—¡Hey, chicos! ¿quieren ir a la cafetería? escuché que agregaron un nuevo postre a su lista.
—¡No! —gritamos al unísono.
—Chicos, por favor, no pueden seguir enojados conmigo—dijo ella en tono suplicante.
—Sí podemos y lo estamos. Gracias a ti nos castigaron—respondí exasperada.
—No es tan malo chicos, nos pudieron haber expulsado, pero estaremos bien.
***
—Ustedes tres sepárense, y díganme sus nombres.
—Pero profesor no es lo que parece. No estábamos hablando de usted nos referíamos a otro viejo.
—Puedes callarte Danielle, lo estas empeorando—intervino Nathaniel.
—¿Ah sí? Al menos intento hacer algo ¿qué hay de ti? estas callado como una lechuza.
—¡Suficiente! —gritó el profesor enojado—. Díganme sus nombres en este momento o me veré en la obligación de sacarlos de esta clase.
—Scott Danielle
—Smith Nathaniel
—Campbell Elizabeth
—Bien, no los quiero ver juntos en mi clase. Se cambiarán de puesto, y cada día a partir de mañana me traerán en un cuaderno escrito "No hablar mal de los docentes" repetido 50 veces. Si alguno de ustedes olvida traerlo ésta será duplicada para todos, es mejor que vean lo que les conviene.
***
—Si te parece poco, porque mejor no haces nuestra parte
—Eso sería lo justo—dije apoyando a mi amigo.
—Sí eso hace que me perdonen, entonces lo haré—expresó Danielle a lo cual hace caso omiso, y dije.
—Acaba de llegar Blake ¿quieres que te pasemos dejando a tu casa Nathaniel?
—Sí, gracias—accedió—. Adiós Danielle—dijo este secamente.
—Pero chicos...—insistió ella.
4 horas después.
—¡Elizabeth! ¡Elizabeth! ¿Estás ahí?
—Sí. —trague saliva, mi voz estaba entrecortada y mi cuerpo se tambaleaba.
—Gracias a Dios amiga, estuve tan aterrada de no volverte a ver, la calles, la gente... la gente está en pánico, dicen que la magnitud del terremoto fue de 7.7.
Me sentía ida, jamás imaginé que sucedería algo así, mis pensamientos fueron interrumpidos cuando escuché a mi amiga:
—Elizabeth ¿estas bien? Lamento tanto haberlos hecho meter en problemas a Nathaniel y a ti, en serio lo siento. —dijo ella y su voz se quebró en la última frase.
Le abrace y no pude contener las lágrimas, ni dejar de pensar que hubiera sucedido si mi amiga no estuviera aquí, probablemente me estaría reprochando el hecho de haber discutido
<< ¡Dios! ¿cómo es posible que ignoremos el peso de nuestras palabras? Tal vez hubieran sido las últimas. —pensé.>>
—¡Chicas! —gritó Nathaniel para luego correr hacia nosotras y decir en voz ahogada—Vine en cuanto pude, me alegro tanto de verlas, ¿todas se encuentran bien?
—Sí, estamos bien Nathaniel. Me alegro que ustedes también lo estén—, limpié mis lágrimas mientras Danielle se disculpaba con Nathaniel, y comencé a recordar lo que paso.
Me había quedado dormida, cuando el estruendo me levantó, fue el episodio más espeluznante que he vivido sola, sin mamá…
—¡Mi mamá! —tomé mi celular de inmediato y marqué su número, pero no contestaba, y empezaba a sentir la opresión en mi pecho, entonces Danielle me pregunta:
—¿Qué sucede Eli?
—No responde.
—Intenta llamar de nuevo—dijo Nathaniel—, tal vez no se percató. Mantengamos la calma.
—Volveré a marcar—le dije nerviosa, y empecé a contar hasta 5, cuando finalmente escuché su voz.
—¡Hola, hija! ¿estás bien? Estaba intentado llamar, pero la señal no funciona muy bien ¿estás bien, querida?
El aire volvió a mis pulmones en cuanto la escuché, y respondí con mi voz entrecortada
—Sí mamá, estoy bien. Los chicos y yo estamos bien, tuve mucho miedo, en cuanto no contestaste tu teléfono no sabía que pensar.
—Oh, cariño, lo lamento tanto, pero ya estoy camino a casa. En cuanto te vea te abrazaré tan fuerte como pueda para que sepas que todo está bien, nada me ha pasado, sabes que no te dejaría sola jamás, nos tenemos la una a la otra.
—Te amo mamá, por favor, ven con cuidado. Estaré esperándote.
Mis lágrimas salieron a flote de nuevo, pues no imaginaría una vida sin ella. Después de la muerte de papá, solo nos tenemos como dice ella "la una a la otra"
—No te preocupes, hija. Hablamos en un rato.
—¿Qué sucede Eli? ¿por qué lloras? ¿sucedió algo malo? —, escuché desde atrás.
—No es nada, chicos—aseguré—. Solo son emociones encontradas, estaba preocupada por mamá, pero está bien ya está en camino.
Les brinde una pequeña sonrisa, pues no quería hacer de ello un drama y en seguida cambie de tema
—¿Ya comieron chicos?
—De hecho, no—expresó Nathaniel algo avergonzado—, Estaba a punto de merendar cuando todo esto sucedió, y apenas pude me aseguré de verificar como estaban ustedes.
—Yo tampoco pude comer—se le unió Danielle.
—Si les parece pueden quedarse a comer con nosotras.
—Tomaré tu invitación—dijo Nathaniel, sin dudarlo.
—Igual yo.
—No se diga más—exclamé.
Empezaba a dirigirme a la cocina cuando Nathaniel dijo:
—Llamaré a casa, no quiero que se preocupen.
—Igual yo, mi mamá debe estar nerviosa aún, no quiero que me asesine por asustarla—añadió Danielle.
—Está bien chicos, yo iré a ver que hay.
—¡Por favor, prepara tu especialidad! Es imposible no derretirse por ese platillo—gritó Nathaniel entre risas.
Traté de no reírme ante su comentario, pero no pude. Ya habían pasado 2 años desde que decidí aventurarme en el mundo de la cocina, quería ayudar a mi mamá ya que siempre llegaba cansada. Los chicos habían llegado esa tarde así que los invité a comer ese día, quería una opinión objetiva de lo que había preparado. Había decidido preparar lasaña y trate de seguir los pasos señalados de la receta de internet, la comida estaba lista y como mis amigos listos para comer.
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Editado: 07.05.2022