Regresemos la historia a unos momentos después de que los cuatro saltaron por las ventanas.
Frente a las habitaciones de todos había una unidad de Central, los cuales tenían la orden de arrestarlos cuando salieran de sus cuartos. Frente a la puerta de Madison estaba el dirigente principal de Central, Anton Magnusson, un hombre de casi cincuenta años de edad.
Su cabello tenía algunas canas, mientras que en su rostro, unos pequeños destellos de una barba blanca parecían asomarse. Aunque su rostro estaba libre de arrugas, no podía evitar verse viejo.
Él tenía la tarea de arrestar personalmente a Madison Hughes, de veinte años de edad, la genio de la genética. Su cargo era simple de entender; compra y posesión ilegal de armas. La habían descubierto cuando detectaron una transacción la noche anterior en una tienda que desconocían. Al hacer la investigación, descubrieron que había comprado mercancía de la Sirus Company, una empresa que sirve de tapadera para el mayor tráfico de armas en el mundo actual.
Central interrogó al vendedor y él confesó que le había vendido un arma a la chica, sin revelar información sobre Anneth, ya que ella sabía los procedimientos adecuados.
Con esa información, ellos debían proceder a arrestarla para evitar que cometiera un delito mayor en el futuro. Cualquier violación al reglamento de Central era duramente castigado, pero los chicos simplemente no se midieron e infringieron incluso el reglamento de la ciudad, y Raphael, el del país.
No había duda en que estaban metidos en grandes problemas.
El castigo a una violación del reglamento de Central normalmente era de unos cuantos días en la cárcel de la torre principal, donde estaban ubicados los laboratorios, así como privación del acceso al sistema a la persona transgresora.
No era un castigo desmedido, por lo que no tenían nada que temer. O eso era lo que decía Anton.
Ya que había encontrado cargos más serios al investigarlos a todos, tenía que proceder con un castigo mayor. Todos serían juzgados y se decidiría su sentencia, pero lo que estaba claro era que todos ellos perderían sus privilegios y sus títulos, los cuales habían arrastrado por el barro en los últimos años.
Solo Anneth era la que presentaba nuevos avances a sus investigaciones, mientras que Raphael y Madison se la pasaban jugando en casi todo su periodo de trabajo. Lance no había podido lograr muchos avances en su materia, siendo sobrepasado por laboratorios privados de la misma área.
El caso de Pietro era algo especial, ya que el se negaba a avanzar en ocasiones debido a su fuerte moral.
Todo esto era problemático para los altos mandos de Central, los cuales estaban comenzando a perder la fe en ellos, así como los patrocinios de grandes inversionistas. Era solo cuestión de tiempo para que sucediera lo inevitable.
Anton lo sabía, por lo que tenía un protocolo para seguir en caso de que las cosas se pusieran feas.
Antes de la llegada de los genios, hacía casi siete años, había al menos una docena de experimentados científicos que trabajaban sin descanso en los cuatro laboratorios principales, pero todos ellos fueron sacados de Central. Era normal esperar que varios de ellos sintieran rencor hacia los chicos que les había robado su trabajo, pero los geniso trabajaron duro para igualar el ritmo que Central tenía, acallando todas las voces por un tiempo.
Fue hasta hace tres años cuando cayó la gota que colmó el vaso.
La información de las investigaciones no llegaba puntualmente, ya que los cuatro genios —en ese momento eran solo cuatro— se negaban a ir al ritmo que les marcaban y preferían hacerlo a su manera, cosa que no fue bien vista por los principales inversionistas, los cuales se beneficiaban grandemente con las invenciones de los cuatro.
Anton sabía de este hecho y no le gustaba, pero no podía hacer nada para evitarlo, por lo que dejó que los inversionistas manejaran Central como querían.
Fueron ellos los que obligaron a Anton a detener a los chicos, por lo que Anton, completamente indefenso ante ellos, obedeció.
Pero no se esperaba con que esta escena estaba contemplada dentro de los planes de los cinco genios, los cuales tenían preparada una salida en caso de que las cosas en Central se pusieran complicadas para ellos.
Anton fue con la intensión de atraparlos, encontrando a Madison vestida con una lencería algo extraña, y cubriendo su cuerpo con una bata. Anton se miró confundido, pero continuó con su trabajo. Fue en ese momento que Madison le sugirió que la dejara cambiarse para acompañarlos, cosa que Anton permitió sin saber lo que le esperaba.
Como no les gustaría ser descubiertos espiando a una mujer, Anton y su grupo de agentes esperaron del lado contrario del pasillo mientras Madison terminaba de cambiarse.
Tras pasar unos minutos, uno de ellos llamó a la puerta, pero no recibió respuesta. Anton rápidamente actuó, abriendo la puerta con una llave maestra que solo él poseía. Su identificación le permitía el acceso a todos los lugares de Central, excepto el baño de Anneth.
Al abrir la puerta e ingresar a la habitación, no notaron nada extraño, ya que la sala y la cocina eran las primeras cosas que se veían. Anton avanzó rápidamente hasta la puerta del cuarto, la cual tenía seguro. Él la derribó con una sola patada, ya que el material de esas puertas era madera.
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Editado: 15.05.2021