Capítulo 1

Asher

Intento concentrarme en lo que mi secretaria me dice sin éxito, tengo muchas cosas en la cabeza. Tengo que comprar un regalo para el cumpleaños de mi madre, tengo que ir a visitar a mi hermana a su nueva casa y tengo que cerrar el trato con la empresa de Trumman, aunque para eso debo viajar a Nueva York.

– Déjalo, no puedo retener la información que me estás dando.

– Lo siento señor.- se disculpa como si fuese culpa suya.

– No te preocupes, hoy puedes irte antes a casa.

– Gracias jefe.

Guardo todos los documentos importantes del ordenador y guardo con llave los que están en papel. Recojo mis cosas y apago la luz de mi oficina, después la cierro con llave.

Uno de los guardias de la entrada llama al aparca coches para que traiga el mío sin que tenga que ir yo a por él, no sería un problema pero si puedo ahorrarme lo de andar mejor. Espero pacientemente en la entrada hasta que llegan con mi coche y me entregan mis llaves.

Conduzco hasta la tienda de ropa más cara que conozco, y la favorita de mi madre. Le pido a la dependienta que me busque algo que ella sepa que le gusta a mi madre, no quiero complicarme o que se queje de su regalo como hace siempre. Mientras espero a que la dependiente busque el regalo, echo un vistazo a las redes sociales y los innumerables rumores sobre mí, que si tengo un hijo secreto o una relación con la hija de uno de mis inversionistas. Siempre son los mismos tipos de rumores, ya me tienen bastante aburrido.

– Señor Evans.- llama mi atención la dependienta.- Creo que esto será del gusto de su madre.

– Envuelva el regalo.- le pido antes de pagar con mi tarjeta de crédito.

Salgo de la tienda con el regalo, una cosa menos que tengo que hacer hoy. Me subo al coche y conduzco hasta la nueva casa de mi hermana, donde se mudó después de no soportar más a mi madre y a mi padrastro, ni yo soporto a ese hombre. Todavía me sorprende que mi hermana haya durado tanto tiempo en la mansión de mi madre, y que mi madre siga con un hombre que quiso acostarse con su hija de diecisiete años.

Al llegar llamo a la puerta y espero hasta que ella misma me abre la puerta. Me sonríe antes de darme un abrazo y dejarme pasar. Su cabello largo negro me golpea cuando se da le vuelta, escupo los pocos pelos que se han quedado en mi boca y paso a la casa.

– ¿Crees que mamá se enfade mucho si decido no ir al final a su cumpleaños?

– Si.- ruedo los ojos.- Lea no me dejes solo, juro cuidar de ti.- ella resopla cansada, entiendo a la perfección que no quiera ir.

– ¿Me ayudas a armar un armario?

– Muestrame ese armario.

Ayudo a mi hermana a armar su armario, no es que no sepa hacerlo ella misma, casi todos los armarios que hay en la casa los ha armado ella, pero está cansada y yo no tengo problema en ayudarla de vez en cuando y menos con algo tan sencillo como armar un armario, siempre siguiendo las instrucciones. La última vez que lo intenté sin ellas me sobraron diez tornillos y el armario duró cinco minutos puesto.

Un par de horas después llega a la casa el novio de mi hermana, quien es por cierto uno de mis mejores amigos, Killian. Hablamos de nuestros trabajos y de lo cansados que estamos los tres y lo bien que nos sentarían unas vacaciones.

– ¿Por qué no os venís conmigo a Nueva York?

– ¿Lo dices enserio?- pregunta mi hermana con entusiasmo.

– Claro, tengo que asistir a un par de reuniones y la presencia de un abogado de la talla de tu novio me vendría bien.

– ¿Mientras que trabajáis puedo hacer turismo?

– Si y fundir mi tarjeta de crédito si lo deseas.- bromeo con ella.

– Entonces me apunto.

– Pues sacaré vuestros billetes y os venís conmigo el lunes.

Ceno con ellos y después me despido para ir a mi propia mansión. Me voy el lunes, es decir en dos días así que tengo que preparar ya la maleta y por suerte mi secretaria ya preparó todo mi itinerario por lo que no me tengo que preocupar por eso, una cosa menos.

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Termino de anudarme la corbata, aliso la chaqueta del traje y sin olvidarme del regalo de mi madre salgo de mi casa para ir a la suya y soportar dos tediosas horas de mujeres adultas cotilleando entre ellas, mientras que sus maridos hacen negocios e intentan integrarme a mí en ellos.

De camino a la fiesta paso a por mi hermana, ni ella ni yo obligariamos jamás a Killian a ir al cumpleaños de mi madre, no después del primero en el que nuestro padrastro decidió que era buena idea decirle cuanto le ponía Lea. Sigo sorprendido de que mi madre no lo echase en ese instante de su casa, y que no se divorciase de él.

– No quiero ir.

– Dos horas y nos vamos.- ella resopla pero asiente.

Hace tiempo que la relación con nuestra madre es nula, a ella no le importamos y nosotros la vemos más como una extraña que como nuestra madre, pero seguimos queriendo heredar algo. Por eso aceptamos tener una cena con ella al mes y asistir todos los años a su cumpleaños.

Al llegar unos guardias nos piden la invitación para el cumpleaños de nuestra madre. Me enfadaría con ellos pero los pobres no tienen culpa de nada, e incluso no me sorprendería que un día mi madre decidiese que no quiere vernos más en su cumpleaños y nos prohibiese la entrada a la mansión.

– Me parece impresionante que tengamos que identificarnos para entrar en nuestra propia casa.- rueda los ojos.

No puedo corregir a mi hermana porque en el testamento mi padre me dejó un treinta por ciento de la mansión, a Lea un veinte por ciento, a mi madre otro treinta por ciento y un diez por ciento a un medio hermano que es menor que Lea, hijo de una infidelidad.

– Intentemos llevar la fiesta en paz.- ella asiente rodando los ojos.

Saludamos a algunas personas al llegar al jardín donde se está llevando acabo la fiesta. Ignoramos a Harry, nuestro padrastro, él nos ha visto pero también nos ha ignorado, creo que pilló por fin que no lo soportamos y que no lo vamos a tratar bien ni aunque haya gente importante cerca.