Zara
Estoy más que asustada. Siento como mi cabeza da vuelta. Mis sentidos están descontrolados. No puedo dejar de temblar y de llorar. Ya no sé qué más hacer. Voy tomando diez cafés desde hace cinco horas exactamente que llegué a la comisaría. He llamado más de cincuenta veces a mi madre, hermana y no contestan. También lo hice con Otis, pero sucede lo mismo.
Flash Back.
Después de pasear a Chubby por todo el parque, decido que es hora de dejarlo en mi casa para poder hacer las compras. Estaba pensado hacerle un pastel de cumpleaños a mi madre, su favorito. Recuerdo que de niña no solíamos pasar mucho tiempo en la cocina ya que de la comida se encargaban las cocineras, pero cada tanto, compartíamos momentos madre e hija donde hacíamos lo que queríamos. Por ejemplo, cocinábamos cupcakes de todos los colores, sabores, tamaños posibles, horneábamos pasteles, fabricábamos nuestras propias pizzas, entre otras cosas mas. Ya una vez con el perro seguro, lejos de los peligros, tomo el primer taxi que frena delante de mí. Este comienza a moverse en dirección del supermercado. Ya una vez dentro, voy corriendo hacia la parte de pastelería. Lo primero que compré fue las harinas, seguido por los colorantes y decoraciones. Iba de regreso a la salida cuando un cartel llamó mi atención: “Competencia internacional de Ballet. Este 17 de Julio en el Gran Teatro Galáctico” Emocionada, saco el teléfono y le tomo una foto. A mi equipo ya le habían avisado cuando sería la siguiente descalificatoria, pero esto, es una competencia, donde no hay segundas oportunidades. Rápidamente se lo envío a mi profesora, la cual me dice que luego lo plantearemos en clase. Es entendible ya que es una decisión que tomamos todas, no solo Bea.
Dejo las bolsas pesadas sobre las mesas y me dispongo a colocarme un delantal de chef para no arruinar mi ropa. Chubby me mira desde el otro lado de la cocina mientras mueve la cola. Adoro ver a este perro cada día más grande y feliz, hace que mi corazoncito de brincos. Comienzo a preparar la mezcla, acto continuo, la boto en un molde circular y lo dejo hacerse en el horno. En mi mente cree la imagen de un pastel con bizcochuelo de color verde (su color favorito) y arriba estaba decorado con sus dulces favoritos. Pastel listo, era hora de decorar. Mientras lo iba terminando, comía un poco de golosinas, nadie se daría cuenta. Para finalizar coloco las velas con el número cuarenta y dos, y la dejo reposar en la heladera mientras yo me tomo el tiempo de bañarme para luego, vestirme. Le coloco un moño verde a Chubby, que compré únicamente para este momento, y estábamos mas que listos. Toco la puerta una vez, nadie contesta. Lo hago dos, nada… Tres, cuatro y así hasta cansarme.
- ¡Mamá! – silencio – ¡Zaira! ¡Abran!
Entonces me tomo el atrevimiento de entrar y cuando entro… Vidrios rotos por todas partes, muebles dados vueltas en el piso, la cortina que impedía que entrar el sol de la gran ventada, arrancada por completo. No comprendí nada. Dejé el pastel encima de la barra y comienzo a buscar en las habitaciones. Tanto como en la de mi hermana y madre, se encuentran las cosas fuera de sus lugares y en mal estado. Rápidamente volví a mi piso a dejar a mi perro, para luego ir a recepción.
- Señorita, no puede correr por los pasillos…
- ¡Dos mujeres rubias, de baja estaturas, una joven y otra no tanto! ¡¿Pasaron por acá?! ¡¿Salieron por esa puerta?! – digo con desesperación.
- Déjeme ver las cámaras… – teclea algo por la computadora – No… Las últimas personas en salir fueron dos caballeros y…
- ¡¿Dos hombres?! ¡¿Se les ve el rostro?! – niega sin dejar de mirar la pantalla – ¡Maldición!
En seguida tomo mi teléfono y las llamo. Nadie contesta. Cuando me llega un mensaje de que se me estaba por acabar el saldo, llamo a Otis, otro que no atiende. ¡Mierda! Sin pedir permiso, tomo el celular de la mujer que me mira sin entender nada y llamo a la policía.
- 911, ¿cuál es su emergencia?
- ¡Mi hermana, madre y un amigo desaparecieron! – le grito.
- ¿Cuándo fue la última vez que vio a su madre?
Froto mi frente tratando de hacer acuerdo.
- Ayer de noche… Antes de cenar.
- De acuerdo. ¿Y a su hermana?
- También, viven juntas.
- ¿A su amigo?
- Hace tres días.
- Dígame rápidamente datos de los desaparecidos y dirección de todos, incluida la suya. Ya enviaré un patrullero para ahí.
Hago lo que me ordena la mujer que me atendió, y tal como dijo, un auto de policía aparca delante de la puerta del edificio. Un oficial me hace una sesión de preguntas y la contesto todo con sinceridad. Luego de que hayan revisado todo el edificio, tanto como mi casa y la de mi familia, se dirigen a toda velocidad a la de Otis. ¿A él también le habían hecho lo mismo o no contesta mis llamadas porque no quiere? Cuando detuvieron el auto, bajé rápidamente, aunque me dijeron que no era lo recomendado yo lo hice. Golpearon la puerta muchas veces y al final, esta puerta también estaba abierta. No comprendía nada, este lugar se ve igual que el de ellas, o peor…
- Mire oficial – dice un policía tocando algo en la pared.
Nos acercamos todos a ver que sucedía. Impactada, llevo mis manos a mi boca. Mis ganas de llorar aumentaron, no podía perdonarme si esto volvía a pasar… él no por favor, ellas no… Temblando, me siento en el sofá, ya que mis piernas estaban flaqueando. Una oficial me trata de tranquilizar, pero apenas puedo escucharla. Mi vista está en aquella pared con una mancha de sangre y con un agujero que hizo una bala. Esta vez no iba a perdonarme si la historia se repetía.
Fin del flash back.
18:30 p.m. Sábado 15 de junio.
- ¿Zahara Hyland? – me incorporo de inmediato cuando dicen mi nombre.
- ¡Sí! ¿Noticias?
- Encontramos algo.
Me pide que lo sigue y eso hago.