Azul es el cielo de tus ojos

Capítulo 16: Incógnitas

A la mañana siguiente, luego de una serie de papeleos finalmente pude regresar a casa. Mamá había decidido pedir permiso en el trabajo para poder cuidar de mí y cerciorarse que todo estuviera bien. Por lo que sería un día destinado para nosotras dos.

Luego de tomar una ducha, decidí dirigirme al comedor, fue entonces cuando el inigualable olor de los macarrones con queso se impregno en mi nariz, y escuché a mamá decir:

—Preparé tu comida favorita. —extendió el plato en la mesa con una pequeña porción de este y me brindó una sonrisa—. Será mejor que tomes asiento.

Una gran sonrisa se dibujó en mi rostro, tomé asiento lo más rápido que pude y empecé a comer como si no hubiera un mañana.

—Está realmente delicioso. —cerré mis ojos—Es como estar en el cielo.

—Ya lo creo. —sonrió—Come con cuidado o luego volveremos al hospital.

—¡Ni me lo digas! No quiero volver a pisar uno, otra vez.

—Yo tampoco. —hizo un gesto de escalofríos y guardo silencio—Y bien... ¿no piensas contarme que sucede?

—¿A qué te refieres? —pregunté atónita ante su comentario.

—Hija, no soy tonta. Sé que algo te sucede, luces tan... apagada-contestó dubitativa—Además, la última vez que enfermaste fue luego de la muerte de tu padre...

Aquellas palabras estrujaron mi corazón. Era cierto, luego de su partida mi salud empezó a decaer, y fue una larga semana de medicamentos y tristeza combinada. Antes de que él partiera. Mamá y yo no éramos tan unidas. De hecho, ese año solíamos discutir muy a menudo y luego recibí la noticia de que nos mudaríamos a Toronto, pues les habían ofrecido una oferta de trabajo a papá. Estaba muy molesta con ambos, al tener que dejar a mis amigos y empezar de nuevo todo el proceso. Me resultaba irritante todo el tema. Ese día había tenido una de esas discusiones, pero esta vez con papá.

***
—Hija, sé que estas molesta por tener que dejar Belleville, pero no tenemos otra opción. Acabe de perder mi empleo, y esta oferta de trabajo es muy buena. Debes tratar de mejorar la relación con tu madre, ella no tiene la culpa.

Si que la tiene. fruncí el ceño. Ella decidió apoyarte a ti e hizo caso omiso a lo que yo quería. Ambos lo hicieron.

-Pero hija...hizo una pausa y suspirósé que ahora no lo entiendes, pero lo harás.

-Te equivocas papá. Nunca lo haré, nunca los perdonaré por hacerme esto.tiré la puerta y me marché de casa.

Cuando regresé, ninguno de los dos estaba en casa, por lo que empecé a dirigirme a mi habitación. Entonces sonó el teléfono de la casa.

-Hola, ¿quién habla?

¡Eli!—exclamó mamá desde la otra línea-. ¡Es un alivio, que hayas llegado a casa! Estuvimos buscándote por todas partes.

Estoy bien, no es para tanto. Solo necesitaba estar a solas...

Escuchame interrumpió entre lágrimas—.Tú padre y yo estuvimos hablando al respecto, por lo que nos gustaría hablar contigo al llegar a casa. Preparé algo de comida, será bueno que comas, hasta que lleguemos.

Está bien.colgué sin más.

Aquel día, mamá y papá tuvieron un accidente en su auto, pues el conductor que iba al volante en el otro auto, había ingerido una gran cantidad de alcohol, chocando así con ellos. Las heridas de accidente fueron muy graves y papá no pudo resistir.

Lamenté haberle dicho todas esas cosas, lamenté no haberlo abrazado una última vez más.

<<Si tan solo pudiera cambiar ese día, tal vez él estuviera aquí>>

***
—Lo siento, hija.—se disculpó mamá—. No debí decir eso.

—No te preocupes, mamá. No me molesta. Además tienes razón, algo me sucede.—suspiré.

—De acuerdo. —dijo dubitativa—.¿Quieres hablar de ello?

Asentí con la cabeza y empecé a explicarle todo lo que había estado sucediendo durante esta última semana. Mamá estuvo atenta a cada uno de los detalles y finalmente dijo:

—Ya veo. Aunque realmente estoy sorprendida por lo sucedido.—puso su mano sobre la mía—. No debe ser nada fácil, pero poco a poco sanará.

—Lo sé mamá.—apreté su mano—.Estaré bien-dije finalmente para que no se preocupara—, ¿qué es aquello que te tomó por sorpresa?

—Oh, sí. Solo que siempre pensé que Nathaniel estaba enamorado de ti, siempre está cuidándote.

—Lo mismo dijo Danielle. —hice una mueca—, pero supongo que esta vez se equivocaron.

—Sí... aunque por cómo se dieron las cosas. Tal vez tenga miedo ser rechazado. Dijiste que estuviste rehuyendo de la situación, ¿no es así?

—Sí, así es—suspiré—, pero no creo que sea eso. Si él hubiera mentido, lo sabría.

—Tiempo al tiempo.—acarició mi rostro—. ¿Cómo se lo tomó Lucas?

—Al principio, no lo tomo nada bien, pero las cosas están un poco mejor ahora.

—Ya lo creo. Las cosas del corazón nunca son nada fáciles.

—Ni me lo digas.—hice una pausa—. ¿Recuerdas la vez que fuimos al parque y fui golpeada por un balón?

—Por supuesto.—rió al recordar el momento—.¡Vaya susto que me diste!

—Han pasado 10 años desde entonces. ¿Acaso recuerdas al niño que estaba a mi lado en ese momento?

—Sí, creo que si.—dijo pensativa.

—Creo que aquel niño, era Lucas—expresé finalmente.

—¡Vaya! Eso sí que es una sorpresa.

—Sí, ¿verdad?—hice un mohín en mi boca—, lástima que no me sienta igual que él, entonces hubiera sucedido lo mismo que contigo y papá.

—Cariño.—suspiro—. Nosotros somos dueños de nuestro propio destino, y de nuestros sentimientos. No estas obligada a enamorarte de alguien solo porque comparten un recuerdo en común.

—Lo sé mamá.—le brinde una sonrisa—No es lo que quise decir, además tenía 7 años, nadie se enamora a esa edad. Solo digo que hubiera sido más fácil de esa forma. Al menos esos sueños recurrentes hubieran tenido más sentido.




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