Capítulo 4
FLASHBACK.
Un día en el bosque Acacia se cayó, Crisdean quien nunca la había visto llorar, se sorprendió al ver correr por sus mejillas una lágrima tras otra, no emitía ningún sonido, se escapaban silenciosas buscando un lugar donde caer, el corazón del muchacho se estremeció, no le gustó verla así.
- Cas por favor no llores – le limpiaba torpe las lágrimas, estaba asustado si algo le sucedía a la princesa lo culparían a él, besó la mano de la niña recreando la acción de hermano mayor que había visto un día – Ya no llore princesa su honorable guerrero está aquí para protegerla, nadie osará nunca lastimarla en mi presencia – la niña se rio ante la exagerada actuación.
- Me podrías cargar hasta el castillo me duele mucho el pie – trató de alzarla.
- Lamento informarle que no puedo hacerlo, pero Mari fue por ayuda.
- Me decepciona, ¿qué clase de guardia real no puede levantar a una niña?
- La misma clase que teme romper tu pie si lo mueve niñita subversiva.
- ¿subver qué? – odiaba no entender el significado de las palabras.
- Y así te consideras inteligente, anda a estudiar y después hablamos – un señor se llevó a Acacia antes de que pudiera responderle, el joven supo que para él ya no eran una misión, eran sus pequeñas amigas a las que debía proteger.
AÑOS DESPUÉS.
El muchacho se debatía entre recibir o no a las princesas en el puerto, hace dos años que no se veían, solo habían mantenido contacto mediante una que otra carta, sentía que podía incomodarlas si iba, ya habían crecido, Acacia había cumplido dieciséis y Marilee catorce, ya no necesitaban de sus servicios, iba a haber muchos guardias más experimentados que él para la custodia de las dos hermanas, lo que no previno fue que entre esos guardias experimentados, la reina justo lo había elegido a él, así que igualmente tuvo que ir <<problema resuelto>> pensó, pero afirmó eso muy rápido. Una vez en el puerto y arribado el barco la corte real bajó junto con las princesas.
- ¡Crisdean! – Marilee se acercó corriendo, no había cambiado nada y se sintió aliviado al comprender que no era ninguna molestia su presencia.
- Si tus tíos también te aman querida – la reina bromea.
- Ustedes saben que los amo – se abalanzó sobre los reyes olvidando el protocolo, lo cual la reina le reprendió, aunque ella deseó hacer lo mismo.
Un gran estruendo se armó en la entrada del puerto, Crisdean se acercó rápidamente a Marilee para rectificar que nada le había sucedido, el causante fue un rebelde gravemente herido, los soldados estaban a punto de arrastrar el cuerpo para dejarlo morir en el bosque, pero una señorita se acercó a ellos impidiéndoles el paso, tras una breve discusión logró convencer a los reyes de llevarlo a palacio para ser curado y encarcelado como lo dictaba la ley, todos los presentes vitorearon tal acto y la joven causó en Crisdean admiración, pero al estar ocupado con Marilee no logró ver cuando ella se acercó.
- Disculpe joven sabe usted a qué hora baja la princesa Acacia - le pregunta la misma princesa en forma de saludo, cuando él giró para verla el viento movió su cabello cubriendo así el cincuenta por ciento de su cara.
- No señorita, debería haber bajado con la corte, pero a penas la vea le informaré – Crisdean responde cordialmente, aunque el viento tapara ciertas partes de su cara, con solo ver sus ojos pudo deducir que era una muchacha sumamente hermosa y parecía ser educada, así que no le molestó su presencia.
- Te dije que yo era su favorita, a ti ni siquiera te reconoció y eso que le causaste varios problemas a los pobres guardias – se burla la más pequeña, mientras que Crisdean tuvo que hacer un esfuerzo para no caerse hacia atrás.
- ¡¿Cas?! ¿eres tú? – el muchacho aún no podía creerlo, sobre todo no había podido creer que se interesó en ella, era casi una abominación pensar así de la pequeña Acacia, que, aunque había crecido seguía siendo una niñita a sus ojos.
- No, en realidad soy Damalis solo que cambié de cuerpo con mi hermana, por favor por el futuro del reino no le diga a nadie esto – obviamente era ella, aunque el joven hubiera preferido mil veces que fuese la mayor.
Desde ese momento todo se tornó raro, la incomodidad de los dos se hacía presente cada día más, con la única que nada había cambiado era con Marilee quien aún escapaba de sus clases de etiqueta para estar con él. En todo un mes el joven no se atrevió a acercarse a la pelinegra, se supone que solo era la niña de mal carácter e inteligente que cuidó durante varios años, pero al confundirla con una dama de la corte real, su mente entró en una lucha constante, no queriendo levantar sospechas actuó de la forma más efectiva a sus ojos, tratándola como siempre lo había hecho, como un amigo/guardia real que las protegía por órdenes de la reina y su propia voluntad, de todos los peligros posibles, hasta de ellas mismas. El plan funcionaba a la perfección, ella se vio obligada a irse, con el tiempo todo sentimiento causado por ella “desapareció” y pudo al fin descansar en “paz”.