
Estaba por desvestirme, pero mi teléfono me interrumpió. Lo revisé, había llegado un mensaje de un número desconocido.
Eso me extrañó, no sé si deba leerlo, pero obviamente la curiosidad me ganó, así que lo abrí.
¡Hola!
¿Quién eres?
¡Soy Lucas! :)
Uff, era Lucas, se me había olvidado que le pasé mi número.
Ah, hola Lucas :D